Karoll Márquez y Martina La Peligrosa durante la grabación del video oficial de Mentira, en el que cantan a dúo.
El polifacético artista cartagenero acaba de lanzar Mentira, tema de su autoría, que grabó con su entrañable amiga, la cordobesa Martina La Peligrosa.
En Colombia saben que Karoll Márquez es cantante, actor, bailarín y compositor. Es de esos artistas integrales que nada más se pueden contar con los dedos de las manos.
Primero fue la música, cantando en centros comerciales, en diferentes eventos y escenarios de su natal Cartagena. “Ahí empezó todo”, dice con su seductora sonrisa. Ya en la edad adulta decidió irse a Bogotá para probar mejor suerte como cantante, pero se le presentó la oportunidad en la actuación.
“La actuación la fui aprendiendo en la marcha. Fue por casualidad, porque no estaba en mis planes. Después de ganar un casting me dije: tengo que prepararme para esto. Al comienzo me sentí a gusto porque ya tenía algo de experiencia con el manejo del público, las cámaras, etc”.
Pero no todo fue color rosa en sus inicios. Recuerda que en la capital tuvo que lidiar con muchos prejuicios. Lo veían como un peladito provinciano, del montón y hasta “lobo”, pero su actitud positiva lo empujó para seguir adelante. “Eso hizo que yo me cuestionara muchas cosas, y con los años, se me convirtió en una gran fortaleza que me ha permitido trabajar mucho. No estar atenido solo a la industria de la música y la televisión me ha ayudado hacer de mi carrera un emprendimiento, de tener un campo de acción amplio, de poder cantar, actuar y bailar. Uno tiene que dignificar su carrera”.
Karoll toca muy bien la guitarra, pero solo la usa para su proceso creativo. Tiempo atrás la utilizó en sus presentaciones como solista, pero quería sentirse mucho más libre sin el instrumento a cuestas para poder bailar, pues para él la danza siempre le ha corrido por sus venas. Por otro lado, porque “no me sentía un virtuoso en la guitarra como para afrontar a ese toro en el escenario”.
SUS PASOS EN LA DANZA
Asegura que la danza fue determinante en su carrera. De ahí que algunos lo adulen como el ‘John Travolta criollo’, porque puede cantar, bailar y actuar al mismo tiempo. De hecho, su debut en la actuación fue en 1996 en la serie televisiva Conjunto Cerrado en el que demostró su versatilidad, lo mismo que en Padres e Hijos. Después trabajó en producciones como Oye bonita y Amor de Carnaval, entre otras.
“Si yo no cantara, creo que no se me hubiesen presentado tantas oportunidades de hacer personajes en la televisión”, apunta. Y gracias a su trabajo actoral, no solo se ganó un espacio y reconocimiento en la teleaudiencia, sino que lo llevó a desempeñar algo más complejo para un artista como es el teatro. En las tablas ha protagonizado musicales tan exitosos como Aguanilé, que muestra las facetas de la salsa de los 70; Pantaleón y las Visitadoras, una adaptación de la obra de Mario Vargas Llosa, una versión de Peter Pan y el más reciente Hombres a la plancha, otro aplaudido musical.
Aunque no quiso adelantar mucho, alista un monólogo que según él “dará mucho qué hablar por el montaje. Es un musical escrito por mí, tendrá bailarines y músicos en vivo. Es una historia que, en parte, cuenta mis inicios artísticos”.
Las canciones de su autoría suman más de 40, algunas grabadas en solitario y otras a dúo con artistas como Marbel, en La confesión, también con Inés Gaviria en una versión de Dime corazón y durante la pandemia lanzó su composición Mentira al lado de Martina La Peligrosa.
Aclara que es un cantante pop, un intérprete que ha podido moverse, explorar y de estar en musicales que hacen parte de su crecimiento como artista. Particularmente sus canciones más conocidas son baladas, pero igual puede cantar salsa, rancheras y vallenatos. Y es ahí donde está el buen artista, cuando tiene la capacidad vocal de interpretar cualquier tipo de género.
EL COSTO DE HACER UN NOMBRE
A la pregunta por qué siendo polifacético no ha emigrado del país para mostrar su talento, confiesa “es algo con lo que he tenido que crecer. Pienso que ahora en mi adultez lo asimilo de esta forma: creo que no todos los artistas estamos diseñados de la misma manera y para el mismo fin. Hay unos que han tenido el chance de emigrar y ser exitosos. A mí me ha costado mucho más trabajo picar piedra en mi país y hacer un nombre. Pero creo que ha valido la pena”
“Cuando niño soñaba con ser un gran cantante, que tuviera un reconocimiento. Lo internacional lo soñamos todos. Pero esto siempre yo lo vi como si fuera mi proyecto de vida, no lo vi ni como una opción de trabajo. Claro, si se me presenta la oportunidad, por supuesto que sí”.
“A estas alturas de la vida, que he construido una carrera, he podido dignificarla y vivir bien de ella. Creo que no sería justo aventurar en otros terrenos, no sé si quiera pasar ese proceso. He tenido la oportunidad de vivir y estar afuera para un crecimiento artístico y de trabajo, pero no es nada fácil si no tienes toda la infraestructura, el andamiaje. Porque sabemos que vale mucho posicionar el nombre de un artista musical, ya sea en la radio, en las portadas de las mejores revistas, ubicarlo entre la gente influyente, etc, eso vale mucho. Yo tuve que lidiar toda la vida con los comentarios de la gente. Y jodí tanto, sobre todo en la danza, que hoy se han dado cuenta y me he ganado un lugar”.
Según él, gracias a la televisión ha tenido muchas oportunidades de presentarse en el exterior. Telenovelas como Oye Bonita en su papel de Monchi Maestre lo invitaron a cantar en varios países.
Broadway no está lejos. Sergio Trujillo, el coreógrafo colombiano que conquistó ese importante escenario en Nueva York y quien ya tiene un premio Tonny, le ha sugerido a Karoll que ya es hora de que mire hacia allá, pero el cartagenero es consciente de que sigue creciendo y que a lo mejor le llegará el momento, como le pasó a Ricky Martin, cuyo debut fue hace 5 años con Los Miserables en dicho teatro siendo ya un artista consolidado.