Mundo curioso / 29 de abril de 2023

Esta es la obra de arte más robada de todos los tiempos

Rosario Borrero

‘El altar de Gante’ (1432) es el óleo renacentista más codiciado de la historia del arte y está considerado “la obra más bella de la cristiandad”.

Un retablo que mide 4,4 x 3,5 metros, con doce paneles pintados al óleo e inspirados en la narración bíblica sobre la redención del hombre por el sacrificio de Jesús y que abarcan desde la Anunciación (en su exterior) hasta la Adoración del Cordero (en su interior), es considerada la obra más codiciada en la historia del arte.

Se trata de El altar de Gante, o Políptico de Gante, o La adoración del cordero místico es una preciosa obra con una sucesión de pinturas hechas con tal nivel de perfección y rigurosidad que marcaron un antes y después en el arte renacentista, pues por la descripción de expertos “retratan al mundo real de una forma exquisita, como nunca antes lo había logrado algún artista”.

Los hermanos flamencos Hubert y Jan van Eyck que recrearon con tal nivel de nitidez y precisión la piel de las figuras, cada poro, vello, arruga, las venas y –lo más increíble— cerca de 42 especies de planta. Las piedras eran tan translúcidas y brillantes que se llegó a creer que los artistas habían descubierto un proceso de alquimia secreto.

Los van Eyck, que hicieron este políptico por encargo de Joos Vyd y su esposa, lo pintaron pensando en la iglesia de San Juan de Gante (actual Catedral de San Bavón), donde aún permanece, y donde muchos incluso llegaron a pagar por ver la obra, que entonces era una atracción turística.

UNA OBRA BELLA… ¡Y MUY CODICIADA!

Por todo lo anterior, El altar de Gante fue considerado “la obra más bella de la cristianidad”, y dado que Hubert murió antes de terminarla, a Jan Van Eyck lo nombraron el príncipe de los pintores. Era, sin duda, una de las obras más codiciadas del mundo, pero fue su intrínseco valor el que hizo que también fuera la más robada de la historia.

En efecto, El políptico de Gante tiene una turbulenta historia pues ha sido robada en varias ocasiones, una de ellas por Napoleón y otra por los nazis, y además ha sido agraviada y rescatada de la destrucción varias veces.

En 1566,  militantes protestantes derribaron las puertas de la catedral. Querían quemar la obra, porque decían que era un ejemplo de “idolatría y desmesura católica”. Llegaron tarde, pues el retablo fue desmontado y escondido y custodiado en la torre.

Después de varios siglos las pinturas se convirtieron en una especie de botín de guerra que pasó de mano en mano por varias naciones. Las tropas de Napoleón se llevaron unas partes al Louvre, pero después los británicos las devolvieron al ganar la batalla de Waterloo. Luego se vendieron seis paneles que llegaron a las manos del rey de Prusia, quien las donó al museo Kaiser-Friedrich-Museum en Berlín, Alemania, y después se regresaron a Bélgica tras el Tratado de Versalles.

EL ROBO DE LOS NAZIS

En la Segunda Guerra Mundial,Adolf Hitler y el líder del partido nazi, Hermann Göring, querían ser los dueños a como diera lugar pues estaban convencidos de que la obra era un “mapa” de un “tesoro místico” que mostraba dónde estaban las reliquias de la pasión de Cristo.

Por eso robaron la obra cuando estaba camino al Vaticano y la escondieron en una mina de sal en Austria, donde se deterioraron junto con otras miles de obras saqueadas que querían poner en un museo dedicado al Führer.

Unos mineros ayudaron posteriormente en el rescate de las obras, que fueron restauradas, pero ya para entonces estaban incompleta, pues algunos paneles los habían robado antes y nadie sabía dónde estaban.

Es así como La adoración del Cordero Místico, que está en restauración desde 2010, llega a nuestro tiempo con un panel perdido en un robo sin resolverse y con muchas historias detrás donde siempre estuvo en peligro de consumirse en el fuego, ser destruida por completo y ser codiciada por un gran número de personas.

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