Patricia Escobar
Columnista / 18 de julio de 2020

Un poco de amor por la Patria

Colombia vivió varias declaraciones de independencia en el período de consolidación como nación, pero fue la del 20 de Julio de 1810, la que, 63 años después de la firma del Acta de Revolución, en 1873, fue proclamada por el Congreso de la época, y quedó en la memoria colectiva de los colombianos.

Lo ocurrido en Santa Fe alrededor del increíble préstamo de un florero, no fue ni la única, ni la más certeras de las luchas libertarias. Pero esa es la fecha en la que celebramos nuestra independencia.

En los últimos años la celebración como tal ha sido cuestionada, pero cualesquiera que sean los motivos o argumentos, el 20 de Julio debería ser un día, es el que tenemos, para pensar con amor en el país que nos vio nacer. Pensar en lo que esta tierra tiene para darnos: dos mares, numerosos ríos, lagos y lagunas, una gran diversidad de paisajes, climas, fauna y flora, abundantes recursos minerales, y sobre todo, unos compatriotas que por naturaleza son luchadores, creativos, alegres, trabajadores.

Lo que pasa es que nos acostumbramos a ver el país que no nos gusta: el de los políticos corruptos que nos tienen con los servicios básicos, de salud y educación más rezagados del continente. Nos hemos acostumbrado a ver un país indolente que no ha entendido el valor del voto y el poder que da elegir y ser elegidos; nos hemos acostumbrados al ver un país lleno de personas que esperan que las cosas le caigan del cielo o se los regale el “papá gobierno”; y con personas que se pasan la vida criticando sin aportar nada para salir de los problemas.

Nos olvidamos de que antes y después del 20 de Julio de 1810 muchos colombianos dieron la batalla para tener un país soñado, justo, equitativo, soberano, independiente, que es lo que precisamente no tenemos, por culpa también de las generaciones que sobrevivieron a los valientes y se olvidaron de sus motivaciones, de sus luchas y anhelos. Generaciones que comenzaron a pensar de forma individual, para su propio beneficio, ignorando lo colectivo.

Pero este encierro que ha desnudado muchas realidades debería también despertar en nosotros un sincero amor por lo que tenemos, y lo que tenemos es un país rico que merece nuestro respeto como espacio territorial, que merece que la amemos y le expresemos esa gratitud con hechos. Que merece que nos convirtamos en los nuevos guerreros para defenderlo de quienes quieren explotarlo o dañarlo.

Izar la bandera este 20 de julio podría demostrar que nos sentimos orgullosamente colombianos. Podría demostrar que amamos la patria donde nacimos y hemos crecido. Podría demostrar que unidos podemos salir adelante, engalanar la tierra. Podría demostrar que somos los soldados de hoy.

Lo sucedido el 20 de Julio de 1810 fue un acto simbólico alrededor de un florero, como simbólico y significativo puede ser que todos saquemos nuestra bandera y con el mismo orgullo que colocarnos la camiseta de la Selección de Fútbol, expresemos nuestra fe en un país que requiere de todos para salir adelante. Una nación que requiere un poco de amor de nuestra parte.

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