Patricia Escobar
Columnista / 5 de junio de 2021

Yo creo

A pesar de que mi padre, un antioqueño con mentalidad de arriero, haya muerto hace un poco más de 40 años, no olvido que siempre decía que él se vino a instalar a Barranquilla porque era, en ese entonces, “la ciudad del futuro”, “el mejor sitio para vivir y morir”.

Esas expresiones no fueran tan valiosas si no hubiesen salido del alma y la boca de un regionalista de talla mayor, fiel exponente del antioqueño que siempre ha pensado que son y están en el mejor lugar del mundo.

Como buen antioqueño vivió en varias ciudades de Colombia y cuando ya sentó cabeza de verdad, lo hizo en Barranquilla donde comenzó desde cero, con esposa antioqueña y dos pequeñas hijas. Vivía maravillado con el mar, con el río y con la ciudad que lo acogió.

Y esas expresiones vuelven hoy a mi mente a raíz de la campaña lanzada en esta semana por la Alcaldía de Barranquilla y la Gobernación del Atlántico que muestran al territorio como el mejor lugar para vivir, trabajar, estudiar y hacer turismo.

“Ven vive Barranquilla, vive Atlántico” es una alianza entre los sectores público y privado, entre la Alcaldía y la Gobernación, los empresarios y la academia, que en el fondo lo que pretende principalmente es reactivar la región con exenciones tributarias para la relocalización de empresas y una gran cantidad de opciones y beneficios que pueden ofrecer una ciudad y un departamento rodeado por mar y río, con gente buena y una rica cultura y tradición.

La Barranquilla de los años 60 tenía unos caños por donde llegaban canoas llenas de frutas, tubérculos y verduras; tenía un barrio que parecía un pesebre (Simón Bolívar), y otro que era una especie de copia de los más destacados barrios de La Florida, tenía el mejor acueducto del país y una empresa que lo tenía a cargo junto con el servicio de alcantarillado y aseo, tenía un puerto con gran actividad y un servicio de transporte fluvial que nos comunicaba con el interior del país. En fin, Barranquilla era “la octava maravilla” y eso se vio reflejado en la gran migración que se recibió por ese entonces. Migrantes del interior del país y del exterior vinieron y se instalaron en esta ciudad. Lo que sucedió en los años posteriores a ese lujo de ciudad es de dominio público. Caímos y nos estamos levantando.

De esta ambiciosa campaña hay que destacar muchas cosas que son importantes en estos momentos: 1. Que el trabajo en equipo da más y más rápidos resultados. 2. Que si uno no cree en lo que tiene, nunca podrá saber todo lo que el mundo nos depara. 3. Que mirar con optimismo el futuro es contagioso. 4. Que todos tenemos que aportar por lo menos un grano de arena para conseguir el anhelado derecho a vivir con equidad. Y 5. que nunca es tarde para volver a empezar, para volver a creer.

A pesar de todo lo que nos falta como ciudad, a pesar de las grandes diferencias existentes entre los pobladores, a pesar de los atrasos en muchos aspectos sociales, Barranquilla y el Atlántico tienen mucho por “explotar”, mucho por conocer, mucho por ofrecer, mucho por disfrutar y mucho por lograr.

Los ciudadanos debemos comprometernos a ser mejores personas cuidando lo que tenemos, sintiéndonos orgullosos de la tierra en que nacimos y/o vivimos. Y para ello debemos conocer el territorio y conocernos a nosotros mismos, tenemos que valorar lo local y apoyar lo local. Estoy segura de que el 80% de los barranquilleros sólo conocen dos de las más de 10 playas que tiene el departamento. Estoy segura de que los barranquilleros no saben que aquí hay buenos destinos turísticos con un sistema vial de lujo, y que creemos que las únicas fiestas culturales se desarrollan en Barranquilla y Santo Tomás.

Los barranquilleros y atlanticenses tenemos que salir fortalecidos de esta pandemia, remando para el mismo lado, con fe y compromiso, no esperando que todo nos caiga del cielo o nos lo dé el papá Gobierno, comprometiéndonos a que el cambio y la lucha contra la corrupción nace en nuestros propios hogares y con nuestras propias acciones.

Yo, como mi padre, creo que está será la mejor ciudad para mis nietos.

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