Mundo curioso / 10 de agosto de 2024

‘¡Respeta mi tierra!’: en Europa crece el malestar por los malos turistas

Rosario Borrero

En Barcelona, Atenas, Málaga y Canarias, entre otras de intensa actividad turística, se han realizado manifestaciones para exigir un mejor comportamiento de los visitantes. ¿Los que nadie quiere? Los que se emborrachan, se portan mal y faltan el respeto a las tradiciones locales.  

Un turista es, según la definición del Ministerio de Comercio, Industria y Turismo, toda persona sin distinción de raza, sexo, lengua y religión que viaja a un lugar distinto de aquel donde reside habitualmente y que permanece en este más de 24 horas, con fines de recreación y descanso.

En sentido general, los hasta ahora los turistas han sido muy apetecidos en cualquier destino turístico que se respete, por el impulso que le dan a la economía local a partir de lo que consumen, compran y gastan.

Turistas caminando por una calle de Cartagena. (Internet)

Sin embargo, en los últimos años ha ido cobrando fuerza un sentimiento antiturismo entre los habitantes de los destinos más populares en verano, a medida que se acerca la temporada alta vacacional en el hemisferio norte.

De hecho, en destinos como Barcelona, Atenas, Málaga y otras ciudades europeas con gran actividad turística se han visto ya manifestaciones en contra de los turistas. «Turista: ¡respeta mi tierra!», decían algunos mensajes en las pancartas de las protestas antiturista realizadas en las Islas Canarias (España) en abril pasado.

Es que muchos residentes de lugares excesivamente visitados quieren un mejor tipo de turista. En efecto, en muchos destinos del mundo se discute sobre el tipo de visitantes que quieren en sus calles y el que no.

Los que gastan dinero en las tiendas, impulsando la economía local, y se comportan con respeto, están en la lista de los aprobados. Y en la lista de los rechazados están los turistas que se emborrachan –a menudo británicos–, que se comportan mal, faltan al respeto a las tradiciones locales y afectan negativamente la vida de los locales.

HAY MÁS TURISTAS

Según la investigadora de turismo y profesora de la Universidad de Aalborg (Dinamarca), Carina Ren, siempre ha habido turistas que se han comportado mal, pero ahora hay más que nunca. «Cada vez que viajamos, se produce un encuentro cultural en el que intercambiamos ideas y chocamos. Ahora está sucediendo algo diferente: el volumen. Los turistas no se están comportando peor, simplemente hay más de ellos», agregó.

Protesta antituristas en Barcelona. (Lorena Sopêna/Europa Press/AP)

Es por esto que en algunas ciudades europeas, las autoridades locales están tomando medidas audaces en un intento por controlar los niveles de turismo.

Por ejemplo, en Barcelona, las autoridades locales tomaron este año la inusual medida de eliminar una ruta de autobús de Google Maps para evitar que los turistas se subieran a bordo, desplazando a codazos a los lugareños ancianos.

Por su parte en Islas Baleares, donde se encuentran Ibiza o Mallorca, famosas por su vida nocturna, han entrado en vigor restricciones al alcohol en un intento por recuperar el control sobre sus desordenadas calles.

En la muy visitada Venecia (Italia) ha comenzado a cobrar una tarifa turística para tratar de frenar el flujo interminable de visitantes. Y Bali (Indonesia) anunció recientemente un nuevo impuesto al turismo después de una serie de incidentes en los que visitantes profanaron lugares sagrados y se comportaron de manera irrespetuosa.

TURISMO A LA MEDIDA

Pese a que la llamada industria sin chimenea añora la llegada de turistas por lo que representan desde el punto de vista económico y de crecimiento del sector, el boom al parecer no beneficia a todos.

La idea del «tipo adecuado de turista» sigue viva y coleando. Las juntas de turismo del mundo eligen entre qué tipos de personas y nacionalidades comercializan sus destinos, desarrollando segmentos de mercado que consideran apropiados.

En Nueva Zelanda también buscan turistas de calidad, que respete sus recursos naturales. (Internet)

Campañas como “Nueva Zelanda Pura”, centrada en visitantes de alta calidad que contribuyen al entorno natural del país, o “Visite Islandia”, dirigida a trotamundos y exploradores independientes, son una señal de que estas discusiones ya no se dan solo en las salas de juntas de las organizaciones turísticas sino también en las calles.

Sigilosamente se están trazando líneas en la industria para moldear un mejor tipo de comportamiento. La introducción de un compromiso turístico, mediante el cual se destaque el tipo de conducta que se considera aceptable en un lugar, se viene aplicando desde hace algún tiempo.

Islandia, por ejemplo, se ha comprometido a pedir a los turistas que eviten conducir fuera de las carreteras o hacer sus necesidades en la naturaleza, entre otras cosas; las islas Palau, en el Pacífico, por su parte, tienen un documento escrito por los niños de la nación que pide a los visitantes que actúen con cuidado y preserven y protejan su tierra natal.

Los límites al número de turistas también están en camino: este año Ámsterdam anunció que quiere controlar el número de camas turísticas disponibles en la ciudad, dejando de construir más hoteles. Otra medida que veremos con más frecuencia en los próximos años: los destinos le cerrarán las puertas a un cierto tipo de personas.

«Creo que vamos a ver mucha más desincentivación en los próximos años», dijo, citando la campaña publicitaria «Stay Away» (Mantente alejado) de Ámsterdam de 2023, destinada a disuadir a los jóvenes británicos de que viajen a la ciudad.

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