Por estos días, la gran mayoría de las familias están haciendo todo tipo de maromas para garantizar una educación medianamente digna a sus hijos. Pero la tarea no ha sido nada fácil.
Bien sabido es que la educación es lo único que permite la transformación de la sociedad. Entre más elevado es el nivel educativo, más productivos, más creativos y más sanos mentalmente son los seres humanos. La educación es clave para alcanzar muchos objetivos individuales y colectivos.
Adicionalmente el sueño de todo padre es brindarles a sus hijos la mejor de educación (instrucción) posible. Pero esto es cada día más difícil por los costos de las instituciones privadas y por la escasez de cupos en las instituciones públicas, muchas de las cuales no tienen el nivel óptimo que se necesita para por lo menos ser competitivos.
Hablando de costos, en nuestro país existen instituciones privadas de nivel secundario (bachillerato) que cobran una mensualidad hasta de hasta cuatro millones de pesos por joven. Y un colegio de los denominados ‘medios’ tiene tarifas de un millón de pesos mensuales. Un poco menos de un salario mínimo.
De acuerdo con datos oficiales, el 15,7% del total de personal ocupado en Colombia devengan un sueldo equivalente a un salario mínimo. Este porcentaje representa unos 3,4 millones de personas, de un total de 22 millones de trabajadores que tiene el país. Y el promedio de las familias colombianas tiene dos hijos para educar.
Por estos días, en el país, la gran mayoría de las familias están haciendo todo tipo de maromas para garantizar una educación medianamente digna a sus hijos. Pero la tarea no ha sido nada fácil.
MiREDVista.com habló con varios padres de familia sobre los costos educativos. Averiguó, por ejemplo, que los gastos de matrícula y otros en el inicio del periodo escolar para un joven de bachillerato de un colegio privado que se encuentra en el rango medio -no solo por sus costos, si no también por los resultados que sus estudiantes han obtenido en las pruebas de Estado-, están cercanos a los $2.600.000. De los cuales, $1.100.000 corresponden a la matrícula, $900.000 son para textos y el pago de la famosa plataforma educativa, unos $200.000 corresponden a útiles (lápices, colores, cuadernos, etc), $300.000 corresponden a uniformes, y otro tanto corresponden a exámenes médicos y otros gastos menores.
Ese padre de familia deberá pagar cada mes, de febrero a diciembre, $950.000 por concepto de mensualidad, transporte, e inglés. Todo esto sin contar con lo que deberá destinar para meriendas, y gastos extras. ¿Cómo lo hará?
LO QUE PESA EN LOS COBROS
Se supone que los cobros en los colegios están sustentados en los gastos de las instituciones. Entre ellos, los más importantes deberían estar relacionados con el pago a los maestros y el personal administrativo.
El salario de un profesor normalista en Colombia es un poco superior a los $2.000.000 mensuales, con 40 horas de trabajo semanal. Ese salario es muy inferior al que gana un congresista y muchos profesionales que no tienen la gran responsabilidad de un educador.
A esos costos hay que agregarles los que se generan por el pago del personal de servicio y administrativos: celadores, aseadores, secretarías, asistentes, consejeros y otros. Más los gastos locativos: arriendo y/o mantenimiento del local donde funciona, pago de impuestos y pagos de servicios.
Entonces, mantener un plantel educativo no es barato en este país, donde la educación no parece ser lo más importante para los gobernantes.
La Constitución Política de Colombia en su artículo 44 consagra la Educación como un derecho fundamental de los niños, y en su artículo 67 señala que es un derecho de la persona y un servicio público que tiene una función social y que será gratuita en las instituciones del Estado, sin perjuicio del cobro de derechos académicos a quienes puedan sufragarlos.
Sin embargo, esto no es así. Entre otras cosas porque el presupuesto de la Nación para Educación siempre ha sido bajo. En 2023 es de $5,8 billones que deben invertirse en mejorar la infraestructura educativa, promover la formación docente, aumentarán los recursos de Ley 30, subsidiar la tasa y condonación de créditos Icetex y fortalecer el presupuesto de las Instituciones de Educación Superior públicas.
LUCHAR POR LA CALIDAD
Costosa y todo, lo que más preocupa de la educación en Colombia es su calidad. Estudios recientes demuestran que el país, entre 112 países en los que se analizó la calidad, ocupa el puesto 81, teniendo en cuenta, básicamente, el nivel de inglés.
En términos general nuestro país tampoco queda bien parado cuando se compara con los niveles de otros países como Chile, Uruguay, Costa Rica y Argentina. Esa calidad está directamente relacionada con la inversión que los países hacen al respecto. Si se mira cuáles son los que más invierten en educación, vemos que en los primeros lugares están Uruguay, Costa Rica y Chile.
La calidad de la educación depende de tres factores fundamentales: la fortaleza ética y profesionales de los profesores, la capacidad de conducción y manejo de los directores o rectores, y una política pública que la ponga a la altura de las necesidades mundiales.
Está claro que en el país la mayoría de los profesores, especialmente de los que están en las áreas más apartadas y marginadas del país tienen más corazón que conocimientos. En su mayoría son personas que tienen la enseñanza como un apostolado y que trabajan con las uñas y son poco valorados. Esta valoración se extiende prácticamente a todos los niveles. En Colombia no somos conscientes de la importancia de un buen maestro, de un maestro preparado, actualizado, que tenga el tiempo necesario para prepararse y acompañar a sus alumnos.
Se ha dicho que el techo de la calidad de la educación en cada escuela es la calidad del trabajo de los docentes, por lo tanto, los primeros esfuerzos que debemos hacer es mejorar la preparación de los maestros y ofrecerles condiciones dignas de vida. De ahí, dicen los expertos, partirá la reforma necesaria a contenidos y formas de transmitirlos.
Hay materias que desaparecieron y deben volver, hay materias nuevas que deben incluirse en los pénsum escolares, y hay otras que deben quedar solo para quienes las necesiten según sus habilidades e intereses. En la red uno encuentra las respuestas que los profesores dan en el aula.