Nuestra Gente / 16 de marzo de 2024

José Rivera, el guardián del medio ambiente

Desde bien temprano y cada dos días, don José se dedica al cuidado de los arbolitos frente a su casa.

Miguel Utria

Este barranquilleros, pensionado de la Armada, se ha dedicado a cultivar frente a su casa árboles de mango que luego dona para que sean sembrados en parques, colegios y demás sitios.

«Dicen que para que un hombre se realice en la vida debe tener un hijo, plantar un árbol y escribir un libro. Yo he cumplido a cabalidad con ello porque aunque no he escrito el libro, he leído mucho y la idea de hacerlo aún ronda mi cabeza. Tengo varios hijos y he plantado no uno sino miles de árboles”, comenta José del Carmen, Vega Rivera, vecino del barrio Boyacá de Barranquilla, que cada mañana bien temprano dedica horas al cuidado de uno de sus mayores tesoros: una especie de vivero de árboles frutales que tiene en el frente de su casa.

Son árboles de mango que una vez están listos para trasplantar los dona para que sirvan de bienestar a quienes lleguen a disfrutar de su sombra o frutos, como él mismo dice.

Cinco frondosos árboles rodean la casa de José del Carmen.

Es pensionado de la Armada Nacional, institución a la que perteneció por más de 20 años y que le formó con valores como el amor hacia las demás personas y la naturaleza.

Por eso ha dedicado 25 de sus 72 años a recolectar semillas de mango que deposita en una jardinera y cuando estas germinan, la lleva a unas bolsas con arena para que cuando estén listas para sembrar en el suelo, sean donadas a quienes las necesiten o soliciten.

“Esto es a lo que me dedico, y a leer porque me gusta la lectura, y leo de todo. Y estaré en esta actividad hasta que Dios me dé vida”, asegura don José del Carmen, quien dice que no ha escrito el libro, pero que le gustaría contar la historia de su vida con lo aprendido en su formación militar, su familia, la labor en defensa del medio ambiente y el bienestar de las personas a las que puede ayudar.

En bolsas que rellena de arena, José trasplanta los arboles cuando están listos. Son más de 200 los que tiene en su vivero.
Con cuidado y con mucho amor está pendiente del crecimiento de sus sembrados

Dice sentirse bendecido y afortunado porque con lo que hace contribuye con la naturaleza y la humanidad en general, además de la tranquilidad que le da la tarea de sembrar, regar, limpiar y regalar los árboles.

A un costado de su casa dispone de los arboles recién nacidos en bolsas vacías de leche que le llevan los vecinos de su cuadra, amigos y familiares, él las corta, las dispone y llena de arena abonada que compra y las tiene cuidadosamente colocadas en el piso, a la vista de todos los que por allí pasan, muchos de los cuales se han interesado en adquirir las plantas.

En los dos lados que conforman el exterior de su casa tiene sembrados cinco árboles, todos adultos, los cuales han dado muchas de las semillas que ha cultivado a lo largo de estos años.

Muy cerca de su casa está ubicado el Parque Boyacá, en el cual se encuentran aproximadamente 25 árboles que sembró un día, unos ya han crecido y otros ya comienzan a dar frutos por primera vez.

Recuerda que muchos de los árboles que sembró en el parque no llegaron a hacer parte del entorno porque fueron arrancados, y no conoce los motivos.

José del Carmen dice que muchas de las semillas que han dado nuevos árboles son de los mismos que él ha sembrado, pero que muchas otras las recoge de la calle o se las llevan.

Actualmente cuenta con aproximadamente 120 arbolitos, luego de que un docente se llevara 60 para el colegio donde labora y que sembrará con sus estudiantes.

Gracias a la gestión y donación de José del Carmen, así luce hoy el Parque Boyacá.

Recientemente había donado 100 plantas a un vecino de Alameda del Río para ser sembrados en ese sector recién poblado de la ciudad.

“Por aquí pasa mucha gente que llega y me dice que le regale, 10, 20, 50, incluso hasta uno o dos, y yo con gusto se los obsequio, pero les hago prometer que los va a sembrar y a cuidar, y que ojalá los multiplique porque ese es mi objetivo”.

Asegura que las semillas demoran un promedio de 40 días para germinar luego de haberlas depositado en la jardinera, la cual riega con abundante agua cada dos días al igual que los pequeños árboles en las bolsas de arena.

“Yo no me considero una persona importante, pero sí creo que lo que hagamos por el bien de la naturaleza es de mucha importancia para las generaciones del futuro. Podría decir que soy un guardián del medio ambiente, pero también de la naturaleza en general”.

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