Patricia Escobar
Columnista / 10 de septiembre de 2022

Cuidado al hablar

Hablar no es tan fácil como parece, y menos si se hace ante un gran público y unos representantes de medios de comunicación que se han convertido en altavoces y en muchos casos en jueces implacables y no en orientadores y formadores de la opinión pública.

En el primer mes de gobierno del Presidente Gustavo Petro, algunos de sus ministros y hasta él mismo han caído ante lo que para mí es un error frecuente de quienes, aunque están preparados para tratar un tema específico, no saben transmitir su idea porque, entre otras cosas, presumen que todos están en la misma línea de conocimiento y todos entienden lo que quieren decir.

Dos casos precisos: lo de la ministra de Minas y Energía, quien además se comportó prepotente y arrogante en el congreso que, en Cartagena, agrupaba a expertos en el sector, y la del mismo Petro al comentar los resultados del plebiscito en Chile para aprobar una nueva Constitución.

La ministra de Minas, Irene Vélez dijo que los países vecinos de Colombia, “deben decrecer en sus modelos económicos”. Y ahí se armó la de Troya.

Ella, una filósofa de la Universidad Nacional que además realizó un doctorado en Geografía Política en Cophenague y es magíster en Estudios Culturales, sabe bien que existe una teoría -teoría, vuelvo y repito-, que no es nueva, aunque sea poco conocida en nuestro país.

Nació en los años 70 cuando diferentes economistas y teóricos políticamente independientes coincidieron en afirmar que, al aumentar la producción de bienes y servicios es forzoso que se incremente también el consumo de recursos naturales. Según ellos, si el consumo es más rápido que la regeneración de los recursos utilizados se podría desembocar en pocos años en el agotamiento del Planeta.

Esta teoría defiende que, la sostenibilidad económica es compatible con la preservación de los recursos naturalessi se disminuye el consumo de bienes y energía.

El concepto de decrecimiento, por lo tanto, es una corriente de pensamiento que preconiza la disminución regular y controlada de la producción, con la finalidad de establecer una nueva relación de equilibrio entre los seres humanos y la naturaleza.

En resumen, es una teoría que pretende que nuestros hijos y nietos tenga una tierra para vivir. Para ello hay que reconceptualizar el estilo de vida de los humanos que deberíamos ser menos individualistas apostándole a lo simple, sin tanto consumismo y sin tanto maltrato al medio ambiente.

Si los escuchas de la ministra hubiesen tenido idea de lo que pretende esta teoría, o si ella al exponer su pensamiento, -que es válido-  hubiese ampliado explicando básicamente lo que pretende, las cosas serían distintas.

Y el Presidente Gustavo Petro también se hubiera evitado esa andanada de críticas al expresar que “revivió Pinochet” cuando quiso expresar su opinión sobre el fracaso en la consulta chile para aprobar la nueva Constitución que se había hecho para cambiar la existente que data de la época del Presidente Augusto Pinochet.

Yo me pregunto, si la que pretendía cambiar la Constitución elaborada por el Gobierno Pinochet no fue aprobada, ¿qué quiere decir?  Que por lo menos por ahora, sigue vigente la que se elaboró durante el Gobierno Pinochet. Entonces no es grave decir que “revivió Pinochet”.

Pero es que hablar hoy es más difícil que nunca. Así que, como dicen por ahí lo mejor es mantener la boca callada porque en ella no entran moscas. O pensar muy bien cómo decimos las cosas.

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