Vanessa Restrepo Hoyos
Columnista / 27 de marzo de 2021

¿Por qué tantas preguntas ahora?

La vacunación contra el SRAS-CoV-2 (Covid-19) es el tema del momento. No pasa un día sin que recibamos noticias de distintas fuentes, que en ocasiones, en vez de esclarecer nuestras dudas, lo que hacen es confundirnos aún más. De igual manera, las conversaciones en torno a ella se han vuelto redundantes y para la muestra, un botón: esta columna.

Es más que entendible. No nos están ofreciendo cualquier tipo de vacuna, sino unas que representan la esperanza de ponerle fin a esta pandemia y que históricamente se han creado en tiempo récord, pese a que muchos científicos afirman que desde hace unos 20 años se venían realizando investigaciones sobre los primeros tipos de SRAS y que por ello, ya tenían bastante data acumulada para la fabricación de las vacunas contra esta nueva especie.

Sin embargo, son muchos los interrogantes que nos siguen dando vuelta en la cabeza desde que empezaron a aplicar las primeras dosis: ¿Cómo actúan las vacunas contra el Covid?, ¿Quiénes pueden ser vacunados?, ¿En cuánto tiempo empezarían a protegernos?, ¿Desde qué edad se pueden vacunar nuestros hijos?, ¿Qué diferencias hay entre cada una de las vacunas?, ¿Cuánto tiempo debe esperar para vacunarse una persona que tuvo Covid?, entre otros.

Asimismo, seguimos caminando a ciegas con respecto a su efectividad y muchos las ven con recelo por miedo a llegar a tener efectos secundarios en el futuro. Por lo tanto, pese a que la mayoría se muestra entusiasmada hacia los programas de vacunación, algunos todavía no han decidido si llegarán a vacunarse cuando abran la fase que les corresponde.

En este río de información que nos arrastra de un lado a otro, vi dos vídeos en YouTube que me llamaron la atención:

1)The Try Guys, (programa en línea estadounidense) en donde entrevistaron al científico e inmunólogo Dr. Anthony Fauci, director del Instituto Nacional de Alergias y Enfermedades Infecciosas de Estados Unidos y uno de los principales encargados de ocuparse de la pandemia en ese país, quien afirmó que el chance de que las vacunas produjeran efectos adversos a largo plazo era extremadamente bajo.

2)Vox (sitio web de noticias estadounidense) titulado: “¿Por qué no puedes comparar entre sí las vacunas contra el Covid-19?” en donde presentaron a las seis más conocidas con sus respectivas tasas de efectividad:

1.Pfizer/BioNTech (95%)

2.Moderna (94%)

3.Sputnik V (92%)

4.NovaVax (89%)

5.Oxford/AstraZeneca (67%)

6.Johnson & Johnson (66%)

Si solo nos guiamos por los porcentajes que arrojaron los ensayos clínicos de cada una de estas vacunas, es más que natural pensar que la de Pfizer/BioNTech y la Moderna son las mejores.

Pero, según explicó una experta del departamento de microbiología de la Universidad de Washington y  un representante del Centro Johns Hopkins para la Seguridad de la Salud, pese a que las vacunas Pfizer/BioNTech y Moderna tienen las tasas de efectividad más altas, sus ensayos clínicos se realizaron en el verano de Estados Unidos cuando el número de contagios era más bajo, mientras que los de Johnson & Johnson fueron a fines del año pasado cuando la pandemia sufría uno de sus picos tanto en Estados Unidos como en otros países, principalmente, en Sudáfrica y Brasil, en donde el virus se había convertido en uno diferente al del país del norte ya que comenzaba a desarrollar variantes mucho más contagiosas que el virus original, aumentando la posibilidad de que los participantes para dichos ensayos se enfermaran más fácilmente.

Por consiguiente, para estos especialistas es fundamental tener en cuenta que los ensayos clínicos de cada una de estas vacunas no solo se realizaron bajo circunstancias y momentos diferentes de la pandemia, sino también en distintos países y poblaciones y que por esto, se podría decir que sus porcentajes no necesariamente son la medida más importante para determinar qué tan efectivas son en realidad.

Su conclusión: todas las vacunas en este listado son igualmente buenas para ir mermando el virus y terminar con la pandemia, ya que su principal objetivo es el de protegernos lo más que puedan, amainando el chance de contagio y en caso de contraerlo, evitando que pase de un resfriado para así minimizar el riesgo de ser hospitalizados o, en el peor de los escenarios, de morir.

Estas últimas referencias me llevan a pensar que, a fin de cuentas, bastantes son las vacunas que me han puesto en la vida contra algunas enfermedades cuyos nombres ya ni recuerdo y no creo que mis padres en esa época hayan cuestionado su tasa de efectividad o si me dejaban secuelas.

Lo mismo ha ocurrido con mis hijas. Les han aplicado las vacunas recomendadas por su pediatra, entre ellas, la de la varicela, una que ni siquiera existía cuando era pequeña y les confieso que, pese a que debería, nunca he investigado sobre ella.

Y así como yo, millones de personas son vacunadas a diario contra diferentes enfermedades y virus, incluida la de la influenza, la cual los doctores nos aconsejan ponérnosla anualmente.

Si bien muchas de ellas no fueron creadas a gran velocidad como las del Covid, igualmente pasaron por ensayos clínicos y fueron alguna vez nuevas en el mercado. Entonces, ¿por qué ahora nos hacemos tantas preguntas sobre estas?

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