Más de 30 mujeres deleitan, desde este fin de semana, a los amantes de los deliciosos manjares, tradicionales en esta temporada de Cuaresma.
María Isabel Ayala, Neimy Cassiani y Nicolasa Fontalvo le madrugaron este año a la Feria del Dulce que, para la época de Cuaresma y Semana Santa, se toma los alrededores del parque Tomás Suri Salcedo.
Desde este fin de semana más de 30 mujeres palenqueras se dan cita en este emblemático sitio de la ciudad para exponer y vender su gran variedad de sabores de estos deliciosos manjares que hacen las delicias de los compradores, amantes de los mismos.
María Isabel, una de las más jóvenes vendedoras que estarán allí desde este sábado, el grupo está integrado por mujeres pertenecientes a familias que residen especialmente en el barrio El Bosque, al suroccidente de la ciudad.
“De todas la paisanas que estaremos aquí, muchas somos familiares. Yo tengo como 15 primas, tías, mi mamá, y otras son primas y hermanas;\ están abuelas, mamás, hijas y nietas de la misma familia, que siempre han seguido esta tradición de hacer dulces, cocadas, alegrías y enyucados”, afirma María Isabel.
Dice que ya se han reunido para organizar lo que será la exhibición de sus productos, que cada una exhibe entre 20 y 30 variedades de sabores de dulces, que desde hace semanas vienen preparando para que este sábado estén listos y ofrecérselos a sus clientes.
“La mayoría tiene como 30 sabores diferentes de dulces, y cada una tiene su manera y secretos para prepararlos. En mi caso quien los prepara es mi mamá, y este año nos venimos con una variante del mongo-mongo”.
Explicó que el ‘mongo-mongo’ nació de la combinación de varias frutas, y que desde el primer año causó sensación entre los comensales, pero dice que que este año se viene con más ingredientes. Esa es la novedad. «Tradicionalmente, este dulce está hecho a base de papaya, mamey, piña, plátano maduro y guayaba. Pero en esa ocasión trae la cáscara de la ciruela chilena y otras frutas más», y apunta que no revela nada más por petición de su madre.
Agrega que en su puesto tiene más de 20 variedades: «Tenemos coco con leche, mango, papaya con piña, mamón, mongo-mongo, arequipe, corozo, papaya sola, guandú, entre otros. Solo nosotras traemos dos nuevos que son el de ciruela chilena y el de durazno”.
En el otro extremo del puesto de María Isabel, quién está en el frente del parque que da a la calle 72, está doña Nicolasa Fontalvo, quien coincide con María Isabel en afirmar que si bien la gente no deja de preguntar por el de ñame y el de guandú, el de mongo-mongo, es el que más demanda tiene, por el renombre que ha adquirido en los últimos años y por lo exótico de su sabor.
“El de guandú y ñame, son como los más tradicionales, y a la gente le gusta mucho porque no es tan empalagoso y son muy suaves, pero el mongo-mongo es el que más curiosidad despierta entre la gente”, apunta doña Nicolasa.
El puesto de Neimy, a pocos metros de doña Nicolasa, tiene menos surtido, pero asegura que en casa sigue la fabricación y que, al igual que sus dos paisanas, como se llaman entre sí, llegaron antes de la feria para “ir haciendo plaza”, es decir para reconocer el sitio y el gusto de la gente.
Estas mujeres y demás miembros de la comunidad que se ha organizado para este acontecimiento, tardan entre 8 y 12 días para preparar toda la variedad de dulces que llevan a sus clientes, dicen que cada uno de sus negocios son emprendimientos familiares, que no tienen apoyo de entidad alguna y que entre ellas no hay una organización como agremiación.
A parte del mongo-mongo, ñame y guandú, los otros dulces de mayor demanda son el de papaya y el de coco con leche. Sin embargo ninguno de los que exhiben en sus mesas se les queda, pues ellas además de tener el talento para prepararlos, saben convencer a los compradores cuando ven que algún sabor no se está vendiendo.
“No sé porqué, pero la gente siempre pregunta por los mismos. Pero la final a todos les gustan todos. Mi mamá es la única que vende de ciruela chilena y de durazno, y esos ha tenido mucha acogida”, sostiene María Isabel.
Para ellas todos sus dulces son buenos y todos son recomendados, según indican a la hora de preguntarles cuál recomendarían. “No sabría qué decirle. Eso es como cuando a uno le preguntan a cuál de sus hijos quiere más (risas)”, puntualiza María Isabel.