Personaje / 4 de julio de 2020

“Nunca me he creído la gran estrella”: Judy Henríquez

Judy Henríquez en el homenaje que le hizo el programa Bravíssimo el año pasado. (Tomado de Internet)

Miredvista.co

En sus 57 años de vida profesional, esta consumada actriz barranquillera ha sido testigo de todos los cambios que ha tenido la televisión nacional. En su trayectoria se cuentan 61 telenovelas y series de televisión, dos películas y numerosas obras teatrales en sus inicios.

Con 77 años próximos a cumplir y 57 de ellos actuando, la actriz Judith Emilia Henríquez Lux, o Judy Henríquez, como se le conoce en el mundo artístico, dice que se siente contenta de haber vivido todas las etapas de la televisión colombiana, desde cuando coprotagonizó la telenovela 0597 está ocupado (1959), que se hacía en vivo todas las noches, a partir de las 7, junto a Raquel Ércole, Rebeca López y María Eugenia Dávila.

Judy dice que quería ser periodista, y se graduó como tal en la Javeriana. (Foto El Universal).

“Yo lo he vivido todo en materia de televisión: cuando los programas eran en vivo, cuando eran a blanco y negro, cuando llegó el color, cuando se empezó a hacer en exteriores, las coproducciones, en fin. He hecho teatro, cine, grabé un disco, fui modelo… ¡he hecho de todo!”, dice y se ríe. Y, efectivamente, sigue haciendo de todo y sigue recibiendo propuestas como una reciente para hacer una película de la que no da mayores pistas.

Desde su casa en el sector del Nogal, al norte de Bogotá, esta “señora actriz”, como muchos la llaman, aceptó conversar vía telefónica con MiREDVista y recordar instantes de su vida profesional y familiar. Barranquillera de nacimiento, le divierte mucho que aquí se le diga que es “cachaca”, pero dice que lo entiende. “Es que como desde muy niña nos vinimos a vivir en Bogotá, porque a mi papá le salió trabajo acá, pues se me pegó el hablado, pero quiero mucho a Barranquilla”, explica entre risas.

Lo curioso, apunta, es que varios de sus más célebres personajes fueron costeños: entre otros, Lola Ortiz en San Tropel (1987);La vieja Sara, en Escalona (1991); la Doña-doña en Las Juanas (1997) y doña Jose en Chepe Fortuna (2010), que actualmente repite el canal RCN. “Con todos esos personajes me tocó sacar mi hablado costeño, y hasta me fui un tiempo para Valledupar, por ejemplo, para aprender el cantadito de la gente de allá, para el papel en Escalona. Tocaba hablar bien el costeño, porque ajá, imagínate, sino… jajajaja”

Periodista de la Javeriana

Judy es la segunda de quince hermanos (12 mujeres y tres hombres) a quienes ayudó a terminar de criar siendo muy joven, pues su mamá falleció en el parto de su hermana menor.

Cuenta que jamás estudió actuación. Ella lo que quería era ser periodista, y por eso se matriculó en la Javeriana –donde obtuvo el título—, pero allí se le presentó su primer acercamiento a las tablas, en una obra teatral que montó un amigo. “El preguntó que quién quería participar, y yo alcé la mano, y ahí empecé”.

Con su esposo, el recordado libretista y director Bernardo Pereiro.

Pero su llegada a la televisión fue antes, cuando ella contaba 16 años. A su papá, Max, que trabajaba en una agencia publicitaria, le preguntaron que a cuál de sus hijas le gustaría ser modelo de un comercial. De nuevo alzó la mano y entre chanza y chanza hizo comerciales de cigarrillos, cervezas y productos para bebé. Y grabó un disco también “por pura suerte”, por lanzada, pues se animó a cantar estando en una velada en casa de Otto Greiffenstein. Al pianista le gustó su voz y le propuso grabar boleros. Y lo hizo. El disco no pegó, pero dice que a ella le quedó la satisfacción.

Estuvo casada por 35 años con el reconocido director y guionista Bernardo Romero Pereiro, con quien vivió un tiempo en México, donde actuó en varios dramatizados. De esa época recuerda que ganó una infección en el oído porque los actores de allá no memorizaban libretos, como se hacía aquí, sino que usaban apuntador. “Y yo no me adapté a eso”, recuerda entre risas.

