Nuestra Gente / 6 de agosto de 2022

Las alegrías y los sinsabores de un marquetero tradicional del Centro de Barranquilla

Con este moderno marco color champaña, Ronald Diaz recuperó un óleo que tenía uno en desuso.

Rosario Borrero

Ronald Diaz se inició en ese arte a los 8 años, viendo a su papá. Hoy, a sus 40 años, está al frente de una de las once marqueterías que funcionan en la carrera 43, en un pasaje en la que manos creativas enmarcan obras de arte, copias, diplomas y fotos para la posteridad.

Entre variedad de ángulos de todos los colores, calidades y precios, que sirven de muestra para que sus clientes escojan, y cantidades de fotos, pinturas, reproducciones y diplomas a medio enmarcar, o ya terminados, transcurren los días de Ronald David Diaz Quintero, un barranquillero que ha dedicado 29 de sus cuarenta años de vida al arte manual de la marquetería.

Este artista, que vive en el barrio El Pueblito con su esposa y sus tres hijos, se da el lujo de decir que el talento, la destreza, la habilidad y el buen gusto de su equipo de trabajo han dado para enmarcar obras de personajes de talla internacional como Neymar y Messi; de grandes instituciones nacionales, como el Congreso de la República, o de respetadas entidades locales como la Gobernación del Atlántico, por ejemplo.

También cuenta con orgullo que tras pasar las verdes y las maduras, gracias a su arte ha podido sacar adelante a sus tres hijos: la mayor, Saray, de 15 años y estudiante pilo de Lenguas modernas, becada en Uninorte; María, de 13 años, estudiante de bachillerato, y el menor, José David, cursa quinto de primaria.

Ronald es propietario de un de las 11 marqueterías instaladas en ese sector del Centro de Barranquilla conocido como ‘la calle de la marquetería’, que es en realidad un pasadizo bordeado de chazas en el andén derecho de la carrera 43, entre calles 38 y 39. El sitio luce medio en penumbras, pues los dueños de cada negocio se han ocupado de recubrirlo con lonas y plásticos para proteger su trabajo, y la materia prima de sus marcos. Algunos de estos marcos son elaborados allí, in situ, pero en general los más grandes los arman, como en el caso de Ronald, en bodegas que tienen en otros puntos del Centro.

En ese pasaje, que en algunos momentos se ve tranquilo y en otros luce muy agitado, se habla del Junior, de política, de los problemas del día a día, pero también de arte. Por su oficio, no sorprende que los marqueteros traten con propiedad sobre exposiciones artísticas, museos, tendencias artísticas y hasta de decoración.

HERENCIA FAMILIAR

Diaz se inició en el oficio de la marquetería a los 8 años de edad. Su papá Ezequiel Diaz, que hacía 15 años tenía negocio en ese tramo del Centro de Barranquilla, se lo llevaba para que él le hiciera los mandados. “Mi papa era plateador, hacia espejos. Somos doce hermanos y yo soy el antepenúltimo, y para esa época quienes ya estaban en la marquetería eran unos hermanos míos. Mi papá copia de ellos y yo copio de mi papá, pero yo no me quedé en lo de ellos, sino que me especialicé en grandes galerías y marqueterías y en cómo cortar el vidrio, por ejemplo”, expresa.

Ronald alistando la entrega de un cuadro que él enmarcó.

“El me traía de 8 de la mañana a 12 del día, porque ya a esa hora yo me iba a estudiar en el Insteco”, recuerda. Y apunta que en ese plantel donde se graduó de bachiller siempre estudió becado, porque era muy buen estudiante.

Pero recuerda que en su casa había muchas necesidades. “No había para comprar cuadernos, ni otras cosas, lo cual paradójicamente me ayudaba a salir adelante, pues yo tenía que subsistir todo el año con dos o tres cuadernos, y ¿cómo lo hacía? Memorizando mucho”.

Cuando terminó el colegio tenía casi 18 años y la cosa estaba muy difícil. Los recursos en la casa no daban para salir adelante, era difícil conseguir empleo. Seguía ayudando a su papá, que era una especie de marquetero estacionario y su negocio lo tenía en un carro rodante que sacaban en la mañana y en la tarde había que guardar en un parqueadero cercano, lo mismo cuando había lluvia.

 “La marquetería es un arte que tiene sus pro y sus contras, al ser un trabajo manual y al ser de alto riesgo. Manual, porque se trabaja con cartulinas, pegantes, cintas adhesivas, en fin. Y riesgoso porque se tienen que emplear una sierra eléctrica, una guillotina, se trabaja con vidrio y todos estos son elementos corto punzantes, y no es fácil. No todo el mundo está preparado para esto”, apunta.

Con el cuadro del exvicepresidente Gustavo Bell, uno de los que enmarcó para una universidad.

Tras graduarse de bachiller su papá se enfermó y a él le tocó ponerse al frente. “Pero la verdad es yo no quería ser marquetero, aunque esta es una profesión buena, pero yo quería superarme en otro campo, porque pasábamos muchas necesidades. Por eso me fui para Infantería de Marina, donde estuve 3 años, pero estando allá sufrí un accidente, caí desde lo alto y recibí golpes muy fuertes en la parte frontal de la cabeza, en el omoplato, en los hombros, y eso me causó de por vida una tendinitis aguda, por eso no puedo trabajar mucho y necesito tener a gente apoyándome. Hoy son 5 trabajadores, 5 familias que dependen de mí”.

LOS PRO Y LOS CONTRA

Para Ronald, lo más bonito de su trabajo es ver la satisfaccion en el rostro de sus clientes por llevarse un buen trabajo. Lo menos agradable es cuando se escasea un material y el cliente llega a buscar su cuadro y no lo encuentra. “La marquetería es un arte que no es de primera necesidad, en el fondo es una vanidad. Por eso cuando el trabajo se retrasa por cualquier motivo el desagrado en el cliente es muy fuerte”, apunta.

Este artesano asegura que su gremio no atraviesa hoy un buen momento, pues por la inflación, la pandemia y la crisis mundial se ha escaseado y se ha encarecido mucha de la materia prima que él utiliza. Por ejemplo, el poliuretano, que es importado de China y que ha reemplazado la madera, que está escasa. “Ya está llegando, pero con precio muy elevado. También el vidrio se escasea, y eso para nosotros es grave”, explica.

Dice que hoy están muy de moda los marcos en poliuretano. “Anteriormente todo se elaboraba en madera, pero como el país pasa un momento difícil por la deforestación, ya esa materia prima es un lujo. Por eso nos ha tocado recurrir al material sintético, una pasta sólida, reciclable, a la que se le dan unos acabados muy bonitos. Las gamas del dorado y el plateado están muy de moda, también los tonos pasteles y el negro”.

Con orgullo, cuenta que sus marcos han viajado al exterior, muy lejos, puesto que es muy conocido por algunos artistas y por personajes que le encomiendan trabajos especiales, como algunos jugadores del Junior, miembros del Congreso de la República y prestantes universidades, entre otras. “Enmarqué cuadros para Neymar y para Messi, con las camisetas de ellos. He hecho trabajos para políticos en el Congreso y para la Policía. Tuve el honor de enmarcar para la Gobernación los cuadros de todos los Gobernadores del Atlántico”, relata por último.

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