Moda / 26 de agosto de 2023

La glamorosa historia del abanico de mano y su lenguaje

Karl Lagerfeld, de la marca Chanel, diseñó una gama de abanicos plisados, mientras que los de la diseñadora Silvia Tcherassi han sido inspirados en Colombia.

Zoraida Noriega

Aunque su verdadero origen no se sabe con exactitud, con el paso del tiempo este accesorio fue llegando a todos los estratos sociales. Maestros de la alta costura han creado sus propios diseños.

Se dice que el origen de los abanicos de mano se remonta a China y Japón desde épocas milenarias, y que a partir del siglo XV, fue llevado a España por los navegantes y comerciantes portugueses. Sin embargo, según los historiadores, el continente asiático fue el punto de partida para que el ventilador de mano, como también se le conoce, fuera un accesorio para sofocar el calor.

La actriz española Penélope Cruz llevó a los Premios Goya 2018 este abanico rojo no denunciar el acoso sino para fomentar a las ‘Mujeres poderosas’
La reina Letizia Ortiz, siempre lleva a la mano su accesorio.

Su nombre proviene del latín vannu. y del verbo portugués abanar (que significa aventar), es de donde surge el diminutivo abanico, término no utilizado en español hasta el siglo XVI.

En todo caso el abanico plegable sigue siendo atemporal y muy recurrente en las tendencias de la moda actual. Tanto, que muchos creadores de alta costura como Karl Lagerfeld, Dior, Ugo Boss y Louis Vuitton, y marcas como la del franco-español Olivier Bernoux, especializada en ese complemento, se han empeñado en sacar diseños especiales dejando muy claro que el accesorio es y será un agregado definitivo en el atuendo de toda mujer, y que tampoco está vinculado a la edad ni al género porque los hombres también los usan, pero más pequeños para diferenciarlo.

Diseño de Silvia Tcherassi inspirdo en los emblemáticos sitios turísticos de Cartagena.

En Colombia, y siguiendo esa pauta, la diseñadora barranquillera Silvia Tcherassi, también le dio un nuevo impulso y muy particular, al ventilador de mano. Como parte de su línea de ropa femenina, mochilas y clutch, incluyó una edición finos abanicos de mano con imágenes de las calles y sitios históricos de Cartagena. Y con motivo del Bicentenario de su ciudad natal también lanzó otros ilustrados con los más emblemáticos lugares de la Puerta de Oro, como también su flora.

Los de Silvia son hechos en manera de peral (un árbol originario de la zona templada de Europa) con tela de algodón-poliéster.

El creador franco-español, Olivier Bernoux realizó delicados diseños y propuestas más atrevidas con mensaje, «por encargo de Madonna», quien no ha dudado en lucirlos durante la celebración de su cumpleaños o en alguno de sus videoclips.

Como Tcherassi, quien dice que nunca viaja sin su abanico, muchas son las celebridades como cantantes, actores, modelos y miembros de la realeza, que lo han hecho suyo, que hace parte de su outfit .

En el antiguo Egipto, en el tiempo de los faraones, no se veía como simple accesorio que hacía parte de la vestimenta tradicional, sino que era considerado como símbolo de alta posición social. En Japón, las damas cuando acudían a un espectáculo o fiestas su ventilador de mano era imprescindible.

A España comenzó a popularizarse en el siglo XVIII  por las aristócratas que lo usaban en sus apariciones en público más prestigiosas. Por ejemplo, hoy en las corridas de toros, es común seguir viendo a las mujeres abanicándose para sofocar el calor. Estos accesorios, en su mayoría, van ilustrados con temas relacionados al mundo taurino.

Los abanicos españoles tradicionales se caracterizan por unir todo el varillaje con pergamino, vitela, cabritilla, o incluso con preciosas pieles impregnadas de perfumes.

Y es que saber y abrir un abanico es un elemento de sensualidad, describe un lenguaje propio que sirvió (desde tiempos atrás)  como un sofisticado instrumento de comunicación, sobre todo en las mujeres.

Por ejemplo, antes se decía que abanicarse despacio significaba falta de interés o indiferencia hacia un hombre,  si se hacía rápidamente entonces quería decir: “cuidado, estoy comprometida”; que apoyar los labios en el borde del abanico comunicaba desconfianza o incredulidad, y que pasar delicadamente el dedo índice por el borde de las varillas quería decir “tenemos que hablar”.

Variedad de colores, materiales como la seda y el encaje, son algunos de los diseños españoles.

Curiosamente, a través de sus varillas se intentó adivinar el futuro. Por ejemplo, en la superficie de éstas se podían escribir las palabras «viuda, soltera o casada» y debía ser la última varilla del abanico la que desvelara el futuro de la mujer en cuestión.

Existen abanicos de muchas formas, materiales, colores  y  tamaños. La mayoría son hechos en tela plegable y con una serie de varillas talladas  iguales, en bambú, marfil o material sintético sujetas en su base con un clavito.

‘LLuvia de oro’, de la flora del Caribe colombiano, en otro de los abanicos Tcherassi.

Algunos son redondos, pintados, otros bordados, con plumas, encajes  al estilo vintage y adornados con pedrería.

También los hay de cartón, más que todo, utilizados para procesos publicitarios que se entregan en eventos empresariales de asistencia masiva, en los que va impresa el logo e información del negocio.

Épocas atrás el abanico manual era como el aire acondicionado, antes de que aparecieran esos aparatos electrónicos en casas y carros que solo necesitan mover un botón o un control para ponerlos a funcionar. Sin embargo, a este accesorio de la moda, nadie lo podrá destronar para aliviar el calor en cualquier lugar.

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