Empresariales / 19 de marzo de 2022

Seis manos creativas que se reactivaron con el Carnaval

En el taller de modistería de Genith Gamarra se trabaja por estos días a toda máquina.

Alix López

Genith Gamarra, Luis Miguel Rolong y Óscar Ortiz son los encargados de diseñar vestidos de cumbiamberos, capas de garabato y zapatos para varios grupos folclóricos, oficio que los dejó de brazos cruzados por la pandemia. El Carnaval generará empleo para los más 30.000 hacedores y otras 23.500 personas cuyas actividades dependen de la temporada.

Luis Miguel Rolong es bailarín profesional, pero también artesano que aprendió de sus ancestros de Chorrera.

Por estos días previos al Carnaval de Barranquilla, Luis Miguel Rolong está rodeado de pedrería fina, flores en cinta raso, plumas, lentejuelas, hilos, entre otros.

Con cada uno de estos materiales está dedicado a decorar varias de las capas de los integrantes del Garabato de la Universidad Libre en el que él además baila desde el 2012.

En cada trabajo plasma una obra de arte que él pacientemente, como buen artesano, deja listo en 25 días.

Nacido en el corregimiento de Chorrera, municipio de Juan de Acosta, asegura que se siente orgulloso cada vez que observa a uno de los integrantes del garabato danzar con una de sus capas.

Él es uno de las manos creativas que se reactivaron con el retorno del Carnaval, que en su opinión no solo es la fiesta más importante de Colombia sino que es sinónimo de generación de empleo como en su caso.

Cifras de la Secretaría de Desarrollo Económico revelan que el regreso del Carnaval generará empleo para los más 30.000 hacedores y otras 23.500 personas cuyas actividades dependen de la temporada. 

Un estudio realizado por el Distrito, Cámara de Comercio y Fenalco reveló que la edición 2020 del Carnaval 2020, representó un movimiento de más de 408.000 millones de pesos, una suma que impacta el comercio, la gastronomía, la hotelería, el transporte y el entretenimiento, entre otros.

Rolong, que además de artesano estudia danza profesional en la Universidad del Atlántico y es egresado del mismo programa de la Escuela Distrital de Arte, procede de una familia de artistas.

Recuerda que el arte del tejido lo aprendió de sus abuelas Dilia Molinares y Olinda Molinares (fallecida), comerciantes que llevaban sus mochilas para comercializarlas en Barranquilla, Ciénaga y La Guajira.

Pero además, las dos matronas trabajaban el oficio en fique, corteza de plátano, mimbre e hilo de terlenka con el que elaboraban ropa, canastos, pavas y escobas de palito, entre otros.

El hijo de Rosibel (comerciante) y del acordeonero Rubén Darío Rolong, dirige además la danza Ritmo ancestral en su tierra natal, pero que por pandemia no podrá salir este año.

Para Rolong, el retorno del Carnaval es la posibilidad de mostrar su arte en la danza del Garabato de Unilibre, pero también es la posibilidad de generar ingresos a través de las capas.

“Trabajo en pedrería fina, flores en cinta raso, lentejuelas, dibujamos sobre la tela, en el que e apoya un artista plástico de Baranoa, decoro los sombreros con plumas, moños, pero también collares, pulseras, tocados, peinetas. Le pongo mi sello personal”, dice emocionado.

Genith Gamarra, nacida en Magangué, tiene su taller de modistería «invadido» por trajes de cumbiamberos.

El taller de Genith Gamarra

Ya en esta fase final de la fiesta, Genith Gamarra no da abasto para diseñar y coser los trajes de cumbiamberos que cuelgan a lo largo y ancho de su taller de modistería en el barrio La Luz, en plena calle 17.

Ella cuenta que por ser temporada alta, a diario se levanta a las 3 de la madrugada para sentarse en su máquina y que solo a las 10 de la noche la apaga para irse a dormir.

Con apoyo de su esposo Ramiro Osorio y de otras seis modistas, está encargada de elaborar 83 piezas entre vestidos para hombre y mujer para integrantes de El Gallo giro, el grupo de profesores de la Asociación de Educadores del Atlántico y Rumbazo de La Chinita.

«Muchos de los grupos no estrenaron vestuario en su totalidad por la pandemia, otros mandaron a hacer blusas, pero por eso no me hago a más compromisos para no quedar mal y cumplir con la clientelela», añade.

Coincide con otros empreddores en que la celebración del Carnaval 2022 después de un año de receso es para ellos «una bendición económica».

Óscar Ortiz es fabricante de calzado. Por estos días trabaja para las marimondas del Barrio Abajo.

350 pares de zapatos para las marimondas

Nació hace 50 años en Bucaramanga (Santander) pero desde hace 40 años vive en la urbanización El Parque de Soledad. «Desde entonces quiero mucho a Barranquilla», dice Óscar Ortiz Avendaño.

Los zapatos para las Marimondas del barrio Abajo ya fueron entregados.

De profesión fabricante de calzado, Ortiz es el encargado de fabricar el calzado de grupos de Carnaval como las Marimondas del barrio Abajo, que dirige Patricia Gómez.

«Siempre he estado muy vinculado a la fiesta, la pandemia nos dio muy duro a todos, pero acá estamos reiniciando», dice.

El pedido más grande fue para las marimondas a quienes les fabricó 350 pares de zapato elaborados en lona que tuvo listos en 15 días porque trabaja con 6 empleados entre zapateros y cortadores.

En el resto del año tiene demanda de clientes particulares, sobre todo de quienes distribuyen en los municipios.

«Todos nos beneficiamos de la fiesta porque siempre hay trabajo para todos en todos los sectores. Es lo bonito del Carnaval», dice.

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