Patricia Escobar
Columnista / 17 de junio de 2023

Responsabilidad y ética de los medios

Estoy convencida de que gran parte de la responsabilidad de lo que está sintiendo el país, que es tan grave como lo que en realidad acontece, es de los medios de comunicación, y puntualmente de muchos, a mi juicio, mal llamados periodistas.

La desinformación y la manipulación hacen parte de las herramientas mortíferas que nos tienen postrados. Y están en manos de los famosos comunicadores que compiten con los que hoy se sienten periodistas, solo porque tienen un celular y la libertad de opinar sobre lo humano y lo divino.

Se supone que un periodista es un investigador que descubre temas de interés público, que los contrasta, los sintetiza, jerarquiza y publica. Pero desde hace algún tiempo para acá eso no se ve ni en los grandes, ni en los medianos medios de Colombia.

Hay en esta hermosa profesión varios principios que la guían, como son el respeto por la verdad y el rigor en la búsqueda de la información fidedigna y verificable, donde la ética es la madre que guía.

Sin embargo, hoy no existe periodistas; existen “expertos en todo”, opinadores radicales que solo expresan sus opiniones, obedeciendo muchas de ellas a sus propios intereses. El compromiso con el receptor, que es la razón de ser de los medios de comunicación, es nulo, y lo único que parece motivarlos son los escándalos, llevarle la contraria al otro, y crear una polarización salvaje, ubicándose cómodamente en un lado de la balanza.

Se investigan las cosas que no les gustan o no les convienen; las fuentes no son confiables por sus conocimientos si no porque piensan como ellos; la rigurosidad está en párrafos de documentos sacados muchas veces de contexto. En la escala jerárquica lo primero es el morbo, lo personal y lo superfluo, y disputándose ese lugar, el ataque a todo lo que huela a Gobierno. La repetición como loros, sin análisis, es el común denominador de comunicadores y audiencia.

En el caso concreto del Gobierno, este se rige por un Plan de Desarrollo que elabora y debe ser aceptado por el Congreso y se apoya para cumplir sus promesas de campaña en proyectos de ley o reformas que debe ser aprobados también por el Congreso.

Pues bien, desde que se presentaron, prácticamente el mismo día, los expertos periodistas comenzaron a atacarlos, a boicotearlos, a manejar la información a su antojo, a conseguir apoyos de contradictores políticos del Presidente, a formar una opinión negativa sobre temas tan delicados como la salud y el trabajo. A partir de titulares -muchos de ellos amañados-, que son lo único que leen hoy las personas del común, se monta el enjambre de desinformación.

Yo me pregunto ¿a qué horas se leyeron esos mamotretos de las propuestas de la reforma?, ¿cuándo aprendieron de economía?, ¿contra qué lo contrastan?, ¿por qué en un país tan diverso, con tantos opinadores distintos, por lo general todos los entrevistados opinan lo mismo?

Y la bola de nieve en contra del plan y de la reformas se fue creciendo hasta el punto de que el mismo Congreso entró a jugar de esa parte y dejó de lado los debates para dedicarse a “trabajar a media marcha”.

Las reformas y las actuaciones del Presidente se han criticado hasta el cansancio, ¿y las del Congreso por qué no, si fue elegido para legislar?

Para algunos periodistas serios, y analistas de verdad, “desde que llegó el gobierno de Gustavo Petro, todos los poderosos grupos económicos que son dueños de los tradicionales medios de comunicación, o que tienen gran influencia en ellos, han enfilado baterías para hacerle mala prensa al Gobierno. Y ya hay hasta encuestas que los señalan como los grandes opositores. Y todo porque no es de sus afectos, de sus entrañas, porque no gobierna directamente para ellos y con ellos. “Porque es un gobierno que intenta desmarcarse de ese poder y quiere que el Estado sea progresivo para todos”. Eso piensa, por ejemplo, Alexander Molina Guzmán, un Licenciado en Educación para la Democracia de la Universidad Surcolombiana.

Los medios tienen una gran responsabilidad frente a todo lo que estamos viviendo y sería bueno que comenzaran a cambiar a partir de un profundo examen de conciencia, porque como van y vamos, lo mínimo que están generando es un gran desasosiego y una hecatombe.

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