Dr. Rodolfo Vega Llamas
Columnista / 16 de julio de 2022

Gustav Mahler

Hablar de Gustav Mahler es hablar de un genio, machista, despótico. Se convirtió al catolicismo no por conversión convicta, sino para favorecer su carrera, ya que sus orígenes judíos entorpecían, igual que sus rasgos de carácter, la posibilidad   de su reconocimiento.

No era una persona cariñosa con su familia, difícil en sus relaciones interpersonales; fue siempre acechado por la muerte: de doce hermanos, seis mueren al nacer, uno fue el loco del pueblo y otro llamado Otto, también compositor, se mató de joven, y los otros dos también fueron maniaco-depresivos. Llamativo que muchos de estos compositores, sus principales obras fueron realizadas en periodos de depresión. Para algunos críticos, vivió un tormentoso momento que de paso lo hizo hacer su propia música clásica.

Estos episodios de bipolaridad lo hacía componer durante largas noches, ya que los maníacos tienen una notoria disminución de la necesidad de dormir. Se pasaba componiendo día y noche por semanas enteras. Al componer Klagendes Lied, terminó casi enfermo, cansado, agotado, y casi emaciado por no haber parado siquiera para alimentarse como lo haría un ser humano normal.

Dice la historia que presentaba alucinaciones, ilusiones, o era una muestra de cansancio mental, huía de sus aposentos, y pedía ayuda médica.

Strauss vio en él una composición hermosa en la primera sinfonía de Mahler, observó un colorido inusual, y la hizo ejecutar en un concierto en Weimar.

En ese momento la crítica lo favoreció inmensamente y se comenzó a hablar de Mahler en los círculos musicales. Le decía a un amigo: “cuando el perro ladra, sabemos que estamos en camino”.

Era de pocos enamoramientos, pero el sentimiento tocó a su puerta, cuando se enamoró de la hijastra de una conocida artista. Se casaron en 1902,increíble, pero este genio, déspota, maníaco -depresible, se volvió alegre, ocurrente y además muy sociable, charlador, con esta dama tuvieron una hija que lo hizo muy feliz, y compone la serie de Rueckert’s. Pero por desgracia su hija muere de escarlatina a los 4 años, Increíble. Parece una premonición de sus canciones para niños muertos. Posteriormente, tiene otra hija a los dos años, a la cual también llaman Anna; y esta pobre niña le tocó soportar los sufrimientos de su padre.

Tarde o temprano, su temperamento machista y déspota le paso factura y terminó arruinando su matrimonio, envidiaba los aplausos para Alma, “Un compositor por familia es suficiente”gritaba. Posteriormente Alma conoce un arquitecto muy famoso con quien mantiene un romance. Terminó ante este suceso, consultando a Freud, por el empeoramiento de su salud mental.

Aquí viene lo peor, terminando su octava sinfonía, le fue diagnosticado Endocarditis. Se puso muy supersticioso y empezó a delirar con que Beethoven había muerto después de componer su novena sinfonía y que Bruckner lo había hecho mientras componía la suya.

Murió según el incomprendido, solo, desdichado, abandonado, depresivo. Una noche de invierno, luego de dirigir su concierto 47, colapsó. Nada pudieron hacer los médicos del momento ante esta enfermedad que como cardiólogo sé lo difícil que puede ser para mejorar, ante el fracaso del tratamiento decidió regresar a Viena para morir. Interesante el libro que escribió Marlin Thomas sobre la visita de Mahler a Freud. Durante su sepelio no hubo música ni despedida a solicitud de él, sin embargo, el día siguiente durante 24 horas su música sonó en toda la ciudad.

rvegallamas@hotmail.com 3156686904

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