Dolce vita / 26 de marzo de 2022

¿De descanso? ¡Nada como tumbarse en una hamaca!

Rosario Borrero

Esta pieza textil tan cercana a las tradiciones en la Costa Caribe, muy recomendada para siestas o sueños cortos, facilita la relajación, transmite tranquilidad, y ayuda a fijar recuerdos y a mejorar la memoria.

Las hamacas, ese pedazo de lona multicolor que se amarra en los extremos a árboles, columnas, ganchos o vigas, tienen su encanto y son muy funcionales en el hogar, especialmente en regiones tropicales como las nuestras en las que el calor comienza a arreciar.

Consideradas por culturas ancestrales como “la cuna de los dioses”, investigadores han llegado a la conclusión de que la hamaca es originaria de América y que se comenzó a elaborar hace cerca de mil años, inspiradas en la pesca.

De hecho, la palabra hamaca, que significa ‘red para el pescado’, viene del taíno (lengua caribeña de la familia arawaca) hamaka, que pasó al francés desde el taíno haitiano como la actual hamac, pero con muchas variantes que se dieron desde el siglo XVI, por ejemplo, amache, amacca, hamaca, hamat.

Pero de ser elaboradas con fibras extraídas de la corteza de árboles, por ejemplo, la técnica fue mejorando a través de la historia, hasta llegar a lo que tenemos hoy: piezas tejidas en hilo de algodón, muchas de ellas de manera artesanal en telares verticales y otras de forma industrial, con producciones en serie, muy comerciales y económicas, pero sin el valor artístico y sin la tradición de las otras.

En muchos pueblos de la Costa Caribe, donde las más famosas son las que se hacen en San Jacinto, Bolívar, las hamacas, o chinchorros -como también se les conocen- tienen una función instrumental en tanto son utilizadas a manera de cama para dormir, o incluso como medio de transporte de enfermos en las regiones más apartadas.

Investigadores de la Universidad de Ginebra, Suiza, publicaron dos estudios en la revista Current Biology en los que se concluyó que un ligero balanceo ayuda a dormir mejor y profundamente. Para ello debe ser un movimiento repetitivo con el mismo ritmo y la misma velocidad toda la noche para poder disfrutar de los beneficios de la mecida.

Tal vez por eso las hamacas se han vuelto tan populares dentro y fuera de casa, pues muchos optan por esta modalidad a la hora de querer hacer la siesta, descansar, perecear, mecerse  o dormir toda la noche. Además de facilitar el descanso, de acelerar la relajación, esta pieza textil transmite tranquilidad y ayuda a fijar recuerdos y mejorar la memoria.

Hamaca hecha en San Jacinto, Bolívar, con hilos de algodón beige y negro.

Las hamacas son tan codiciadas, que no es extraño conseguirlas tanto en casonas de terraza y patio, como en apartamentos de 60 metros cuadrados que les abren espacio y las incorporan como parte de la decoración.

Ahora bien, si lo que queremos o necesitamos es dormir en ellas toda la noche, como si fuera una cama,  piénselo dos veces si no está acostumbrado a usarlas, porque es muy probable que amanezca estropeado y adolorido.  En realidad las hamacas son recomendadas para sueños cortos o siestas.

Chinchorros multicolores… ¡para todos los gustos!

Si se anima a incorporar este accesorio en la decoración del hogar, procure armonizar los colores y ubicarla en un punto fresco, iluminado y donde haya el espacio para oscilar y mecerse suavemente. Las multicolores son ideales para ambientaciones juveniles, alegres, étnicas o al estilo boho-chic. Y las blancas, tejidas en crochet, son supremamente románticas y van bien con estilos más clásicos y glamorosos.

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