La música que nos pone a bailara todos ya no se escucha en la radio, pero no falta en las fiestas. Muerto Joe Arroyo, pareciera que lo nuestro no tiene futuro. Cuatro conocedores hablan del tema.
Para los mayores de 40 años de edad, la música tropical murió hace ya bastante tiempo, y lo que es peor, parece improbable que vuelva a existir, a menos que los ‘rencauches’ la revivan o la mantengan en agonía, como sucede en la actualidad, cuando la música bailable hace parte de los salones de fiesta o en fin de año y Carnaval pero no se escucha en la radio.
Técnicamente se considera música tropical el conjunto de sonoridades y ritmos propios del Caribe. El término engloba géneros tan distintos como la bachata y el porro, la salsa y el merengue, el fandango y el vallenato, el reggae y la charanga. Sin embargo, desde las zonas costeras de Venezuela y Colombia, en los años 60 surgieron sonoridades de orquestas que interpretaban una música que era “una mezcolanza” sin nombre específico, la cual ponía a bailar, (generalmente en pareja), a los escuchas. Era la música obligada en cualquier celebración. La que sonaba y cantaban todos. La que sonaba en la radio. Era lo que conocemos como música tropical.
Los Melódicos, la Billos Caracas, Clímaco Sarmiento, Rufo Garrido, Pacho Galán, Lucho Bermúdez, Joe Arroyo, Juan Piña, Checo Acosta, son algunas de las agrupaciones que abanderaron la época de los grandes bailes, los grandes temas, las grandes interpretaciones y por consiguiente, los grandes músicos en el Caribe colombiano y aún en ciudades como Medellín y Bogotá.
Instrumentos de viento (saxos, trompetas, trombones), percusión (congas, timbales, bongós, piano), y cuerdas (guitarras, bajos) hacen parte de lo que se considera una orquesta de música tropical que siempre incluye, por lo menos, a un cantante y dos coristas. Por ello, son agrupaciones de gran formato que van generalmente desde los 12 hasta los 22 músicos.
La época dorada de la música tropical en Colombia se vivió entre las décadas de los 60 a los 80, siendo esta última la más compleja y prolífica. Algunos afirman que ese esplendor llegó de la mano del crecimiento de la industria fonográfica que tuvo en Medellín su principal epicentro. Paralelo al nacimiento de las orquestas bailables, se comenzó a popularizar el vallenato de la mano, primero, de Guillermo Buitrago, y después de los Corraleros de Majagual.
En la década de los 90, el género tropical comenzó a decaer fuertemente. Las orquestas más importantes comenzaron a desaparecer y otras redujeron la cantidad de músicos, por cuestión de costos. Las disqueras descontinuaron las joyas más valiosas y solo se dedicaron a sacar “cosas viejas” por encargos especiales. Adicionalmente la invasión de música foránea permeó a nuestras orquestas, muchas de las cuales, como lo dice Juan Peña, uno de los grandes, entre los grandes, se dedicaron a interpretar éxitos de salsa, merengue y fusiones donde predominan otros géneros, “todo para estar a la moda”, enfatiza.
Contrario ha sucedido con el vallenato que, aunque puede encuadrarse como música tropical, para los colombianos es un género diferente, que ha mantenido su esencia a pesar de “la modernidad” y de los nuevos sonidos que se le han adicionado.
LA CULPA ES DE…
En el Caribe colombiano, con la muerte de Joe Arroyo hace ya 11 años murió también la esencia y popularidad de este género musical y no por falta de voces, porque cantantes e interpretes de todas las edades y de todos los matices es lo que pulula por estos lados. Juan Carlos Coronel, Fausto Chatela, Edwing Gómez, Álvaro Ricardo y Marybella, son algunos de ellos.
Y tampoco es por falta de músicos o de orquestas porque de estas sí que hay en todos los formatos, algunas de ellas con muy buenos cantantes, aunque sus nombres no sean populares. La misma orquesta de Chatela, la de Chelito De Castro, la del Pin Ojeda, Fusión, Shekeré, Sensación, Jacaranda, Cumbia Caribe y el Grupo Tambó son sinónimo de calidad.
En el reducido listado estamos dejando por fuera a quienes tienen una línea más salsera como la Charanga del Sur, o tienen su base en ciudades diferentes a Barranquilla.
