María Teresa Egurrola con su esposo Jorge Eduardo Correa y su hijo Estéban, en su residencia en Bogotá.
La ex Señorita Colombia cuenta cómo logró sobreponerse a las adversidades y cómo el reinado despertó en ella la necesidad de hacer algo por su país. Hoy es la directora de un proyecto que beneficia a los wayúu y demás gente de su guajira del alma.
En 1988, cuando apenas cumplía los 17 años, María Teresa Egurrola se enfrentaba a un mundo totalmente desconocido: representar al departamento de La Guajira en el Concurso Nacional de Belleza, donde finalmente ganó la corona de Señorita Colombia. Como tal, recorrió el país visitando regiones que nunca hubiera tenido la oportunidad de conocer.
“El reinado siempre lo tomé como una experiencia, fue la oportunidad de descubrir lo que yo tenía dentro, de despertar mi sentido social y de afrontar los retos que eso implicaba a mi edad. Me sirvió para conocer los pueblos más pobres de mi país, incluyendo a mi propia región, eso me dio una visión completa de mi país”, recuerda.
Desde 2014, la ex reina guajira, nacida en San Juan del Cesar, dedica parte de su tiempo a Prosowa, un proyecto de sostenibilidad por la comunidad wayúu, del cual es cofundadora y directora.
Su vocación de servicio la ha llevado a desarrollar, promover y buscar recursos que contribuyen con la calidad de vida de esos pueblos indígenas y de su entorno como, por ejemplo, brigadas de salud y la construcción de 7 aulas en la alta guajira, entre otros. Pero para ella, la obra más importante que ha realizado últimamente con su Fundación es la puesta en marcha de la construcción de un banco de alimentos para 1.500 familias. “El propósito es llevar un alimento digno a los más necesitados y así mejorar la calidad de vida y seguridad alimentaria de los wayúu y guajiros”.
María Teresa es ingeniera industrial especializada en responsabilidad social y empresarial y es hermana del reconocido compositor vallenato Luis Aniceto Egurrola, el mayor de la familia. De su primer matrimonio nació Esteban, su único hijo, que terminó comunicación social y se alista para hacer una maestría en España en el área deportiva. Después de vivir en pareja, se casó por segunda vez en 2016 con el manizaleño Jorge Lalo Eduardo Correa, ex gerente de Cromos y actual vicepresidente de RCN radio. Llevan hoy una relación de casi 20 años.
LAS MEMORIAS DE SU MAMÁ
En Bogotá, donde reside desde que comenzó a prepararse en el reinado, se dedicó a brindar asesorías en mercadeo corporativo y relaciones públicas. En la actualidad tiene su empresa de comunicaciones.
“Un proyecto muy importante para mí es la publicación de las memorias que me dejó escrita mi mamá. La mejor lección que aprendí de ella fue valerme por mí misma, enfrentar la vida alejada de las banalidades y ridiculeces que se manejan en la sociedad. Ella asumió la enfermedad con mucha valentía. Fueron ocho años luchando contra el cáncer”, dice.
María Teresa Hinojosa, que murió de cáncer de mama en 2009, fue una mujer brillante. Se desempeñó como concejala, alcaldesa de San Juan del Cesar y diputada, sin dejar de desatender a los 7 hijos que tuvo con el arquitecto y ganadero Jaime Egurrola, quien hoy está en los 82 años. Además de haber escrito un libro de poemas, durante los últimos años de vida escribió sus memorias.
“Creo que es el momento de publicarlas. Mi mamá fue una mujer que sirvió de ejemplo a las de su generación, porque pese al machismo, esa influencia cultural en la Costa, demostró la capacidad de la mujer”, apunta la ex reina, quien comentó que hasta ahora el título de la obra es Memorias secretas de una mujer guajira.
CRECIMIENTO PERSONAL
El secuestro (y después liberación) de que fue víctima su papá, el fallecimiento de su mamá y el haber tenido que ser hospitalizada en España cuando le diagnosticaron neurocisticercosis, sumado a los 6 meses de encierro por la pandemia, le han servido a María Teresa para fortalecerse.
“A mis 49 años, estoy en un momento en que la primera primera etapa vivida fue de trabajo, de lucha y aprendizaje. En este segundo tiempo valoro cada instante, todas las lecciones recibidas. ¡Estoy en la mejor etapa de mi vida!”, reitera.
“Una de las cosas personales que hago diario y muy temprano es una sesión de entrega conmigo misma. Me levanto, hago meditación para reactivarme, de alimentarme con mi oración, para luego arrancar con mi trabajo”.
Resalta que la aparición de la pandemia la ayudó en su crecimiento personal, de fortalecerse, esto último, según ella, es lo que debe hacer el Concurso Nacional de Belleza. “El tiempo cambió desde que aparecieron todos los procesos tecnológicos y la crisis humanitaria, entonces pienso que el certamen no debe acabarse. Esto deben tomarlo como una pausa, un descanso para replantearse cosas nuevas”.