En Pantalla / 14 de junio de 2025

Vacaciones en modo pantalla: el desafío digital de las familias colombianas

Romario Quintero

En Colombia, el 71 % de los niños accede a internet desde celulares, afirma el Ministerio de las TIC.

En cada hogar hay 3,4 dispositivos electrónico, afirma el Ministerio de las TIC.

Las vacaciones escolares llegaron a Colombia. Y con ellas, un tiempo que para muchos niños y niñas representa descanso, juego, libertad y desconexión del rigor académico. Pero la realidad es que, en gran parte del país, esa desconexión se traduce en una nueva rutina igual de absorbente: la conexión constante con pantallas.

En casas de barrios populares, la escena se repite: niños pegados a televisores viendo contenido de plataformas como YouTube o Netflix, adolescentes en sus cuartos con audífonos puestos y ojos fijos en videojuegos de alto impacto, y tabletas convertidas en una suerte de extensión de la mano.

Colombia, como otros países de América Latina, vive una transición acelerada hacia la digitalización del entretenimiento infantil, con un acceso cada vez más temprano a dispositivos móviles.

Lo que a simple vista parece un pasatiempo inofensivo puede esconder efectos nocivos si no se regula: sedentarismo, alteración del sueño, dificultades de atención, aislamiento social y, en algunos casos, síntomas de adicción digital.

UNA GENERACIÓN HIPERCONECTADA DESDE LA CUNA

Según el Estudio de Consumo de Medios y Dispositivos Móviles en Niños, Niñas y Adolescentes en Colombia realizado por el Ministerio TIC y la CRC en 2023, el 71 % de los menores entre 5 y 11 años accede a internet desde un celular propio o prestado, y el 59 % lo hace todos los días.

Durante las vacaciones, este acceso se incrementa, dado que los tiempos de supervisión parental disminuyen y las actividades extracurriculares cesan.

A esto se suma que, en muchos hogares, especialmente aquellos donde ambos padres trabajan o hay madres cabeza de familia, los dispositivos electrónicos se convierten en una forma práctica de mantener a los niños “ocupados” o “tranquilos”.

El problema surge cuando este uso se vuelve desmedido y sustituye otras formas fundamentales de desarrollo.

“Estamos criando una generación que conoce antes cómo desbloquear una pantalla táctil que cómo amarrarse los zapatos. Y eso, aunque suene anecdótico, tiene implicaciones profundas”, afirma la psicóloga clínica Maritza Romero, experta en infancia y familia.

El uso que le dan los niños a las TIC en Colombia.

TELEVISIÓN, VIDEOJUEGOS Y REDES SOCIALES: TRES FRENTES DE BATALLA

Televisión por demanda

Con la llegada de plataformas como Disney+, Netflix o Prime Video, la televisión tradicional ha sido desplazada por un modelo de consumo personalizado. Ya no hay horarios ni esperas: los niños pueden ver diez episodios seguidos de su serie favorita sin interrupción. Esto ha generado una cultura de “maratoneo infantil” que interrumpe ritmos biológicos naturales como el sueño o el apetito.

Videojuegos: entre el aprendizaje y la adicción

Los videojuegos no son el enemigo. De hecho, existen estudios que demuestran que ciertos juegos pueden mejorar la memoria operativa, la toma de decisiones rápidas y la coordinación mano-ojo. Sin embargo, muchos títulos populares entre menores como Call of Duty, GTA o Free Fire contienen altos niveles de violencia, lenguaje inadecuado o hipersexualización.

En Colombia, donde las tiendas físicas de videojuegos son menos reguladas que en otros países, muchos menores acceden a juegos para mayores de 18 años sin que sus padres lo noten.

“Es necesario diferenciar entre videojuegos pedagógicos, recreativos y los que están claramente diseñados para adultos. La clasificación por edades existe por una razón”, advierte Romero.

Redes sociales y “mini influencers”

Aunque plataformas como TikTok, Instagram y YouTube establecen una edad mínima de uso (13 años), en la práctica, muchos niños más pequeños ya tienen cuentas activas. Algunos incluso monetizan su presencia digital, lo cual añade otra capa de complejidad: la exposición temprana a la aprobación externa, la presión estética y el consumo masivo.

Durante las vacaciones, cuando los padres están menos pendientes, los niños pasan más tiempo creando y consumiendo contenido. Esto puede derivar en dependencia emocional de los “likes”, baja autoestima o, en el peor de los casos, exposición a riesgos como el ciberacoso.

Estas son las plataformas que más usan los niños durante su etapa de vacaciones.

ROL DE LA FAMILIA: ENTRE LA REALIDAD Y EL DESEO

La psicóloga Maritza Romero reconoce que no es fácil para muchas familias colombianas establecer límites claros cuando no cuentan con redes de apoyo, acceso a espacios recreativos o tiempo libre.

“A veces los padres sienten culpa o frustración porque no logran desconectar a sus hijos. Por eso no se trata de juzgar, sino de acompañar”.

Ella propone una serie de estrategias prácticas para enfrentar el desafío digital durante las vacaciones:

RECOMENDACIONES PARA UN USO SALUDABLE

Establecer horarios claros: No se trata de prohibir, sino de limitar. Un máximo de 2 horas al día en pantalla recreativa es razonable.

Crear rutinas balanceadas: Combinar actividades digitales con tiempo al aire libre, lectura, manualidades o juegos físicos.

Involucrar a los niños: Permitir que ellos mismos ayuden a planificar sus días, con opciones tecnológicas y no tecnológicas.

Dar buen ejemplo: Si los adultos están todo el día en el celular, será difícil que los niños adopten hábitos diferentes.

Conocer los contenidos: Ver, jugar o investigar junto con ellos qué series ven o qué juegos usan.

Fomentar el aburrimiento productivo: No llenar todo el día con estímulos. El aburrimiento puede ser fuente de creatividad.

Actividades familiares sin pantallas: Hacer caminatas, cocinar juntos, hacer visitas a bibliotecas, museos, parques o casas culturales.

¿QUÉ PUEDE HACER EL ESTADO?

El problema no puede recaer únicamente sobre las familias. Se requieren políticas públicas que ofrezcan alternativas de ocio educativo gratuito durante las vacaciones, como programas de vacaciones recreativas, talleres culturales en barrios, bibliotecas abiertas con programación infantil o centros comunitarios con acceso a deportes y arte.

Así mismo, es urgente una regulación más efectiva del acceso de menores a contenidos digitales, fortaleciendo la educación mediática y digital desde los colegios.

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