José Víctor De Castro Carroll fue uno de los hombres más importantes a nivel deportivo durante más de seis décadas.
Con sus canas de sabiduría, su pluma de oro y sus conocimientos en el deporte siempre será recordado José Víctor de Castro Carrol. Algunos con solo leer su nombre no recuerdan su legado, pero si decimos ‘Don Chelo de Castro’ todo cambia por completo.
El pasado de 20 de junio las calles barranquilleras reflejaban una soledad y al mismo tiempo una fuerte lluvia y como no. Este día a los 102 de edad, falleció el periodista más viejo del mundo, que hasta el último día nunca dejó su oficio como periodista y mucho menos su columna en el diario El Heraldo por más de 30 años.
“Siempre lo vamos a recodar como un referente del periodismo, su legado siempre quedará y al momento de hablar de periodismo deportivo toca mencionarlo como un gran ejemplo”, comentó Fabio Poveda Ruiz, comunicador de la cadena radial Blu Radio.
Esta lamentable noticia fue dada a conocer por su hijo, el músico Darío ‘Chelito’ de Castro, quien a través de un mensaje en Twitter se despidió de su padre y le agradeció por todo. “Vuelta alto Papi”.
De inmediato periodistas, congresistas y organizaciones deportivas lamentaron el deceso.
Acord, el gremio que congrega a los cronistas deportivos de los distintos medios de comunicación se manifestó de inmediato ante esta noticia.
“Acord Atlántico lamenta con incalculable pesar el fallecimiento a los 102 años del socio emérito Chelo De Castro, el periodista deportivo en activo más longevo del mundo. Pérdida irreparable para la cultura caribeña. Elevamos plegarias y palabras de cariño a su familia”, indicó el comunicado.
La secretaria de Cultura y Patrimonio del Distrito de Barranquilla, María Teresa Fernández, habló sobre esta lamentable noticia: “Lamentamos profundamente la partida del gran Chelo De Castro, importante pérdida para el periodismo de la ciudad, en sus letras nos queda el legado de una pluma que acompañó el deporte, la política y la historia de Barranquilla. Mis condolencias para sus amigos y familiares”.
Por su parte, el mandatario de los barranquilleros, Jaime Pumarejo, expresó su tristeza por la muerte del comunicador y entregó sus condolencias a sus familiares.
“Nos dejó Chelo de Castro, pero será eterno a través de sus letras y mientras se practique cualquier deporte en Barranquilla. En vida ya había ingresado a nuestro pabellón de héroes, hoy pertenece al celestial junto al campeón Perea y Fabio Poveda. Abrazo fraterno a su familia”, comentó.
El reconocido periodista deportivo Alejandro Pino Calad recordó la época del El Dorado y sus lecturas en esa época: “Cuando estaba haciendo mi tesis el trabajo de hemeroteca era clave, y entre la grande pluma que cubrieron El Dorado estaba la de Chelo de Castro en La Prensa de Barranquilla, con su prosa fluida y adjetivos curiosos (los rolos éramos «patilanudos»). Una leyenda. Paz en su tumba”.
De Castro nació el 19 de marzo de 1920, en el barrio San Roque de Barranquilla. Su hermano mayor, Chelo de Castro Tavera, fue uno de los más grandes promotores de boxeo colombiano en la primera mitad del siglo XX. Su padre el general Diego De Castro fue el primer gobernador del departamento del Atlántico y Arturo De Castro fue de los primeros impulsores del fútbol en Colombia. Además, de su hijo ‘Chelito’, José Vítcor, Darío es un famoso compositor, pianista y acordeonero.
Su carrera inició a mediados del año 1945 cuando solo tenía 25 años de edad y trabajaba como Jefe de Espectáculos Públicos en la Alcaldía de Barranquilla.
Su primer salto en el periodismo fue en La Prensa donde duró 10 años, luego se desplazó al vespertino El Nacional y allí duró ocho años hasta llegar al Diario del Caribe.
Sin parar un solo día y con varias generaciones aprendiendo de sus conocimientos, José desde el 1976 y hasta 2020 escribió una columna en el diario El Heraldo, actividad que alternaba con otras de sus ocupaciones.
Como ‘toques’ adicionales a su carrera fue dirigente de boxeo y secretario de los alcaldes Ernesto McCausland, Fernando González Pombo y Rafael Gerlein.
Publicó dos libros: La pértiga roja y Acuarelas costumbristas. Fue compañero de redacción de Gabriel García Márquez y este lo llamaba “maestro”.