Nuestra Gente / 19 de agosto de 2023

“Concelebrar con el Papa, el mayor regalo que me ha dado Dios”

El padre Berdugo durante la jornada mundial de la juventud celebrada en Lisboa.

Miguel Utria

Dice José Ignacio Berdugo, el joven sacerdote oriundo de Sabanalarga que presta su servicio en España.

Ser escogido entre miles para concelebrar con su Santidad el Papa Francisco, ha sido para el sacerdote José Ignacio Berdugo Gómez no solo un privilegio, sino el mayor regalo que le ha dado Dios a pocos meses de haber sido ordenado como sacerdote.

Es oriundo de Sabanalarga, Atlántico, tiene 29 años de edad y vive hace 10 años en Pamplona, España donde se formó y fue ordenado el pasado 18 de junio, en la catedral de esa ciudad.

El día de su ordenación en Barcelona, España.

El pasado 6 de agosto, en la clausura de la Jornada Mundial de la Juventud, en Lisboa, Portugal, el Papa Francisco presidió la ceremonia eucarística a la que asistieron casi millón y medio de fieles católicos de todo el mundo, especialmente jóvenes, y en la que estuvieron al menos 10 mil sacerdotes católicos.

Al momento de la consagración, cuando se invita a otros sacerdotes a acompañar a quien preside la ceremonia, varios sacerdotes de los allí presentes, fueron llamados al altar principal para acompañar a su Santidad el Papa Francisco y entre ellos estuvo José Ignacio.

“Fue un momento muy especial, no sé cómo describirlo porque fue una mezcla, de felicidad, alegría y mucho crecimiento espiritual. El estar muy cerca al sumo pontífice, al Pedro que Dios nos puso aquí en la tierra, es una experiencia muy enriquecedora desde el punto de vista espiritual y personal”, describe el religioso.

Asegura que aún vive ese momento como si hubiera sido hoy, y que el hecho de que hubiera ocurrido cuando apenas está recibiendo su sacerdocio es algo que tomas como una reafirmación de su vocación religiosa. 

“Yo estoy en plena luna de miel con Dios como sacerdote, y quizás esto es un mensaje de Dios en el que me confirma que es él quien me ha llamado a servirle, y para eso estoy”.

Miles de personas que estuvieron en Lisboa tuvieron en España el centro de hospedaje, lo que se notaba, según cuenta José Ignacio, en las calles donde había muchos jóvenes que cantaban y bailaban y mostraban todo el regocijo que les daba el estar allí a la espera de su encuentro con el Papa.

Asegura que la experiencia fue de satisfacción colectiva porque a las personas las hospedaron en coliseos, colegios, escenarios deportivos, dormían en el piso, lo que les parecía satisfactorio porque era la manera de mostrar la disposición de estar cerca de su Santidad Francisco.

Considera que muy contrario a lo que se cree, en los corazones de los jóvenes hay ganas de conocer a Dios y ello se vio en ese encuentro mundial donde se veían banderas de todas las naciones y jóvenes que estaban unidos por un mismo sentir.

“Uno creyera que Dios se va diluyendo en la sociedad y se va perdiendo la fe, pero en lo personal me da mucha alegría ver que la iglesia está joven, que está viva, que los jóvenes viven  muy alegres y contentos con Dios en sus vidas. Y eso a mí como sacerdote eso me llena de mucha alegría, porque yo también soy joven y porque el señor me haya llamado para que yo esté con ellos, y eso me llena mucho”.

Reside en España, pero cada vez que tiene la oportunidad visita su población en el Atlántico para reencontrarse con su familia y vecinos.

José Ignacio nunca tuvo la idea de ir a España y menos a ordenarse allí como sacerdote, pero haber ingresado al Seminario Internacional Misionero Redemptoris Mater, en la ciudad de Medellín le dio esa oportunidad, pues al ser una orden de misioneros fue escogido para ir a esa parte del planeta, y al mostrar su disponibilidad fue enviado allí.

En el año 2013, mientras participaba de una convivencia en Italia, por sorteo fue seleccionado para asistir como misionero a la ciudad de Pamplona, y estando allí recibió toda la formación antes de recibir la orden sacerdotal.

Asegura el joven sacerdote que la experiencia en la ciudad de Pamplona ha sido muy enriquecedora aun desde el mismo tiempo de su formación, pues la exigencia en los estudios es mucho más rigurosa que en Colombia, los meses de estudios son más. Pero que por ser de culturas similares y hablar el mismo idioma, pudo adaptarse pronto al sistema de estudios de allá.

Alrededor de 10 mil sacerdotes de todo el mundo estuvieron presentes en la ceremonia que presidió el Papa Francisco.

“Aquí las vocaciones religiosas son escasas, de hecho hay pocos sacerdotes. Por eso cada año, la iglesia católica hace tratos o convenios con diócesis de otros países como Colombia, desde donde envían religiosos a cumplir espacios de servicio por cinco años en esta parte del mundo, y eso me ha permitido conocer sacerdotes de mi país”.

Aunque en España ha conocido sacerdotes de ciudades como Medellín o Bogotá, dice que hay pocos del Caribe, aunque sabe que sí hay, pero del Atlántico solo está él.

“Yo he vivido muy bien en España. Quizás por ser de Colombia, se cree que habrá poca acogida para uno, pero no ha sido así. Aquí me han acogido con mucho cariño, y eso ha hecho que mi estadía haya sido más agradable. Me he sentido muy querido y he conocido a muchas personas que me han abierto las puestas de su casa y sus familias”.

Lo anterior le ha servido para aliviar la falta de su familia, y eso le da la seguridad de no estar solo, en especial en fechas especiales cono Navidad, cumpleaños cuando ha compartido con familias que lo han hecho sentir como parte de ellas.

Hace poco estuvo de vacaciones en Sabanalarga, donde estuvo compartiendo con su familia, amigos y allegados quienes se desvivieron en atenciones con él. Durante ese tiempo tuvo la oportunidad de celebrar eucaristías en el templo central, y hacer labores misionales a lo largo de su natal terruño.

“Parte de mi familia estuvo conmigo durante mi ordenación, y luego yo me fui con ellos a Sabanalarga y la acogida fue enorme. La gente súper contenta, los amigos, la familia, el grupo al que pertenezco. Me sentí más querido que nunca, y todos los días fueron de celebraciones, invitaciones a cenar, almorzar, compartir, fue todo un mes en el que no me alcanzó el tiempo”.

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