El comunicador social, modelo, actor y presentador barranquillero, uno de los famosos que por estos días participa en ‘Masterchef Celebrity‘, habla en exclusiva con MiREDVista de sus inicios como actor, del buen momento que vive, de la felicidad y de sus añoranzas de su tierra natal.
La vida no ha sido fácil para Mario Alberto Espitia Cure y nada le ha sido regalado. En el habitaba desde siempre un talento para representar otras vidas y para ‘activarse’ y fluir ante las cámaras, pero descubrirlo le costó aventurarse a salir de su casa y de su ciudad, hacer sacrificios, estudiar y trabajar mucho, tocar puertas una y otra vez, alcanzar metas y después quedarse en el aire, pero perseverar y estar allí , listo, para cumplir la cita ineludible con el reconocimiento y el éxito en la televisión y el cine, que tarde o temprano llegaría.
Este barranquillero de 37 años, comunicador social y periodista de la Universidad del Norte tiene sangre de origen paisa por el lado paterno y libanes por el materno. Aunque vive en Bogotá desde hace 13 años, no ha perdido el hablado súper barranquillero, y tampoco la ilusión de volver siempre a su casa
Del Mario Alberto de sus días de universitario a este, se conservan la frescura, la vivacidad, el verbo fácil y espontaneidad, que es tal vez lo que le ha abierto puertas en el competido mundo del entretenimiento. Ha tenido momentos duros, y admite que en esos instantes su vida espiritual y su relación con Dios han sido su tabla de salvación.
En estos días participa en Masterchef Celebrity, los fines de semana, y dice que lo pensó para participar, porque “los realities son estresantes”, pero se le midió. Apartes del diálogo que este talentoso artista sostuvo con MiREDVista desde Bogotá:
¿Lo primero para ti fue el modelaje o siempre estuvo claro que querías ser actor?
Sí. Mi trabajo como modelo era sobre todo con marcas de cigarrillos y por el carisma y por el verbo me empecé a volver como el líder de las caravanas de promoción. Yo trabajé mucho con Phillip Morris y con Marlboro, y con esa plata que me ganaba me sostenía en la universidad. Pero como también tenía nexos con Telecaribe, me empezó a gustar el entrevistar a mis amigos modelos, pues eso daba un contenido chévere. Era muy bacano. Yo trabajaba en Telebarranquilla en un programa que se llamaba En directo, y luego pasé a Telecaribe. Me di cuenta que no me gustaban mucho las pasarelas, sino más bien el micrófono y las cámaras. Pero los fines de semana trabajaba en lo de los cigarrillos, que era lo que me daba la papa y para la cantidad de fotocopias que los profes mandaban (risas). Por eso no hice prácticas, porque ya para entonces llevaba dos programas de TV y había presentado también eventos.
En qué momento decides irte de Barranquilla?
No vivo en Barranquilla desde el año 2008, después de que me gradué como comunicador social y periodista en la Universidad del Norte. Me vine para Bogotá y mientras estudiaba arte dramático acá volví a Barranquilla a graduarme.
¿Cómo diste el salto a la televisión nacional?
En ese momento había una escuela que tenía Caracol, que era como un experimento en el que miraban personas que tenían potencial y las becaban. Les daban un sueldo mensual para que se dedicaran a estudiar. Los formaban como buenos actores, con maestros cien por ciento exigentes. Yo vine a Bogotá con un amigo que venía a un reality de cultura general, en el que podía tener un acompañante para las respuestas y ese fue mi rol. Para aprovechar el viaje, llamé a un amigo que trabajaba en Caracol, quien me dijo que estaban a punto de cerrar audiciones para entrar a la escuela y que le parecía que yo encajaba. Hice la audición y me devolví para Barranquilla, pero a principios de diciembre de ese año me llamó la profesora Laura García, la reconocida actriz, y me dijo que yo había pasado. Yo pensé que iba a ser un vacilón, pero en realidad fue algo sumamente exigente, muy fuerte al principio, como para uno darse cuenta de si servía o no. Al mes hubo la primera prueba y la pasé. Me gustó mucho.
¿Qué ocurrió después?
Me llamaron a un casting para un programa de Telmex que se llamaba La Terraza. Entonces, de lunes a viernes estudiaba en la escuela y los sábados y domingos presentaba el programa.
¿Qué fue lo primero que hiciste como actor en Bogotá?
