Nuestra Gente / 5 de marzo de 2022

Arelis Pana y su misión de empoderar a las mujeres indígenas del Caribe

Arelis Pana, segunda de izquierda, ha recorrido varios países para hacer visible a las mujeres de las diferentes etnias del Caribe colombiano.

Alix López

Esta maestra artesana wayuu y contadora pública recorre la Costa para hacer visible el arte de las mujeres de las diferentes etnias. El mensaje lo ha llevado a exposiciones y pasarelas en el mundo. Un homenaje a propósito del Día Internacional de la Mujer que se conmemora este 8 de marzo.

«Mujeres indígenas, mujeres visibles» es el lema de Arelis Pana Epieyú.

Arelis Pana creció viendo a su mamá Matilde Epieýu tejer las mantas y las guaireñas que luego se ponía y los chinchorros para la familia que creó junto a su padre Carlos Pana Pana.

Y aunque realmente la crió su prima Elvia Pana de quien aprendió lo que hoy sabe de comercialización, confiesa que la vena de artesana la heredó de su progenitora.

“Mi mamá me hizo la primera mochila o susú, como se llama en wayuu. Tenía tejido mi nombre, ella no sabía leer ni escribir, por eso lo hizo con varias mayúsculas y minúsculas, pero a mí no importaba me parecía divina y la llevaba por todos lados”, recuerda esta maestra artesana wayuu que desde hace diez años dirige la Fundación Susú Wayuu cuya meta principal es visibilizar a los pueblos indígenas a través de las artesanías, fotografías y videos.

El proyecto lo empezó cuando estudiaba contaduría en la Universidad del Atlántico, pero a ella realmente lo que le gustaba era el trabajo social para su comunidad. “Como estudié a través del convenio indígena, todo ese conocimiento lo llevaba a mis paisanos”, narra.

Arelis Pana Epieyú dirige la Fundación Susú Wayuu.

Desde entonces Arelis (@warelispanaepieyu) se ha dedicado a empoderar a las mujeres indígenas de nueve etnias de la Costa: wayuu, arhuaco, kankuamo, embera, zenú, mokaná, koguis, chimila y wiwa para conocer cómo viven y de qué viven y proyectarlas para buscar mercados y que comercialicen directamente sus productos sin intermediarios.

Cuenta que muchas de estas mujeres no sabían leer ni escribir, por lo que también comenzaron a trabajar con las nuevas generaciones de esas etnias para que sigan la tradición.

“Detectamos que se estaban perdiendo muchos usos y costumbres indígenas, tenemos que trabajar para que el legado siga”, asegura Arelis quien ha trabajado con prestigiosas diseñadoras como Silvia Tcherassi y Francesca Miranda.

Artesana wayuu tejiendo una mochila tradicional.

Las beneficiadas tampoco manejaban las nuevas tecnologías, de tal manera que capacitamos a sus hijos y nietos en el manejo de redes sociales y WhatsApp que son herramientas para mantener un mercado virtual.

Como una de las líderes de las artesanas indígenas del Caribe colombiano viaja por los municipios de Córdoba, Atlántico, Cesar y La Guajira.

En su caso trabaja las artesanías wayuu con más de 100 mujeres, mientras que el resto de comunidades tienen sus propios núcleos de tejedoras cada una con ventas directas y mercados propios.

“Los zenú, las koguis, las kankuamas tienen sus mercados. Nuestro trabajo es que tengan sus mercados y nos reunimos cada año para analizar las debilidades y seguir trabajando. Queremos empoderarlas, que sean ellas mismas la que vendan y no a través de terceros”, añade.

Arelis con mujeres indígenas de la Sierra Nevada de Santa Marta.

En la actualidad trabaja de la mano del diseñador Juan Pablo Socarrás en un proyecto denominado Historias hechas a mano que nace para contar las historias detrás de cada producto, realzando el valor de la cultura, y dando el protagonismo necesario a la población artesanal y a las comunidades vulnerables que crean y diseñan.

«Somos un punto de articulación entre artesanos, productores y el gremio de diseñadores que desean aprovechar materiales, texturas y conocimientos ancestrales desarrollados en las regiones de Colombia», asegura Socarrás en www.historiashechasamano.com.

Con el mismo objetivo de visibilizar a las nueve etnias del Caribe, Arelis ha liderado exposiciones fotográficas en gran formato en la sede de la Unesco en París, la Rivera Maya, en Palma de Mallorca (España) y Venezuela. Y en ciudades de Colombia como Cali y Bogotá.

Cuenta que cuando vino la pandemia se fue a vivir varios meses a las comunidades wayuu en donde la inspiraron que la lluvia de estrellas, el desierto, el Sol, las flores de los cactus y el verde de sus espinas, el reflejo del sol en la sal de Manaure a Mayapo.

Exposición Mujeres Indígenas del Caribe colombiano.

Por eso en su colección de artesanías usa ahora hilo de seda que muestra destellos plateados, dorados y cobres. “Es mi sello porque este hilo tiene más brillo y es sedoso. El resultado es hermoso, a diferencia del hilo tradicional que es elaborado en algodón y material sintético”.

Asegura que todas las mujeres indígenas artesanas pueden salir adelante, pero se requiere de mucho compromiso que a veces falla por lo que quedan mal con los clientes.

Mochila wayuu tradicional de Arelis Pana.
Con el diseñador Juan Pablo Socarrás,

Con relación a la polémica que siempre se arma por los precios de las artesanías que muchas veces no le generan mayores ganancias a los wayuu, explica por ejemplo que en el tejido comercial, que es de dos hilos, los precios los estipula el comprador y no los artesanos.

En los primeros los precios los estipula el comprador y no los artesanos. “En este círculo se lucran los intermediarios y las mujeres no ganan mucho. Contrario a lo que pasa con el tejido tradicional cuyos precios son justos.

“Cada una de nuestras mochilas tradicionales se tejen en 15 o 20 días, en cambio la comercial está lista en 5 días. Yo le insisto a las artesanas que lo que ellas elaboran es una obra de arte y las obras de arte tienen un valor justo”.

Mochila tradicional hecha en hilo de seda en tonos cobres. Las hojas secas del trupillo inspiraron a Arelis Pana para tejerla.
Los kanás o dibujos con los que son elaboradas estas obras de arte de manos artesanas wayuu.

Dice que está muy orgullosa porque al igual que el resto de mujeres indígenas, el tejido wayuu también se abre paso en los mercados extranjeros como Asia, Canadá y Francia en donde tienen clientes fijos a los que cada semana o cada 15 días les despachan las mochilas. Al final están caminando hacia el empoderamiento y visibilización de las artesanas de las nueve etnias del Caribe.

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