Mundo curioso / 4 de marzo de 2023

Conozca el picozapato, un pelícano que intimida por su aspecto prehistórico

Rosario Borrero

Esta ave, la más grande de África, habita en el sur de Sudán, Uganda, Tanzania y Zambia. 

En los pantanos tropicales de África oriental habita un ave de aspecto severo e intimidante por la severidad de su mirada. Es el Balaeniceps rex, mejor conocido como picozapato, es un ave acuática cuyo pico recuerda la forma de un zueco de madera holandés, el cual abre completamente para revelar unas fauces inmensas.

Hace poco, estas aves de aspecto prehistórico captaron la atención de los internautas debido a la expresión aterradora de unos ojos que, situados al frente de la cabeza, parecen mirar fijamente desde la base de unos picos enormes de casi 13 centímetros de ancho.

Habitante de territorios entre Sudán del Sur y Zambia, a primera vista el picozapato parece un animal hechizo, por la gravedad de sus ojos y sus dimensiones masivas. Con hasta 150 centímetros de altura, llama la atención por su mirada severa, enmarcada por un plumaje completamente gris, que le confiere una pesadez particular a la totalidad de su cuerpo.

Sin embargo, no estamos ante un animal agresivo, sino ante una especie de pelícano nocturno, solitario y silencioso, fácilmente reconocible por el pico prominente y porque la cabeza, que es en proporción más grande que el cuerpo, está ocupada casi por completo por el pico, de 20 centímetros de largo.

“Sus patas son largas porque, igual que las cigüeñas y las garzas, tienen que caminar en el agua para capturar presas”, explicó a la prestigiosa revista Newsweek el investigador Ralf Mullers, profesor de ecología en la Universidad de Ciencias Aplicadas Van Hall Larenstein, en Leeuwarden, Holanda.

Gracias a esas largas patas, los picozapatos pueden adentrarse en aguas profundas y evitar la competencia de otras especies. Por otra parte, por ser unas patas delgadas que semejan juncos, las utiliza como estrategia para engañar a sus presas, haciendo que se acerquen cuando se desplaza entre la vegetación alta o entre juncos y papiros.

“El picozapato se especializa en presas de gran tamaño, por lo que ha evolucionado en consecuencia haciéndose cada vez más grande. Y es lógico: las aves más grandes pueden capturar presas más grandes”, añade Mullers.

Cuando caza, el picozapato permanece casi inmóvil, con la mirada siempre atenta a la presencia de una presa. Una vez que detecta su desprevenida víctima, lanza su ataque con una técnica que National Geographic describe como “colapso”, con una velocidad que impide todo intento de fuga.

Las presas más comunes incluyen diversas especies de dipnoos (peces pulmonados), tilapias y bagres. Y de vez en cuando también engulle ranas, lagartijas, serpientes de agua, crías de cocodrilo y hasta roedores y aves acuáticas pequeñas.

“Durante muchos años tuvimos un ejemplar que permanecía parado, erguido e inmóvil en un islote próximo a un restaurante que permitía visitas a los asistentes al parque de animales salvajes del Zoológico de San Diego. Aunque son aves solitarias, también son muy territoriales; y ya que a nuestro picozapato no le gustaba que cuidadores desconocidos fueran a llevarle la comida —solo aceptaba a su cuidador favorito—, los perseguía con el pico abierto y batiendo las alas”, recuerda el Dr. Lee Hagey, especialista en biología molecular animal de la Universidad de California, en San Diego.

En la actualidad, esta ave, que es la más grande de África, se encuentra amenazada. Además de la destrucción de su hábitat natural en favor de la agricultura, los picozapatos se caracterizan por rechazar a sus crías al nacer. Más que nada, porque los polluelos alcanzan dimensiones gigantescas a los pocos meses de vida, lo que imposibilita a los padres de abastecerlos de comida suficiente.

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