Vida Cultural / 23 de abril de 2022

“El silencio de mi obra es invocar a quienes no tienen voz”

Juan David Samaniego al lado de una de sus ‘mudas’.

Zoraida Noriega

Afirma el pintor barranquillero Juan David Samaniego, radicado hace 10 años en Nueva York, donde ha expuesto ‘Las mudas’  en importantes galerías.

Juan David Samaniego Restrepo estudió relaciones internacionales en Barranquilla, pero cuando fue a Nueva York a un intercambio para continuar la carrera, decidió radicarse en esa ciudad estadounidense, donde también estudió arte y diseño en la Art Students en Manhattan, entre otras instituciones.

Más pudo su gusto y admiración por la pintura que lo que lo que había estudiado en la Universidad del Norte por lo que decidió escoger el arte, que lo atraía desde muy niño; porque según él “ el arte tiene que ver mucho con el ser humano, con la dimensión que tiene y sus ideas”.

“Fue cuando pensé: “voy a darle rienda suelta a lo que más me gusta, y así comencé, pintando al óleo”.

«Con ‘Las mudas’ simplemente tengo la necesidad de poder expresar lo que yo siento y cómo veo el mundo mediante la pintura».

Samaniego

Hoy, este joven de 28 años, se ha abierto camino en ‘La gran manzana’, haciendo exposiciones colectivas y en solitario en galerías como Conception Global Art Colletive, y actualmente en Art Bar West Village, de Manhattan.

Aunque en un tiempo se dedicó a las  esculturas, su fuerte es pintar sobre lienzos en gran formato.

Como muchos artistas que reconocen la influencia de otros, ya sea porque comparten su expresividad adaptándola a su obra, por la inspiración que ejercieron o por el papel que tuvieron en sus vidas, Samaniego admite que quien más lo ha influenciado es el maestro italiano Amadeo Modigliani, ,considerado uno de los mayores artistas del siglo xx y cuyas obras se exponen en los principales museos del mundo.

Como diseñador de interiores Samaniego trabaja para muchas oficinas y apartamentos en Nueva York.

Esa técnica, considerada neoimpresionista,” influyó en mí, pero un sello característico de mi obra es el silencio”, afirma. De ahí su trabajo ‘La mudas’, son figuras femeninas en las que omite las bocas, ese órgano de emisión de la palabra, que para él “es una manera de invocar a manera de protesta, de dar a entender o darle fuerza a esas personas que no pueden hablar”.

“Creo profundamente en el poder del silencio,  lo que guarda. Para mí es muy importante cuando uno está en silencio, porque uno puede percibir más el ruido”.

En su estudio

“Yo siempre trato de expresar, dentro del arte, esos procesos que uno vive: como la soledad, la tristeza y  algo de melancolía. La forma mía de protestar a veces, es mediante el arte”.

Otro reflejo está en la paleta de color: priman los tonos terrosos y combinación del verde y el azul.

“En mi exposición (que termina el 25 de abril) la mayoría de la gente se pregunta por qué no tienen boca. Dicen que les da tristeza ver una obra así. Y es ahí donde yo pienso, la finalidad del arte es hacer sentir, que reaccione el espectador”.

“Es que los canon de belleza se han ido transformando con el tiempo. Antes, en la historia  del arte, lo bello era el perfeccionismo, primaba la belleza. Ya no, entonces lo que quiero  dar a entender es que a través del silencio, esa protesta que yo hago, es darle voz a las personas que no tienen voz o que no han encontrado una voz”, afirma.

A la pregunta si su obra es un reflejo de su personalidad, que parece ser contraria de lo que se puede pensar de un joven caribeño que en esencia es alegre y extrovertido, opina: “mi personalidad es más observadora, soy calmado, pero con mucha sensibilidad, que es la que trae muchas veces la melancolía”.

Recalca que con ‘Las mudas’ “simplemente tengo la necesidad de poder expresar lo que yo siento y cómo veo el mundo mediante la pintura”.

Samaniego, quien esta semana llegó a Barranquilla, para reconectarse con sus raíces caribeñas después de 8 años, contó también que se embarcó en el reto de escribir poesías con su libro ‘Silencios reincidentes’, y sigue ejerciendo con éxito el diseño de interiores en Nueva York, sin dejar a un lado su gran pasión: la pintura.

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