Cecilia Romero Acosta rodeada de sus muñecos personalizados. «La de Frida Khalo la piden mucho», asegura.
Esta maestra en manualidades que lleva muchos años en el oficio, comenzó su exitoso emprendimiento familiar en plena pandemia.
En el taller de manualidades de Cecilia Romero Acosta en su casa del barrio Miramar, no pueden faltar el paño lency, agujas, hilos y telas de diferentes colores.
Para ella es como un mundo mágico que empezó desde niña en el barrio Cevillar, donde nació y se crió junto a sus siete hermanos.
Recuerda que para esa época, su mamá Ana Acosta le regalaba muñecas de trapo y le contaba que había aprendido a bordar servilletas con hebras de cabello en su natal Sucre, en el departamento del mismo nombre.
Por eso, esta barranquillera graduada en licenciatura en educación especial asegura que la vena artística la heredó de su progenitora, que formó su hogar con Víctor Romero, ambos fallecidos.
Cecilia destaca que tiene varios hermanos que si bien no están dedicados por completo al arte, en sus ratos libres pintan como Ruby, Jorge Luis y Herlides Sofía, «la Muñe», como le dicen desde la infancia. Precisamente esta última, que además es modista, trabaja con ella en las manualidades.
Ella, que vivió en Bogotá durante muchos años, aprendió este arte en talleres de capacitación e incluso está certificada por la Unidad de Apoyo al Empresario de la Secretaría Distrital de Desarrollo Económico. «Es que hay que aprender todos los días», asegura, para referirse a que de manera permanente asiste a cursos para mejorar la técnica.
Cecilia es una maestra en el oficio de tiempo completo y confiesa que diciembre y Carnaval son para ella los mejores meses del año porque la demanda de manualidades aumenta, pero que desde la pandemia, cuando decidió comenzar un emprendimiento familiar, los pedidos no paran.
Se refiere a los muñecos personalizados de su proyecto (@ceciatelierbaq) que nació en mayo del 2020, en pleno aislamiento, cuando celebraron los cinco años de Simón Rafael, su french poodle que junto a Mía, de dos años, son la adoración de los Romero Acosta.
Para ese entonces, además del pudín y las galletas elaboradas para mascotas, Cecilia diseñó perros de diferentes razas y tamaños para decorar la mesa. La imagen fue compartida en redes y ahí arrancó todo: una amiga quedó fascinada con la decoración y de inmediato le pidió que le elaborara varias huellitas para una ocasión similar. A los pocos días otra conocida le encargó al Chavo del 8 y todos los personajes de la icónica serie mexicana.
En una reunión en la sala de la casa en la que participaron su hermana, la periodista Nístar Romero, y su sobrina Paola Romero, diseñadora gráfica, comentaban la acogida que habían tenido los muñecos, pero Cecilia , propuso lo que es ahora un valor agregado: que fueran personalizados.
La primera clienta fue una amiga ingeniera que quiso que la muñeca de cabellos rubios llevara además casco, como la dueña. «Quedé igualita», le dijo emocionada.
Ya en las siguientes semanas tenía réplicas de la emblemática pintora mexicana Fridha Kalo que la pidió una allegada para entregarlas como recordatorio en su fiesta de cumpleaños, de los Super Héroes, Toy Story, Los Tres Cerditos y la Mujer Maravilla, entre otros, sin dejar de hacer los personalizados, que son los que más le encargan.
«En cada muñeco personalizado tardo entre 5 y 6 días, y si tiene mucho más detalles, trabajo, hasta 10 días. Lo que más me piden son médicos que llevan bata y estetoscopio», añade.
Los muñecos personalizados han sido despachados a clientes de Bogotá, Medellín, Cartagena Montería y municipios más pequeños como Chinú, que es una buena plaza, mientras que para el exterior, le han comprado desde Estados Unidos, Puerto Rico y Panamá.
En el atelier, que es una empresa familiar trabajan Paola, que es la encargada de las redes, Nístar apoya en la difusión y comercialización y Cecilia y Herlides se encargan de diseñar cada muñeco.
Destaca además que detrás de cada pedido hay una historia porque los clientes le envían la foto de la persona que será plasmada en paño lency. «Por lo general esa foto les trae recuerdos quizás de un momento muy importante para ellos», asegura.
Como la vez que llegó una señora a encargarle una muñeca personalizada de su mamá, una mujer de 80 años que a su edad está dedicada a la costura. «La senté frente a una máquina de coser, le recogí el cabello y puse cada detalle que me pidieron. Quedaron muy contentas», afirma.
Por estos días, están dedicados a elaborar decoración navideña como cojines y adornos para la mesa y las puertas, sin olvidar sus muñecos.
A mediano plazo, sueña con tener un local lleno de sus muñecos para seguir en el mundo mágico en el que ha crecido y plasmar en sus obras a personajes locales y nacionales.