Patricia Escobar
Columnista / 4 de septiembre de 2021

Se buscan 160 honestos

No recuerdo haber vivido una precampaña electoral a la Presidencia de Colombia con tantos candidatos, posibles candidatos o candidatos ya fijos.

Creo, a vuelo de pájaro, que hay más de 20 nombres en la palestra: Gustavo Petro, Sergio Fajardo, Rodrigo Lara, Alejandro Gaviria, Federico Gutiérrez, Alexander López, John Milton Rodríguez, Francia Márquez, Mauricio Cárdenas, Paola Holguín, Paloma Valencia, Juan Carlos Echeverry, Enrique Peñaloza, Roy Barreras, Rodolfo Hernández, Miguel Ceballos, y otros tantos.

La mayoría de ellos están en el complicado proceso de recolección de firmas (más de 581 mil), y muy seguramente cuando se cierre el plazo para logarlo (17 de diciembre), el número disminuirá, pero seguirá siendo alto.

El domingo 13 de marzo del 2022 se realizará la jornada para elegir Presidente y Congreso. Los aspirantes al órgano legislativo podrán inscribirse entre el 13 de noviembre y el 13 de diciembre.

Que haya tantos hombres y mujeres aspirando a dirigir un país “quebrado y corrupto”, me llama la atención, pero lo que me atormenta es que, cada vez que se conoce un nombre, las redes sociales se encargan de “sacar todo su pasado oscuro”, de relacionarlo hasta con el primer familiar que llegó de otras latitudes para asentarse aquí, y todos parecen tener “algo que ocultar”. Y resulta que no hay uno solo personaje que pueda lanzar una piedra, por aquello de “quien esté libre de pecado que lance la primera piedra”.

Si eso es con quienes aspiran a la Presidencia, creería que, para aspirar al Congreso, las cosas no serán muy distintas.

Duele entonces saber que el cuento de que los buenos somos más está alejado de la realidad. Y duele también la ignorancia en cuestiones de política que tenemos los colombianos. Nos enfocamos en el candidato a la Presidencia y no le ponemos atención a quienes aspiran al Congreso.

No importa quién sea elegido a la Presidencia si tenemos un Congreso mediocre, flojo, alejado de la realidad de este país, y además corrupto. En el país todo, pasa por las manos del Congreso, y por eso es tan importante elegir a un muy buen senador y a un muy buen representante. Hay que elegir a gente honesta y trabajadora.

Los colombianos tenemos que centrar nuestros esfuerzos en apoyar a los mejores de los que se lancen y apoyar a quienes les da miedo medirse en una contienda que por esas cosas de nuestro país, cuesta un dineral, y no garantiza el éxito.

No podemos seguir vendiéndonos, ni por compromisos, ni por intereses personales, ni por un puesto o un saco de cemento. No podemos satisfacer el estómago con un pastel y morir de hambre 4 años. No podemos dejar que quienes ganan millones en nuestro nombre, en nuestra representación sigan pasando de agache ante tanta iniquidad, ante tanta injusticia. De pronto es muy temprano para hablar del tema, pero si ya los candidatos “se están lanzando al ruedo y se están preparando” nosotros, los electores, deberíamos comenzar a estudiar las hojas de vida. Me resisto a creer que en el país no haya un solo personaje digno de ocupar una posición de poder. Claro, el problema es que no necesitamos uno, necesitamos por lo menos 150 personas con una hoja de vida intachable, bien preparados, honestos y trabajadores. Comencemos a buscarlos.

El Congreso es un cuerpo colegiado conformado por 102 senadores y 166 representantes, en el que cada uno, dentro de sus respectivas comisiones, tiene igualdad de poder y de responsabilidad. Y como las decisiones generalmente son la mitad más uno, necesitamos por lo menos 160 personas que no nos avergüencen.

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