Dr. Rodolfo Vega Llamas
Columnista / 9 de abril de 2022

Haz lo que amas y hazlo seguido

Si yo fuera ministro de educación daría un vuelco total a la educación en los colegios. ¿Cuál es el objetivo de la vida? Para mí es la felicidad, soñar, dejar volar la imaginación; y ¿qué es la felicidad? es una emoción que se produce en un ser consciente cuando llega a un momento  de conformación, bienestar o ha conseguido ciertos objetivos que le realizan como individuo, aunque cada persona puede tener su propio significado sobre que significa felicidad para ella. Cuando entran cien niños a un colegio todos tienen ambiciones, actitudes y aptitudes diferentes; por lo tanto, lograr que estos cien niños estén felices con el aprendizaje depende del estado emocional, la sensación de bienestar y realización que experimentan cuando alcanzan sus metas, deseos y propósitos en un momento duradero  de satisfacción, donde no hay necesidades que apremien, ni sufrimientos que atormenten.

Les voy a contar una anécdota: «cuando Monty Roberts, famoso por escribir el libro ‘El hombre que escucha los caballos’, según el New York Times, un bestseller, estaba cursando bachillerato. Su profesor le pidió a todos los de su clase que como tarea, escribieran sobre  lo que querían ser cuando fueran grandes. Monty escribió que quería tener su propia hacienda de 200 acres y criar caballos de pura sangre. Su maestro calificó el trabajo con una F y le explicó que le colocaba esa mala nota porque consideraba que su sueño era poco realista. Ningún niño que estuviera viviendo en un campamento de casas rodantes, en la parte de atrás de un pikc-up podría ganar lo suficiente para comprar una hacienda, conseguir sementales y pagar salarios de todos los trabajadores que  requería una hacienda. Cuando el profesor le pidió a Monty que cambiara o volviera a escribir su ensayo para darle una nota más alta, Monty le dijo: “usted quédese con su F, y yo me quedo con mi hacienda.”

Monty posee en la actualidad unas granjas de 154 acres, Flag Is Up Farm ,en Solvang California, donde cría caballos de carrera de pura sangre y capacita a cientos de entrenadores de caballos para que de una forma más humana entrenen los caballos.

Bob Proctor escribió en su libro el arte de vivir, algo que me dejo totalmente pensativo, es lo que dice en su obra: “dentro de cien años, quizás antes, la gente echará la vista atrás y pensará que lo que hacemos con los niños es una actividad criminal, nadie tiene el derecho ni profesores, ni padres de amputar la imaginación y los sueños de los niños.

Ustedes se imaginan si Messi en el colegio lo hubiesen obligado a estudiar matemáticas, química, filosofía o geografía, y su padre lo hubiese obligado a ser arquitecto, médico o ingeniero y nadie hubiese descubierto su talento en el footbal. El planeta se hubiera perdido de ver el mejor futbolista y él sería tal vez un profesional mediocre, y peor aún, no sería feliz.

Imaginemos por un segundo donde nadie hubiese descubierto el talento de Mozart, quien a los 17 años fue contratado como músico en la corte  de Salzburgo, y además discípulo de Beethoven, quien también lo encaminó con sus excelentes consejos musicales, reflexionemos por un minuto que ellos se hubieran dedicado a otra profesión. Qué tristeza para los amantes de la música, y así puedo enumerar a miles de personas que por su talento han triunfado y otros que  por no haber sido  descubierto su talento son infelices y amargados.

Ahí está el éxito de un colegio, en aplicar toda la herramienta para encontrar esa especial capacidad intelectual o aptitud que todo ser humano tiene, para aprender las cosas con facilidad o para desarrollar con mucha habilidad una actividad; lo hermoso del talento es que es natural, brota de su ADN, por ejemplo, cantar, dibujar o tocar el piano, son habilidades que le permiten destacarse sobre los demás en una disciplina o actividad. Tampoco estoy diciendo que necesitan una Melanie Klein (psicoanalista) para cada estudiante, pero si además de escudriñar sus talentos, enseñarles también a gestionar las emociones a los jóvenes desde corta edad. Enseñarles que hay valores por encima del dinero y que la felicidad no está solo en lo material.

¿Por qué un colegio expulsa un estudiante por ser malo en matemáticas, o historia o geografía? Para mí es la peor injusticia que se puede cometer, y el peor maltrato a un niño o  niña. Ese niño o niña siente un atropello emocional indescriptible, y tal vez un daño irreparable para su personalidad, ya que tal vez es un pintor o un deportista en potencia, o tal  vez un futuro director de orquesta. Pero ese colegio no le dio la oportunidad de mostrar su talento, porque lo único importante para ese profesor obsoleto y cuadriculado cerebralmente,  era que tenía que sacar una buena nota en matemáticas.

En el curso de mi vida he observado que muchos jóvenes, excelentes estudiantes, han sido un fracaso como profesionales y otros malos estudiantes han triunfado en la vida. Y cuando un estudiante que sacaba malas notas y fue expulsado del colegio como si fuera un bruto, y luego triunfa porque resulto un escritor famoso, ¿quién fue el gran perdedor? Obvio que este gran perdedor es el colegio, que nunca descubrió ese talento. Aquí los padres jugamos un papel crucial en esta  situación, porque  también somos arte y parte  de descubrir el talento de nuestros hijos, porque si no lo hacemos también somos parte de ese fracaso en la vida profesional de nuestros hijos. La felicidad está en hacer lo que te gusta, lo que te hace feliz, cuando se trabaja en lo que sientes con pasión no es trabajo, es placer.

Por eso existen tantas personas amargadas que laboran con rabia, porque no están haciendo lo que su corazón desde la niñez quería, odian lo que hacen y se levantan cada mañana maldiciendo su trabajo porque un día un profesor le dijo que las matemáticas eran lo más importante. Mentira, mentira, ¡falso!! Lo más relevante es lo que tu corazón, tu aptitud, tu talento que viene innato en tu ADN te diga, y en eso consiste la felicidad, en trabajar en lo que te gusta y seguramente te ganaras la admiración de tu entorno. Porque eres realmente bueno en esa labor, y seguramente ese profesor que te dijo un día que eras malo en el colegio por malas notas, irá a una exposición  de tus cuadros en Nueva York y admirará tus pinturas; y tal vez  no tendrá la suficiente plata para comprar un cuadro que pintaste, o asistirá a tu  concierto de piano y quedará embelesado, extasiado, y cautivado con tus  notas musicales. Y dirá orgullosamente ese fue alumno mío.

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