La barranquillera es medalla de bronce Panamericana 2024 tras vencer a Argentina, Ecuador, Brasil y Perú.
A sus 23 años, Natalia Andrea Bernal Herrera lleva sobre los hombros más que un karategi y un cinturón negro: carga el peso de la esperanza de un país que ve en ella la prueba viva de que la disciplina, la constancia y la fe en el tatami siguen teniendo sentido.
La barranquillera, forjada en la Liga de Karate del Atlántico y la Selección Colombia, acaba de asegurarse un lugar entre las 32 mejores del mundo en la modalidad Kumite -61 kg, para competir en el Mundial de Karate que se celebrará a finales de noviembre en El Cairo, Egipto.
“Fue un logro enorme para mí porque esta vez solo clasificaban los 32 mejores del mundo. Saber que ocupo uno de esos lugares me hace sentir que todo esfuerzo tiene recompensa”, cuenta Natalia, con la serenidad de quien sabe que la victoria no siempre se mide solo en medallas.
Su cupo lo consiguió en Monterrey, México, durante el Campeonato Panamericano disputado en mayo, donde enfrentó y venció a rivales de Argentina, Ecuador, Brasil y Perú, para quedarse con el tercer lugar del podio. Pero su camino hasta aquí no empezó ahí.
UNA DISCIPLINA QUE FORJA CARÁCTER
El karate, palabra que significa “mano vacía”, llegó a la vida de Natalia cuando apenas tenía ocho años. En ese entonces, acompañada por su padre, ingresó a un dojo de barrio buscando canalizar su energía y su carácter inquieto. Hoy, esa energía la ha llevado a competir y ganar medallas Centroamericanas, Sudamericanas, Panamericanas y abrirse un lugar en el ranking mundial.
En sus palabras, “el karate no es solo un deporte de golpes, es una forma de vida que te enseña respeto, autocontrol, disciplina y humildad. Uno sube al tatami solo, pero detrás hay familia, entrenadores, rivales que te exigen ser mejor y una nación entera que espera verte dejarlo todo”.
Y lo ha dejado todo. En junio, ya con el cupo mundialista asegurado, se consagró campeona nacional de interclubes e interligas en Yopal, Casanare, reafirmando su primer lugar en el ranking nacional. Su victoria no fue casualidad: derrotó a karatekas de Córdoba, Antioquia y su natal Atlántico.
ENTRE MEDALLAS Y APRENDIZAJES
El historial de Natalia Bernal es tan extenso como revelador: campeona Centroamericana y del Caribe en categoría juvenil y adulta, medallista sudamericana, tercera en Panamericanos juveniles, bronce en los Juegos Panamericanos Junior de Cali en 2021, subcampeona Panamericana 2024 en Punta del Este, Uruguay, y podio en el prestigioso U.S. Open de Las Vegas este mismo año.
Cada logro es una línea escrita con sudor y puños firmes. “Uno va entendiendo que cada competencia es una enseñanza. A veces se gana, otras se aprende. Lo importante es volver a levantarse, porque este deporte no perdona la falta de constancia”, expresó.
UN ARTE QUE CRECE EN COLOMBIA
Aunque Japón es su cuna, el karate en Colombia ha vivido un proceso de expansión silencioso, pero firme. Hoy, la Liga de Karate del Atlántico, donde entrena Natalia, es una de las más sólidas del país, y eventos como el Panamericano y los campeonatos interclubes e interligas se han convertido en vitrinas para nuevos talentos.
“Necesitamos más apoyo, más visibilidad. En Colombia tenemos mucho potencial, pero hace falta que la empresa privada y los entes gubernamentales crean más en deportes como este”, reclama Bernal, consciente de que la preparación para un Mundial implica recursos, viajes y fogueos que muchas veces recaen sobre la familia del deportista.
EL CAIRO, SIGUIENTE PARADA
La próxima cita de Natalia Bernal será un tatami montado en El Cairo, Egipto, donde a finales de noviembre buscará ratificar su puesto entre las mejores del planeta. La expectativa es alta, pero la presión la asume con naturalidad.
“Mi meta es siempre dar lo mejor. Lo que venga después será el resultado de lo que trabaje estos meses. Sueño con ver la bandera de Colombia en lo más alto y sé que tengo con qué lograrlo”.
UN MENSAJE PARA NUEVAS GENERACIONES
Natalia deja claro que más allá de las preseas, su mayor orgullo es ser ejemplo para niños y niñas que, como ella hace 15 años, se ponen un karategi por primera vez.
“Les digo que crean en ellos, que confíen en el proceso, que habrá días duros, lesiones, derrotas, pero al final lo que uno aprende en este deporte es para toda la vida. Es disciplina, es respeto, es saber caer y volver a levantarse”.
Natalia Bernal, desde Barranquilla, se alista para enfrentarse al mundo en El Cairo. Y con cada golpe, cada kata y cada combate, no solo defiende su nombre: defiende el sueño de un país que sigue demostrando, puño a puño, que la grandeza también se forja en silencio sobre un tatami.