Personaje / 15 de agosto de 2020

Una vallenata tiene las riendas de la economía naranja

Diana en una de sus actividades con la comunidad vallenata, en especial con los niños en los barrios de su natal Valledupar.

Patricia Escobar

Diana Molina Carvajal, la nieta de La Cacica, Consuelo Araujonoguera, estrena cargo en el Ministerio de Cultura.

“A mi nada me queda grande” es una de las expresiones que muchas veces le he escuchado a Diana Molina Carvajal, la directora de Estrategia, Desarrollo y Emprendimiento del Ministerio de Cultura. Y aunque a la ligera la frase puede sonar prepotente, en el caso de esta joven vallenata muestra su espíritu de lucha, su resiliencia, su compromiso con las causas que asume. Es fiel nieta de la recordada Consuelo Araujonoguera, La cacica.

Diana Molina, directora de Estrategia, Desarrollo y Emprendimiento del Ministerio de Cultura.

Desde muy niña, cuando trabajaba en la Plaza Alfonso López de su natal Valledupar, al lado de su abuela, una de los fundadores del Festival de la Leyenda Vallenata, demostró que de verdad nada le quedaba grande.

Su abuela la trataba como a una trabajadora más. Sin contemplaciones le colocaba trabajos muy distintos que ella cumplía a la perfección. De no haberlo hecho, seguramente no hubiera seguido ligada al evento como lo ha estado siempre, asumiendo en los últimos años la dirección logística, llegando a tener “bajo su mando” a más de 300 personas, y encargándose también, en gran medida, de las relaciones públicas.

Bachiller del Colegio Hispanoamericano de Valledupar, estudió psicología y es especialista en Desarrollo Organizacional y Procesos Humanos y magíster en Desarrollo Organizacional y Procesos Humanos, de la Universidad del Norte.

Empezó a ejercer su carrera profesional a los 21 años, cuando se desempeñaba como asesora de la Casa de Justicia ubicada en el Barrio la Paz de Barranquilla. Entre 2007 y 2011 se desempeñó como gerente general de Radio Guatapurí, y del 2007 al 2013 tuvo el mismo cargo en la emisora filial Cacica Stéreo. También fue psicóloga del Área de Bienestar Universitario en la Universidad del Área Andina, sede Valledupar.

En 2016 ingresó al gabinete del alcalde Augusto Ramírez Uhía, en el que se desempeñó como asesora para la creación de la estrategia de desarrollo económico de Valledupar, ProValledupar. Allí realizó intercambios culturales en Corea del Sur y China y conoció de primera mano toda la potencialidad de su ciudad natal en materia económica y en creatividad. “Es que Valledupar no solo es vallenato o folclor, aunque eso sea lo que más nos identifica en el mundo”, asegura.

Con el vestido tradicional de pilonera en el Festivallenato que fundó su abuela, Consuelo Araujonoguera .

Por sus venas corre sangre política. En cualquiera de las ramas de sus padres, uno encuentra importantes personajes de la vida nacional. Su papá, Hernando Molina, y su abuela Consuelo, son recordados por sus trabajos en favor de los más desprotegidos y por el crecimiento del departamento que los vio nacer.

Y por esa misma sangre participó en una campaña de “precandidatura” para aspirar a la Gobernación del Cesar, lo que le permitió hacer lo que más le gusta: “descubrir el talento y la creatividad de los nuestros; apreciar las hermosas riquezas naturales con las que nos ha premiado Dios, y soñar con un futuro mejor para todos”, dice.

Hoy está en la fría capital, en una pequeña oficina que por las condiciones de confinamiento sólo visita de vez en cuando. Fue nombrada en el cargo cuando ya este caos de salud y económico había comenzado, y no le dio miedo aceptar el reto porque desde hace varios años viene soñando, investigando y trabajando en estrategias y formas de apoyar e impulsar los emprendimientos, especialmente de tipo cultural, por lo que el cargo le cayó como anillo al dedo.

En medio de todo ese trasegar laboral, nunca ha estado alejado de la organización del Festival de la Leyenda Vallenata. El folclor de su tierra la apasiona y enorgullece. El sector la quiere y reconoce su trabajo. Algunos la comparar con su abuela.

Diana es una profunda y respetuosa creyente. Es familiar y ama a sus sobrinos, a los que les dedica gran parte de su tiempo libre, pero también es sociable y amiguera. Es un ser muy positivo, pero también preocupada por la situación de los jóvenes. Es, como el vallenato mismo, una amalgama de sentimientos.

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