Todas las agrupaciones y cantantes se han dedicado a interpretar todo tipo de géneros musicales y aunque dejan huella por su calidad, no han impuesto ni mantenido la música tropical con un estilo y marca propia. Se salvan Juan Piña, el más apegado a su estilo, y Checo Acosta, que año tras año lanza uno o dos temas propios y con gran esfuerzo logra que lo pongan a sonar en la época de fin de año y Carnaval.
También hay compositores, no muchos y poco conocidos, pero si muy valiosos, y arreglistas de talla mundial, pero….¿qué pasa entonces?
Donis Peña, tan buen músico como polémico, piensa que nuestra música tropical muere “cuando nace la FM y con ella los programadores, que son los que determinan qué música debería sonar”.
Para Juan Piña son los mismos músicos los que acabaron con el género, porque “nos hemos dedicado a interpretar la música foránea, olvidándonos de la riqueza cultural que tenemos aquí”.
Checo Acosta piensa que “la música tropical no ha muerto, sino que está enferma y ha quedao para épocas”.
Para Uriel Giraldo, uno de los ‘disqueros’, más importantes de Colombia, la cuestión es que “la música tropical con sus distintas formas no ha muerto, sino que está sufriendo un cambio generacional en el que los receptores tienen a su alcance otras propuestas musicales para escuchar y disfrutar”.
Ahora bien, a pesar de que no se haga nueva música, a pesar de que la radio no coloque los temas nuevos y solo ocasionalmente coloque los clásicos, y que los artistas de este género no hayan aprovechado las nuevas formas de divulgación, la música bailable es infaltable en todos los eventos sociales y en la gran mayoría de las fiestas patronales del país.
EN SUS MANOS
Aunque parezca increíble, hay un consenso en la solución a lo que está sucediendo. Para la gran mayoría de los consultados la solución está en los propios músicos. Ya pasó la hora de la quejadera y de culpar a otros para asumir su propia responsabilidad, por dura que sea. Esa parece ser la premisa.
Hubo un tiempo en que toda la culpa recayó en la radio. Hoy la radio ni siquiera impone temas. Las redes sociales con sus plataformas especializadas las desplazararon. Saber utilizarlas y entender que el marketing hace parte de la nueva forma de dar a conocer la música, es una buena opción para mantener viva nuestra cultura musical.
Para el disquero Giraldo “es muy importante que haya una estrategia de mercadeo para que las agrupaciones que interpretan música tropical se mantengan vigentes porque su música no puede faltar”. Resaltó que una agrupación como la de Fruko, que tiene más de 50 años sigue vigente y como se dice facturando durante todo el año, a pesar de que su música poco se escuche en la radio.
Juan Piña, quien también cree que los músicos son culpables del estado de abandono de nuestra música, asegura que la solución está en las manos de las orquestas. “Tenemos que comenzar a volver a interpretar lo nuestro. ¿Cómo es posible que en el Carnaval de Barranquilla temas tan importantes como Te Olvidé no se escuche en los grandes salones, clubes o casetas, porque nosotros no lo interpretamos? Tenemos que dejar de avergonzarnos de lo nuestro y entender que lo mejor siempre será lo que se hace y sale de casa”.
Checo Acosta, cree que la música nuestra lo que necesita son vestidos o elementos nuevos, más modernos, que la coloquen al alcance de las nuevas generaciones. Pone el ejemplo de Carlos Vives cuando se atrevió a modernizarla e irrumpió en el mundo abriendo espacio a nuevas propuestas y al mismo vallenato tradicional. Asegura que se necesitan campañas para mantener nuestra música en los primeros lugares siempre y no solo en temporada.
Donis Peña reitera que “somos los músicos los culpables y los que tenemos en nuestras manos la solución. Tenemos que tocar nuestra música: hay que buscar temas porque hay muy buenos compositores para que no sea solo música vieja. Tenemos que mantener vivo el chandé, que tiene mil posibilidades”. A propósito, recordó que el mejor grupo de salsa que ha tenido Barranquilla, como lo es el Grupo Raíces, se inmortalizó con un chandé: el tema Fiesta.
La conclusión primera es que la radio acabó con la difusión de la música tropical y los músicos lo aceptaron. Y que la solución está en sus manos. Ellos son los encargados de grabar nuevos temas, de mantener una línea que los identifique y de buscar, en medio de la modernidad, como difundirla, imponerla y mantenerla.
Todos los consultados están de acuerdo que calidad sí hay, y que lo que falta es compromiso.