Un masaje “impuesto con sutileza”, 600 mil pesos; dos mojarras con sus acompañamientos, 2 millones de pesos; un almuerzo para 4, un poco más de 6 millones de pesos; una carrera de taxi de 10 mil a 30 mil pesos; 250 mil pesos por sentarse en Playa Blanca, son algunos de los abusos, por decir lo menos, que algunos “prestadores de servicios turísticos” han cobrado a visitantes que han llegado en los últimos meses a nuestro país.
Cuando Colombia ha visto incrementado el flujo de turistas y con ello se ha encontrado una salida a la crisis económica, algunos inescrupulosos quieren cortar de tajo todo lo que podría lograrse con una actividad que es lucrativa y que incluye a un gran número de sectores: transporte, alimentos, hoteles, restaurantes, discotecas, museos, comercio. Hay una banda de ‘antiturismo’ que hay que erradicar antes de que acaben con un futuro con grandes posibilidades en nuestro país.
En una reciente noticia de El Espectador se lee que el turismo de reuniones: congresos y eventos que generan cerca de 2.400 millones de dólares —lo que representa el 22,8% de los ingresos totales que recibe el país por el turismo– había superado en 6 meses el total de eventos realizados en el 2021. Y eso que la segunda mitad del año es la época donde más evento se realizan.
Por otro lado, en el primer semestre de este año, ingresaron al país, casi dos millones de turistas, lo que representa 218,7% de aumento con respecto al mismo periodo del año anterior. Se calcula que para el resto del año la cifra se duplicará.
Cada persona que ingresa al país por cualquier motivo relacionado con el turismo, invierte y deja en él una buena cantidad de dinero. En tiempos donde se está replanteando nuevas formas de salir de la pobreza o estancamiento económico, nos hemos dado cuenta de que Colombia es una mina de oro por su diversidad geográfica, cultural, de posibilidades infinitas, y no podemos permitir que unos pocos acaben con esa posibilidad.
Saliendo apenas de la mala fama por culpa de la violencia, el narcotráfico y el conflicto armado, ahora se ciernen sobre esta actividad esos abusivos que se lucraron un día, pero que nunca más volverán a ver un turista por sus instalaciones.
Contra los abusos de la informalidad hay que pedir mano dura. Afectan al país tanto como la mala fama de la inseguridad, más aún cuando hoy por redes se denuncian al instante y para el mundo. Cada día serán más las personas temerosas de llegar a Barú o a cualquier otra playa en Cartagena. La víctima del famoso y costoso masaje fue nada más y nada menos que un reconocido influencer coreano que cuenta con más de un millón de seguidores en su cuenta oficial de Instagram. Supongamos que la denuncia no la vieron todos, pero mínimo 500 mil personas sí se enteraron del insuceso.
El Caribe colombiano junto al Eje Cafetero son los destinos turísticos más apetecidos para colombianos y extranjeros. Es por ello que las autoridades de esta región del país, con maravillosos lugares para visitar, con grandes sitios para hacer eventos, deben pronunciarse contra los abusos, deben perseguir y sancionar a quienes los cometen y deben liderar una campaña de comunicaciones tanto para quienes se lucran del sector económico, como para quienes escogen esta región para hacer turismo.