Sonia Gedeón
Columnista / 24 de octubre de 2020

El ingenio de los pájaros

En estos meses de pandemia, cuando he aprendido a escuchar con más atención a la naturaleza, traigo a colación los sonidos y la forma como se comunican las aves con una impresionante habilidad social, para contarles que el Aviario Nacional de Colombia, en la Isla de Barú, reabrió sus puertas con 1.700 aves de 170 especies, entre ellas la Grulla Real, mi favorita. Es un placer verla coquetear y danzar como una verdadera reina, con su porte distinguido, sus ojos azules, su penacho erizado y su cresta “colorá”.

Y es  una maravilla contemplar cómo las aves engañan y manipulan, escuchan a hurtadillas, hacen regalos, se besan para consolarse, chantajean a sus parejas, se alertan mutuamente del peligro, buscan refugio,  convocan a testigos para presenciar la muerte de otras aves e incluso hacen duelo.

Tras todos estos meses de confinamiento necesitamos volver a salir, conservando la distancia social, y nada mejor que el contacto con el mar y la naturaleza en su verdadera dimensión. Para ello, una visita al aviario es un programa muy grato, porque allí podemos recorrerlo a nuestro propio ritmo, sin aglomeraciones. Está perfectamente señalizado e ilustrado y encontramos todos los microclimas para las distintas especies, y es así como pasamos del bosque húmedo, a las zonas desérticas; de las zonas de bajamar, a las montañas rocosas donde anida nuestro majestuoso  cóndor de los Andes.  

 El paisaje en el aviario es un mosaico de verdes que juegan con el azul del cielo y el olor salitroso del mar que le hace bien a los pulmones. Los senderos peatonales nos llevan sin mayor esfuerzo por caminos y zonas de descanso por los que se avanza mientras se contemplan aves tan exóticas como el imponente cuervo real, tan vistosas como la manada de flamingos y tan pequeños como el martín pescador o los pájaros carpinteros que enriquecen el paseo y su contemplación, sin tener que tocar nada. Basta con obturar una cámara para unas fotos de recuerdo.

Los pájaros, según los describe la escritora estadounidense Jennifer Ackermann, son animales con una inteligencia fascinante. Ackermann, quien ha escrito siete libros sobre naturaleza y ciencia y disertó en el Hay Festival de literatura en Cartagena, en enero pasado, sobre la genialidad de los pájaros, explica que cuando definimos qué es inteligencia, tenemos nuestros propios estándares y solemos aplicárselos a otras especies. Pero los pájaros tienen una inteligencia que es muy diferente a la nuestra.

Pensemos entonces en sus habilidades de navegación. Recorren distancias impresionantes, muchas veces viajando por primera vez, y tienen construidas, en alguna parte de sus cerebros, brújulas naturales comparables a las nuestras y otras tan sofisticadas como las de un GPS. Las aves viajan miles de kilómetros, migran de acuerdo a las estaciones y más recientemente forzadas por el cambio climático. Pese a todas las adversidades que puedan encontrar en su ruta, como fuertes tormentas, además de depredadores, arriban a su destino.

Los pájaros no son para nada como algunos los desestiman y los pintan como seres bobos, con ojos pequeños y brillantes, que colisionan contra los vidrios de las ventanas, pican en sus reflejos y se posan sobre los cables vivos de la luz. El despectivo “cabeza de chorlito”, para referirse a alguien que no es muy inteligente, no es más que falta de conocimiento. Cuando calificamos de ‘gallina’ a los cobardes o cuando no se afronta la responsabilidad y decimos que entierra la cabeza como un avestruz, estamos desconociendo sus notables capacidades mentales.

No hay sinfonía, ni sonido que se se compare con el trino acompasado de un ave que, aun a costa de su libertad, canta para brindar alegre compañía. Porque pájaros somos todos cuando soñamos, cuando ansiamos la libertad o cuando añoramos en su canto fugaces momentos de felicidad.

Así las cosas, salga al jardín, al parque, vaya al aviario, al campo… Relájese, mire y escuche. Déjese llevar por sus sonidos y por su forma de relacionarse. Y muy pronto querrá saber más y más sobre el asombroso ingenio de los pájaros.

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