Juancho De la Espriella con su esposa Dolly y sus hijos Salvatores y Manuela en uno de sus viajes al exterior.
El artista de música vallenata, que acaba de lanzar junto con Silvestre Dangond el disco ‘El último baile’, habló con MiREDvista sobre el estreno de este trabajo, su vida en familia y cómo sortea las presentaciones con su grupo ‘Los de Juancho’ para que los conciertos con su nueva dupla no coincidan.
En los 35 años de vida musical, el acordeonero Juancho De la Espriella se ha dado el lujo de grabar con grandes figuras del género entre ellas Diomedez Díaz, Peter Manjarrés, Martín Elías, Mono Zabaleta y Silvestre Dangond. Con éste último hizo una dupla, que marcó una época dorada en el vallenato, durante una década y se separó en 2012.
Con Silvestre, grabó cinco álbumes que dejaron huella con canciones como ‘La colegiala’, ‘Me gusta, me gusta’ y ‘La gringa’, entre otras, logrando así importantes premios y nominaciones.
Este año volvieron a retomar su camino juntos con ‘El último baile’, proyecto con el que ya iniciaron un tour nacional. A raíz de esto, Juancho, quien reside en Bogotá al lado de su esposa y manager Dolly Cáliz y sus dos hijos Salvatore (17 años) y Manuela (14), su carrera se volvió maratónica, pues sigue con su grupo ‘Los de Juancho’ haciendo presentaciones por doquier sin que las dos actividades se crucen. Pero está feliz.
“Yo sigo con mi grupo Los de Juancho, porque de mí dependen económicamente los integrantes”.
SU VIDA FAMILIAR
Dice que regularmente los fines de semana le toca viajar atendiendo compromisos artísticos, aunque algunas veces lo hace acompañado de sus hijos, pero el resto de los días disfrutar volver a su casa para estar en familia. Es el lugar donde descansa y nuevamente se recarga. Allí tiene 25 acordeones con distintas tonalidades, aunque regularmente carga seis en los viajes.
Con Dolly lleva 20 años de casado. ”Es una relación chévere, ella me conoció así, como músico; está pendiente de todo, desde el manejo de la nómina de mi grupo, hasta de mi vestuario”, anota.
No toma trago y tampoco fuma. Lleva una vida sana, dice que siempre se ha preocupado en cuidar su imagen, en lucir bien. “Proyectar una buena imagen, me parece importante en un artista”, agrega De la Espriella.
Según Dolly, tiene un vestier y colección de zapatos que cualquiera envidiaría, porque a él le gusta invertir en la ropa, relojes y perfumes. Tal vez por eso, sus hijos opinen que les resulta difícil regalarle algo en el Día del Padre “porque tiene de todo”
EL ÚLTIMO BAILE
¿Añaroba este reencuentro en los estudios de grabación?
–No solamente Silvestre y yo, sino millones de personas.
¿Quién es el que baila de último?
Los dos (risas). Es que este título del disco es nostálgico. Tiene su connotación. Realmente, en el fondo de todo esto, quiere decir que es la última vez que nos unimos. Es decirle a la gente, aprovechen ahora, porque no sabemos que pueda pasar después.
¿A usted le gusta el baile?
-.A mi mujer le encanta, pero a mí no. Le dije hace años, no bailo más, no voy hacer algo que no me gusta. Sin embargo, en la tarima me muevo un poco, doy uno que otro pasecito. (risas)
“Deberíamos reencontrarnos para marchar juntos a nuevos éxitos” es una frase de Giuseppe Garibaldi, uno de los grande héroes de la unificación de Italia, ¿qué opina?
-Se parece mucho en lo que estoy haciendo con Silvestre. Es el mismo propósito nuestro.
Cuando murió Egidio Cuadrado, ¿Carlos Vives no lo llamó para que lo reemplazara en el acordeón?.
–No. Pero yo toqué con Carlos cuando Martín Elías murió, él le hizo un homenaje cantando un tema que Martín grabó conmigo que se llama ‘Dos razones para amarte’. Acompañé a Vives ese año en el Parque de la Leyenda en Valledupar. A Egidio solo lo conocí, pero no entablé una amistad.
¿Quién es su referente en la música vallenata?
-El Cocha Molina, mi ídolo.
Como buen sincelejano, ¿no se le ha movido la aguja para grabar un porro algún día?
– He hecho cosas que, de alguna manera, tienen el sabor del porro. Originalmente, hemos grabado mucho con bombardino. Con Peter y Silvestre, por ejemplo, hemos tocado canciones que tienen sus raíces en la región sabanera.
¿Considera que las letras de vallenato de hoy no son como las de antes?
Me da mucho dolor y nostalgia, que la vieja generación de grandes músicos y compositores vallenatos, para mi concepto, está empezando a desaparecer, como Emiliano Zuleta, Alejo Durán, Diomedez y Oñate, entre muchos otros. Unos se han ido por causas naturales de la vida y otros, por la caída de los años. Pienso que fue la época más bonita del vallenato.
¿De qué manera ha tratado conservar el legado de los grandes compositores?
-A pesar de que hemos hecho un cambio generacional en el género vallenato, en el trabajo que acabo de hacer con Silvestre es muy conservador. Es un disco con buenas letras, con sentido musical, con merengue, son y paseo. Yo sí trato de conservar mucho la herencia que lo maestros de anteriores generaciones nos han dejado.
Cuando grabaron ‘El último baile’ pensaron qué canción iba a ser un hit?
-Cuando escogimos los temas, coincidimos en opinar que éste nuevo proyecto iba a ser un éxito, o tal vez no. Grabamos todos los que nos parecieron buenos, los que nos gustó y los que nos parecieron coherentes con nuestra edad, nuestra madurez, sin señalar a una u otra canción pensando si iba a pegar o no. Y así armamos el álbum que nos gustó y ya ha empezado a dar resultado en varias canciones. Eso es importante.
¿Ya tienen completa la agenda de conciertos de este año?
-Después de nuestra apoteósica presentación en Valledupar, por ahora, los conciertos confirmados son el 30 de agosto en Bogotá y el 20 de septiembre en Barranquilla, pero hay más ciudades.