Vanessa Restrepo Hoyos
Columnista / 9 de octubre de 2021

Incomunicados

El pasado lunes, 4 de octubre, nos quedamos de un momento a otro sin Facebook, Instagram, WhatsApp y Messenger, las plataformas masivas más importantes del conglomerado tecnológico, Facebook, Inc.

A las 10:01 a.m. se fue mi último mensaje de WhatsApp y solo hasta las 6:18 p.m. comencé a recibir chats que se habían quedado atascados al igual que varios de los míos que había intentado enviar cuando aún desconocía lo que estaba sucediendo.

Para mí, simplemente fue un día en que no pude  contactarme rápidamente con mi editora, amigos y familiares, ya que me tocó ajustarme “a los viejos tiempos”, haciendo unas cuantas llamadas locales y enviando un par de emails.

Les confieso que fue extraño comunicarme de esta manera. Incluso, tuve sentimientos encontrados. Por un lado, me sentí un poco inquieta al no tener acceso a WhatsApp, la fiel herramienta que desde años atrás, me ha facilitado mi rutina diaria y permitido tanto informar como ser informada al instante sobre cualquier eventualidad.

Pero por otro, me quité un peso de encima al no tener la presión de estar chequeando y respondiendo mensajes, ni la tentación de estar ojeando fotos en Instagram.

No puedo hablar por los millones de usuarios alrededor del mundo que no pudieron iniciar sesión en sus cuentas, ver contenido ni realizar publicaciones, aunque asumo que los más asiduos a las redes sociales, en especial los jóvenes, se habrán sentido “aislados” o incomunicados cuando en realidad, nunca lo estuvimos.

Al fin y al cabo aún existen los teléfonos fijos. Las llamadas por celular y el email también funcionaban, así que en mi caso personal, fue  suficiente.

Sin embargo, para los pequeños negocios y emprendimientos, estas ocho horas de desconexión, el panorama fue muy distinto: Cada minuto que pasó, fue dinero que dejaron de generar.

Con la pandemia, muchas de las microempresas, en especial, la economía informal, se apoyaron aún más en estas redes sociales, las cuales jugaron un papel fundamental para su subsistencia durante este último año y medio, ya que el encierro empujó a sus clientes a buscar, consultar y realizar la compra de sus productos y servicios a través de ellas.

De hecho, como cliente, las he venido utilizando cada vez más que sus propias páginas web. En ellas, el trato con el proveedor es directo, cercano, personalizado y va al grano.

Por esto, en medio de su sorpresa e incertidumbre, algunos emprendimientos incluso se lanzaron a utilizar la aplicación de mensajería instantánea, Telegram, la cual opera igual que WhatsApp, mientras que otros se apresuraron a mandar correo electrónicos, un medio que hoy día se usa principalmente para enviar y recibir contenido más elaborado y que, a mi modo de ver, ha venido siendo desplazado por estas redes sociales en lo que a ventas se refiere.

Así lo hizo una tienda de ropa y artículos para el hogar que me encanta y que a pesar de contar con su propia página web, normalmente se promociona a través de Instagram.

El mensaje de email tenía como título: “¡Que no cunda el pánico!” y venía acompañado de imágenes de las nuevas prendas que tenía para ofrecer. En él expresó que, pese a la caída de las redes sociales, continuaban activos.

¿Cuántos millones de emprendimientos más estarían buscando alternativas ese día? ¿Cuántos salieron afectados a raíz de este histórico colapso? A esta última pregunta, creería que todas, de alguna u otra forma.

Para que se den una idea, Facebook, fundada en 2004 por Mark Zuckerberg, cuenta con unos 2,700 millones de usuarios activos mensuales; Instagram, la aplicación de publicaciones para smartphones (teléfonos inteligentes), fue adquirida por Facebook en 2012 y cuenta con unos 500 millones de usuarios activos diariamente y WhatsApp, el servicio de mensajería más usado a nivel mundial, con 2,000 millones de usuarios al mes, fue comprado por el mismo gigante tecnológico, dos años más tarde.

Pero no solo los pequeños negocios se vieron en aprietos. Según Yahoo Finances, Zuckerberg perdió unos 6 mil millones de dólares debido al prolongado apagón, una preocupación más para el magnate estadounidense cuyo imperio ha venido teniendo varios reveses en los últimos años.

Zuckerberg pidió disculpas por medio de su cuenta personal de Facebook por la larga interrupción del servicio: “Facebook, Instagram, WhatsApp y Messenger están volviendo a estar en línea ahora. Perdón por la interrupción de hoy. Sé lo mucho que dependes de nuestros servicios para mantenerte conectado con las personas que quieres”.

Si algo nos demostró la caída de estas cuatro redes sociales, es la gran dependencia que tenemos de ellas. Un tema bastante trillado, lo sé, pero nunca lo habíamos vivido de primera mano y seguramente muchos de los pequeños negocios que dependen de estas plataformas para su sustento diario, ya estarán buscando otras opciones e ideando plan B y C, en caso de que llegue a repetirse una situación como esta.

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