Dr. Rodolfo Vega Llamas
Columnista / 24 de febrero de 2024

Ten cuidado con la furia de un hombre paciente

Esas personas que saben sufrir y tolerar las contrariedades y adversidades con fortaleza y sin lamentarse, son personas que saben tolerar situaciones molestas, irritantes o de adversidades con tal de evitar un conflicto mayor, y sobre todo sin alterarse.

La paciencia se ve reflejada en nuestro carácter, en la vida diaria, cuando tenemos problemas o tratamos de entender a alguien que actúa de manera negativa. Es aquí donde quienes no tienen paciencia gritan, golpean o dicen cosas sin sentido de las cuales más tarde terminan arrepintiéndose, y no solo dicen palabras, también realizan agresiones físicas lamentables.

Me atrevería a decir que la paciencia además de ser una actitud, el ser paciente y poder soportar contratiempos y dificultades, nos puede llevar a conseguir un bien.

Dicha palabra proviene del latín pati, que significa sufrir. De hecho el participio patiens se introdujo al castellano como paciente ( en los hospitales) o el que sufre.

La paciencia es un rasgo de personalidad prudente. Es una virtud saber esperar que las cosas sucedan con calma, con estoicismo, ya que piensan que las cosas que no dependen estrictamente de uno, se les debe otorgar tiempo.

La paciencia esa virtud como dije anteriormente que nos permite mantener la calma en situaciones desafiantes es fundamental para el bienestar emocional.

Tenemos que entrenar el cerebro en paciencia, eso nos ayudará a reducir la impulsividad y posterior arrepentimiento. Y no hay que confundir paciencia con cobardía, esta falta de ánimo, amilanamiento, pusilanimidad, apocamiento, miedo, temor, o inausencia de valor, determinación para actuar cuando es necesario ante una situación comprometedora.

Ejemplos de paciencia es contener la molestia que causan los reveses o avatares de todos los días; por ejemplo, cuando tenemos que esperar la salida de un vuelo que sufre un atraso, o que nos atiendan en algún sitio, o para realizar un trámite esperar el resultado de un examen, o la fiesta imprudente de algún vecino en hora no convencional.

La paciencia aporta calma y perspectiva cuando las cosas no salen como esperábamos.

Nos enfocamos hacia posibilidades constructivas; contribuye a que tomemos mejores decisiones.

Hay que cultivar el valor de la paciencia en los niños ya que vivimos en un mundo que nos propone, reglas, límites, tiempos, horarios y rutinas; tener paciencia nos permite vivir tranquilos como seres humanos sociales.

La paciencia le enseña al niño a calmarse, respirar, ver los detalles y reconocer sus errores. En resumen, un niño que sus padres y el colegio le enseña a ser paciente aprenderá a vivir mejor en sociedad y estará mejor adaptado en la comunidad.

Los niños impacientes los vuelve inflexibles cognitivamente. Eso impide cualquier aprendizaje, sea escolar, social o emocional, será un asunto intolerante en el futuro.

Me atrevería a decir que el primer laboratorio para que un niño desarrolle la paciencia es la familia, el colegio es un complemento fundamental.

En estos tiempos donde los adultos se ven abrumados por dia a día, ¿cómo pueden dar ejemplos de paciencia a sus hijos?

No se nos olvide esta virtud de tener paciencia; recordemos que desde que nacemos tenemos que construir un criterio propio.

No se nos olvide que el valiente huye hacia adelante vitalmente y el cobarde huye hacia atrás mortalmente. Lo importante de un ser paciente es que cuando actúa, lo hace con decisión y firmeza haciendo frente a sus miedos, inquietudes y dudas.

La paciencia y la valentía se asocian en los grandes actos, pero no olvidemos que también se demuestra en los pequeños actos y comportamientos.


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