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Frente a disputa de una pareja de exnovios, Corte de Massachusetts falló que la argolla debe quedar en poder de quien lo compró.
Y si se acaba la relación, ¿quién debe quedarse con el anillo de compromiso? ¿La novia, que debía usarlo aunque no lo compró? O el novio, quien lo compró para ella…
Ese fue el eje de una disputa entre una antigua pareja de novios en Massachusetts que, al terminar el noviazgo, comenzaron a pelearse el anillo de compromiso de 70.000 dólares. El caso llegó a la Corte Suprema de ese Estado, que este jueves emitió su fallo: “Un anillo de compromiso debe ser devuelto a la persona que lo compró”.
De esta forma, la Corte puso fin a una regla estatal de seis décadas que requería que los jueces trataran de dilucidar quién había tenido la culpa de que la relación hubiera fracasado.
Los protagonistas del caso soqn Bruce Johnson y Caroline Settino, quienes comenzaron a salir en el verano de 2016, según los documentos de la corte. El siguiente año, viajaron juntos, visitando Nueva York; Bar Harbor, en Maine; las Islas Vírgenes e Italia. Johnson pagó por los viajes y también le regaló a Settino joyas, ropa, zapatos y bolsos.
Finalmente, Johnson compró un anillo de compromiso de diamantes valorado en 70.000 dólares, y en agosto de 2017 pidió la mano de Settino a su padre. Dos meses después, también compró dos argollas de matrimonio con un valor aproximado de 3.700 dólares.
Johnson dijo que, después de eso, Settino comenzó a criticarlo cada vez más y no lo apoyaba, llegando al extremo de regañarlo y no acompañarlo a sus tratamientos cuando le diagnosticaron cáncer de próstata, según los documentos de la corte.
En una ocasión, Johnson vio el celular de Settino y descubrió un mensaje que ella le había enviado a un hombre que él no conocía.
“Mi Bruce va a estar en Connecticut por tres días. Necesito algo de diversión”, decía el mensaje. También encontró mensajes del hombre, incluyendo un mensaje de voz en el que el hombre se refería a como “pastelito” y decía que no se veían lo suficiente. Settino asegura que el hombre era sólo un amigo.
Johnson terminó el compromiso, pero la propiedad del anillo quedó en el aire. Un juez de primera instancia concluyó inicialmente que Settino tenía derecho a quedarse con el anillo de compromiso, razonando que Johnson “pensó erróneamente que Settino le estaba siendo infiel y canceló el compromiso”. Pero una corte de apelaciones decidió que Settino debía devolver el anillo.
En septiembre, el caso llegó a la Corte Suprema de Massachusetts, la cual finalmente dictaminó que Johnson debería quedarse con el anillo.
En su fallo, los jueces dijeron que el caso ponía en duda la validez de la pregunta “¿quién tuvo la culpa?” como criterio para decidir quién debería quedarse con los anillos de compromiso cuando la boda se cancelaba.
Hace más de seis décadas, la corte dictaminó que un anillo de compromiso se entiende generalmente como un regalo condicional, y que la persona que lo daba podía recuperarlo si se rompía el compromiso, pero sólo si esa persona estaba “libre de culpa”.
“Ahora nos unimos a la tendencia moderna adoptada por la mayoría de las jurisdicciones que han considerado el asunto y retiramos el concepto de culpa en este contexto”, escribieron los jueces en el fallo del viernes. “En casos como este en que la boda prevista no se lleva a cabo y el compromiso termina, el anillo de compromiso debe ser devuelto al dador, independientemente de quién tuvo la culpa”.
La abogada de Johnson, Stephanie Taverna Siden, acogió el fallo con satisfacción.
“Estamos muy complacidos con la decisión de la corte el día de hoy. Es una decisión bien razonada, justa y equitativa y mueve la ley de Massachusetts en la dirección correcta”, dijo Siden.
Un abogado de Settino dijo que estaban decepcionados, pero que respetaban la decisión de la corte de seguir el criterio que predomina en la mayoría de los estados. “Creemos firmemente que la noción de un anillo de compromiso como un regalo condicional se basa en nociones anticuadas y ya no debería ser una laguna legal en nuestra regla bien establecida de que el incumplimiento de una promesa de matrimonio no es un daño reconocido por la ley”, dijo Nicholas Rosenberg.