Juan Alejandro Tapia
Columnista / 18 de enero de 2025

Los elegidos

Ahí van los doce apóstoles detrás de Jesús. Simón, al frente del grupo, con su barba perfilada, los bíceps definidos dentro de la túnica ceñida y el cabello sedoso, brillante, limpio, como si su rabí le hubiese concedido, además del honor de construir sobre sus hombros los cimientos de la futura iglesia, el milagro de ser el único mortal de esa Cafarnaún soleada y arenosa de comienzos del siglo primero que tiene el privilegio de lavar su pelo con shampú y acondicionador.

La imagen del que luego recibirá el nombre de Pedro choca con la iconografía católica, pero abre un abanico de posibilidades sobre los hombres seleccionados por Jesús para difundir su mensaje de amor y misericordia, y sobre la personalidad del profeta al que millares consideraron el «mesías» del pueblo judío. The Chosen (Los elegidos), una de las series más vistas en el mundo por distintas plataformas, aborda los acontecimientos narrados en la Biblia desde la óptica de los miembros de lo que entonces podía catalogarse como una secta -sus dudas y contradicciones-, pero que con los siglos adquirió la relevancia de ser el origen del cristianismo.

Fenómeno de masas, en 2022 los productores de Los elegidos calculaban que por lo menos 108 millones de personas habían visto al menos un capítulo de sus cuatro temporadas -la quinta está próxima a estrenarse-, y su éxito recae en poner el foco en la manera en que los apóstoles asimilan la figura y las enseñanzas de Jesús de Nazaret. ¿Entendieron algo? La duda ronda desde el primer momento, y la respuesta no está en la pantalla sino en cada espectador. No es un interrogante cualquiera, pues sacude los fundamentos de la fe cristiana.

Los seguidores de la serie terminan por plantearse los cuestionamientos de los apóstoles e incluso solidarizarse con ellos. ¿Por qué Jesús resucita a una niña ajena al grupo o a Lázaro, tan cercano a él, pero no es capaz de hacer lo mismo con la mujer con la que planeaba casarse Tomás? ¿Por qué cura a leprosos y tullidos, devuelve la vista a los ciegos, pero no sana la cojera de Santiago el menor (es una adaptación, no una realidad histórica ni una aproximación rigurosa a los evangelios)?

Lo que impide que los resentimientos de estos hombres y mujeres -ahí está la Magdalena también, quizá la única que presta atención e intenta comprender- deformen por completo el estereotipo bíblico de Jesús es el magnetismo del actor que lo interpreta, el neoyorquino Jonathan Roumie, de 50 años. Si el director, Dallas Jenkins, y los productores no repararon en la tradición cristiana para escoger a los discípulos, en especial al juvenil y moderno Pedro, con el autoproclamado ‘Hijo del Hombre’ se ciñeron a la representación física más clásica.

El contrapeso de un Jesús idéntico al que ha hecho carrera en el imaginario de los cristianos es lo que hace que la constante lucha entre el ser humano y la divinidad que plantea el guion -en más de una escena muestra su desolación por no lograr que sus apóstoles lo entiendan, culpándose por eso- no aleje la serie de su carácter religioso ni la arrastre por el sendero de la polémica o la irreverencia. En Los elegidos, la humanidad de Jesús -come y bebe con devoción, ríe con ganas, se mofa de sus amigos como en una pandilla, juega con ellos, complace los pedidos de su madre- no desvirtúa su superioridad moral, sino que la recubre de credibilidad más allá de su condición de entidad sobrenatural. Este Jesús no es un ser con derecho a todo, sino uno que se ha ganado el derecho a todo.

En 2004, La pasión de Cristo, de Mel Gibson, partió en dos la historia de las cintas basadas en textos bíblicos. Las escenas que precedieron la crucifixión y la posterior muerte de Jesús en el madero fueron calificadas como las más dramáticas jamás grabadas. El Jesús del director australiano es el de la redención a través del padecimiento. En 2018, María Magdalena, del realizador Garth Davis, australiano también, mostró a un mesías introvertido y poco elocuente, pero de una presencia poderosa en escena, muy por el estilo del actor que lo representó, Joaquin Phoenix. Retrato controversial, expuso a María -la actriz Rooney Mara, compañera sentimental de Phoenix- como la predilecta de un Jesús solitario que no encuentra fácil la comunicación con su rebaño. El de Los elegidos, en cambio, es abierto, cercano, divertido, espontáneo, cordial, características que lo aferran a la vida terrenal y lo vuelven más mortal. Las tres son visiones de autor, pero ayudan a comprender que el verdadero Jesús vive más allá de las Escrituras o de lo que nos han contado de Él.

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