Cuando estaba estudiando me llamaron para un casting de una telenovela que se llamaba Oye bonita; lo hice y un día me llamaron y me dijeron que había ganado un personaje que iba toda la novela, que era parte del elenco, pero que no era que hablara mucho. Para mí era perfecto, porque yo estaba aprendiendo. Yo iba, grababa, y después iba a estudiar. Y los fines de semana hacía el programa y en la escuela eso les llamó la atención. Al graduarme entré a otra serie de Caracol, pero no pude hacer más La Terraza y Telmex ya no me podía esperar más. Y al acabarse la serie, se me apagó el viento… me quedé en la mitad del mar, sin nada. En ese momento me entra la frustración: por dónde cojo, ya no estoy estudiando, se me acabó el programa, se acabó lo otro… Son momentos difíciles en la vida en los que toca revaluar muchas cosas como ser humano. Decidí empezar a buscar representante y así llegué a Diana Camacho, que es una manager de mucho peso. Ya con ella empezaron las audiciones, como el casting de (la bionovela) Rafael Orozco.
Y aparece ‘Teto Tello’, el antagonista de Rafa, en tu vida…
Sí, esa fue la historia y ese el personaje que realmente me abrieron las puertas. De ahí en adelante entro a ser parte de la familia Caracol: después de Rafa vino otra serie, La suegra, el programa La Fila, la serie Sinú, río de pasiones, que para mi fue maravillosa, y empiezan a abrirse los caminos.
Pero además has actuado fuera del país y para las grandes plataformas de streaming…
Después de estar 6 años con Caracol, con la que incluso hice una película en inglés para Amazon que se llama Ex Patriot, con una productora de Los Ángeles, en convenio de producción con Caracol, me voy a Miami grabar para Telemundo una serie que se llama La Fan, y cuando vuelvo a Colombia después de 7 meses, Caracol me llama para presentar un programa muy divertido que se llama Boom, los sábados. El mismo director de Boom, Victor Cantillo, me llama y me dice que va a hacer La Ley del corazón 2, en RCN y que quiere que sea el antagonista. Esa fue mi entrada a RCN. Posteriormente me vuelven a llamar de Caracol para una serie súper divertida, Los Briceño, que está en Netflix. Al finalizar esta, Cantillo me dice que quiere que protagonice una serie para Telecaribe, Love Motel. ¡Se nos hizo el milagrito, no puede ser! Qué alegría, este era mi sueño: yo quería hacer algo en mi ciudad que tuviera nivel. Fue un mes maravilloso grabando en Puerto Colombia.
Bueno, y ahora estás en el reality ‘Masterchef Celebrity’. ¿Qué tanto cocinas en realidad?
En noviembre del año pasado, en la reactivación, me llaman para hacer una serie de un nivel que ni te imaginas en Prado, Tolima, con recursos de MinTic. En diciembre, estando en Barranquilla, me llaman para MasterChef. Yo lo pensé, porque los realities son muy estresantes. Yo cocino para mí, arroz, carne… he aprendido a cocinar para sobrevivir y comer bien. Pero ya de ahí a cocinar comida exótica, no. Lo que hice fue me metí con un profesor, un chef con el que tuve unas diez clases intensivas, y ahí le dimos. Sobrevivo hasta donde puedo, jajaja.
Mario Alberto, ¿qué es para ti la felicidad?
Es una muy buena pregunta. Es poder disfrutar cada momento, sin pensar en los cinco minutos que vienen.
Y en momentos difíciles, ¿a qué te aferras? ¿Cuál es tu salvavidas?
Mi salvavidas se llama Dios. Ese es mi salvavidas, mi vida espiritual, mi relación con Dios, Padre e Hijo. No Dios como una idea, sino como una persona. Siempre. Yo me levanto en la mañana y lo primero que hago es pedirle a Dios sabiduría, de entrada. Este día me lo estás regalando tú, dime cómo lo voy a vivir, muéstrame cómo vamos a colorear este cuadro que Tú pintaste para mí hoy. Y cuando siento que estoy medio enredado corro y le pido: Papá me salí de ahí porque estoy enredado y siento que la voy a embarrar. Dime qué hago, háblame, dame calma.
Ese desparpajo, esa manera de ser del barranquillero, ¿te ha servido de algo en ese mundo de la televisión?
Siento que el barranquillero encaja en todas partes. Cuando el barranquillero encuentra el equilibrio entre el desparpajo y el profesionalismo ahí hay un plus. Cuando llegas preparado, disciplinado, profesional, enamorado de lo que haces, el desparpajo hace que los otros digan qué rico trabajar con este man. Pero más rico aún es que cuando le decimos: vamos a camellar, este man está de primero en la fila. Shakira es un ejemplo de ello.
Y cuando estás en Bogotá, ¿qué te hace falta de Barranquilla?
Realmente lo que uno extraña son momentos, circunstancias, más que lugares en sí. Me encanta Puerto Colombia, poder compartir con mis amigos de la infancia, poder jugar a ser inmaduros un ratio juntos, poder hablar sin profesión. No ser el actor, ser Mario Alberto. Actor me identifica como profesión, no como persona.