El matrimonio Romero-Henríquez, muy apreciado en el medio, tuvo dos hijas: Adriana, actriz libretista, casada hoy con el actor Rodrigo Candamil y madre de unas gemelas (Martina y Guadalupe, de 8 años), y Jimena, también libretista, que vive en México con su esposo Julio Reyes y sus dos hijos (Alejandro y Pablo, ya adultos). Ella en este momento escribe las obras de su papá para ese país.

Judy dice que desde hace 15 años, cuando murió su esposo, la soledad ya no le molesta. Nunca fue rumbera, ni dada a los excesos. Hoy el día se le va resolviendo crucigramas, compartiendo con las dos empleadas que la acompañan y conversando por teléfono con sus hijas, sus nietos y sus hermanas Jacqueline, comediante de Sábados felices; Marlene, la primera top-model del país y todo un icono en los años 70 y 80, y Miriam, que por muchos años trabajó en RTI. “Con ellas juego cartas; antes íbamos al bingo, que me encanta”, dice.

La magia perdida

Cuando revisa su trayectoria, Judy dice que le agrada haber podido forjar grandes amistades en el medio y llevarse muy bien con todos, los de ayer y los de hoy. “Me ha tocado trabajar con muy buenos actores y a todos les tengo inmenso cariño y respeto. Nunca me he creído la gran estrella, sino más bien una persona popular por su profesión. Una profesión a la que, por cierto, respeto mucho”, expresa.

Con Luis Mesa, en la telenovela «Señora Isabel».

Al hablar del trabajo actoral, ella dice que hoy sus colegas son mucho más naturales, mientras que en su época eran “más actorales”, pues, explica, se impostaban voces y se ponía mucho carácter en los roles, a riesgo incluso de sobreactuarse. Sin embargo, lamenta que en la actualidad se haya perdido “esa magia de cuidar muy bien los personajes”, como sí se hacía antes.

Hoy el actor es como un producto, tienen manager, redes sociales y todas esas cosas que no critico, están bien, porque los tiempos han cambiado y hay muchos avances tecnológicos que exigen esas cosas. Ahora los actores son muy lindos, me parecen chéveres, los admiro mucho…”, dice. Pero ahí mismo apunta con gracia: “A mí me tocaron los actores feos: Carlos Muñoz, Álvaro Ruiz, Pepe Sánchez, el Gordo Benjumea, jajajaja… Feos, pero impresionantes en la actuación. ¡Grandes actores!”, señaló.

A Judy, que recientemente la vimos en el rol de la secretaria chismosa de la La ley del corazón, realmente la lanzó al estrellato la telenovela Destino: la ciudad (1967). Pero también tuvo roles memorables en Yo y tú (1966), Dos rostros una vida (1968), Candó (1969), Vendaval (1974), La vorágine (1975), La feria de las vanidades (1975), Recordarás mi nombre (1976), La mala hora (1976), Un largo camino (1977), Cachaco, palomo y gato (1978), El caballero de Rauzán (1978), La abuela (1979), El virrey Solís (1981), Las estrellas de las Baum (1984), Camelias al desayuno (1985), La intrusa (1986), Zarabanda (1989), Calamar (1990), Momposina (1994), La saga, negocio de familia (2005), Hasta que la plata nos separe (2006) y La cacica (2017), entre muchas otra telenovelas y series, sin contar su paso por el teatro y por el cine.

Pero tal vez la telenovela que más huella dejó en su carrera actoral fue Señora Isabel (1993). Esta señora linda, respetada en el gremio y con mucha clase y glamour, protagonizó esa novela que trascendió fronteras, y cuyo guión fue escrito por su esposo. La dirección estuvo a cargo de su gran amigo Alí Humar. “Fue un personaje muy lindo que hice a los 50 años, y por el que la gente me recuerda mucho”, dijo. Álvaro Ruiz y Luis Mesa fueron los coprotagonistas.

Judy en el final de la exitosa telenovela Las Juanas .

Enemiga de dar consejos, dice sin embargo que cuando le piden uno suele responder algo sencillo pero que, asegura, es clave: “A todos les digo que vean la actuación no como un oficio, sino como una profesión de la que se puede vivir dignamente si la respetan. Al público hay que respetarlo y uno tiene que respetarse y cuidarse mucho”, dice finalmente.

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