El Secretario General de la Gobernación del Atlántico habla de su pasión por el ciclismo recreativo, un deporte que conoció recientemente y que le ha servido para tener una mirada y un contacto muy estrecho con el departamento.
Nacido en San Juan del Cesar, un bello y musical municipio del sur de La Guajira en el que soñaba que sería futbolista, puesto que su vida se la pasaba entre los libros y los picaditos o partidos de fútbol en la cancha que está frente a su casa natal, Raúl Lacouture Daza es hoy por hoy uno de los más entusiastas ciclistas recreativos del Atlántico y el Secretario Privado y mano derecha de la gobernadora Elsa Noguera.
Administrador de Empresas de la Universidad de La Salle y especialista en Finanzas de la Universidad del Norte, cuenta con más de 15 años de experiencia profesional y una gran trayectoria en el sector público, con amplios conocimientos y destrezas en el manejo de temas de hacienda pública, financieros, administrativos, de proyectos y políticas en el sector de vivienda y agua potable.
En lo público comenzó en la Alcaldía de Barranquilla como jefe de la Oficina de Servicios Corporativos en el 2008. Fue luego Jefe de Presupuesto y durante los años 2012 hasta mediados del 2016 ejerció como Secretario Distrital de Hacienda. En el Ministerio de Vivienda, Ciudad y Territorio fue secretario General en el periodo 2016-2017.
Aunque su primera bicicleta la recibió del Niño Dios siendo muy chico, el contacto con ella lo tuvo de siempre y dice que uno de sus recuerdos más gratos de la niñez y juventud está relacionado precisamente con una de tipo panadero, de esas que ya poco se ven por estos lados. “Mi familia tenía una distribución de panes y en una bicicleta llevábamos los productos a las tiendas cercana. En ella tuve mi primer contacto con el ciclismo”, recuerda.
Hasta los 18 años, cuando no existía nada que los distrajera distinto al fútbol, todas las tardes y fines de semana se dedicaba a jugar. “No era el mejor, pero sí me defendía bien como un defensa fuerte”, comenta con cierto orgullo.
POR CULPA DE LA PANDEMIA
La práctica del ciclismo deportivo es una de las cosas buenas que le ha dejado la pandemia; antes de que nos limitaran el contacto social iba a un gimnasio que cerraron y en septiembre del año anterior decidió hacer ciclismo. Comenzó con el de montaña, que practicó con el juicio y la disciplina que lo caracterizan, pero con el tiempo “descubrió” el ciclismo de ruta y se le midi, asumiendo un reto personal.
“Cuando íbamos en carretera me di cuenta de que todos me dejaban botado y decidí cambiar a esta modalidad y darle duro. Con ella recorro más kilómetros, me ejército más y me permite estar a solas conmigo mismo, recordar gratos momentos, visualizar el futuro, cantar vallenatos viejos, y conocer más este hermoso y rico departamento y sus gentes maravillosas. Hoy, gracias a la práctica del ciclismo tengo una mejor salud, me siento más activo y han desaparecido unos dolores de espalda que antes siempre me acompañaban”.
En estos 9 meses de práctica juiciosa del deporte, el mayor recorrido que ha realizado es de 120 kilómetros que hizo en la competencia Gran Fondo Caribe, donde la exigencia fue muy alta y lo obligó a estar 4 horas y 20 minutos sobre la bici corriendo a 27 kilómetros por hora en promedio. “Haberlo logrado fue enorme”, asegura. Y las experiencias que le dejó ese reto para el que se preparó como lo hacen los profesionales, fueron inolvidables, asegura. “Fue una muestra de que si uno quiere conseguir resultados tiene que ser constante y disciplinado”, sentencia.
CICLISMO Y VIDA
Raúl Lacouture ha sentido el dolor físico de una exigencia. Ha sentido varias veces que se queda sin aire ni fuerza, pero afortunadamente no ha tenido ningún accidente. Ello le ha permitido entender que uno puede pedalear en la vida como se pedalea en el deporte: con alma, con pasión, con verraquera, con fuerza interior. “El tema del ciclismo se asimila mucho a la vida misma. Cuando uno se cae muy fuerte en la vida, uno tiene que levantarse más fuerte, pararse y ver las nuevas oportunidades, ver que el esfuerzo, la pasión, el sacrificio que le metes a la vida son directamente proporcionales a los resultados que obtienes. En la vida como en el ciclismo, no hay que quedarse en las caídas, hay que levantarse y salir adelante”, dice.
Para quienes conocen de cerca a este funcionario estrella de la Gobernación, excelente trabajador y gran compañero de amenas charlas y tertulias, según lo describen sus amigos, no es extraño su gusto por las parrandas y las reuniones con amigos, y entonces uno se pregunta, ¿cómo puede combinar esos gustos tan distintos? Pues con disciplina, contesta
“La noche anterior a salir para las carreteras me preparo mentalmente. Visualizo el recorrido, me digo a mí mismo: sí puedo, sí lo voy a lograr y me acuesto temprano. No desayuno, pero me tomo un buen café y como un buen bocadillo”. Pero adicionalmente, se acuesta temprano y por una del mundo se toma un trago. “Sería irresponsable y peligroso”. Ir a una parranda no necesita preparación y la única exigencia es estar dispuesto a disfrutar.
¿Y si tocara escoger entre una carrera y una autentica parranda? Raúl contesta sin dudarlo: “No hay nada que supere una auténtica parranda vallenata. Una buena parranda no se compara con nada” y agrega que él no es un ciclista profesional, que no aspira a serlo y que la práctica del deporte lo hace por salud física y mental, para disfrutar de la naturaleza, conocer y después llegar a la casa, ingerir un buen desayuno y en la tarde compartir y tomarse un trago de whisky acompañado casi siempre por un buen vallenato. “Eso no lo pueden hacen los profesionales”, a los que siempre ha admirado y más ahora que sabe lo que es pedalear.