Patricia Escobar
Columnista / 19 de diciembre de 2020

Se necesita un creativo

Habrá que crear nuevas historias de Navidad para los niños del 2020. Los niños y los adultos mayores, por ser la población de más alto riesgo, no pueden salir de sus moradas y menos en la noche, porque parece que el virus hace de las suyas cuando cae la tarde. Entonces, ni el Niño Jesús, ni Papá Noel o Santa podrán traer los regalos, como ha sido la tradición.

Adicionalmente los chiquillos llevan 9 meses escuchando a sus padres, o viendo las noticias sobre la crisis económica. “No hay plata”, es una de las frases más escuchadas en esta temporada.

Tampoco se permite “la libre movilización” y las reuniones en casa de más de 6 personas.

Toda la magia y fantasía con la que han crecido muchas generaciones en el mundo deben cambiar en el 2020. Entonces habrá que crearse una nueva fantasía, una nueva forma de llenar las mentes de los pequeños. Los adultos no olvidamos lo que disfrutamos con esas creencias cuando éramos pequeños. Todos anhelábamos que llegara diciembre para recibir regalos, encontrarnos con la familia que pocas veces veníamos, cantar con todas las fuerzas de nuestros pulmones, compartir en el mismo plato, abrazarnos sin ninguna prevención…Y sobre todo, escuchar las historias maravillosas, que en países tropicales, hasta nieve y trineos tenían.

Los orígenes de Santa tienen sus raíces en el folclor europeo y en distintas fuentes. Y desde el siglo XVIII, desde los Estados Unidos, el nombre de Santa se popularizó y entró en los corazones del mundo infantil.

Cuenta la historia que, en 1809, el escritor estadunidense Washington Irving menciona a Santa Claus en su Historia de Nueva York. Y en 1823, el periódico Sentinel publicó el poema “A Visit from St. Nicholas”, posteriormente atribuido a Clement Clarke Moore, que terminó de popularizar a Papá Noel.

Muchos de los atributos actuales de Santa provienen del poema de Clement Clarke Moore: el trineo jalado por ocho renos con nombres propios, la entrada por la chimenea, la sonora risa y el costal repleto de juguetes. No obstante, el poema lo describía como un duende regordete.

Fue Thomas Nast, un caricaturista estadunidense del siglo XIX, quien terminó de definir la imagen actual de Santa Claus, con una serie de ilustraciones que aparecieron en la revista Harper’s Weekly.

Digan lo que digan, la magia de ese personaje, o las historias bíblicas de un niño que nace en un pesebre al que van a visitar unos reyes magos en camello, nos llenan de ilusiones. Es por eso, porque la magia y la ilusión nunca deben morir, que se necesita urgentemente un creativo que diseñe personajes o historias para esta época, donde todo debe “reinventarse” para poder seguir adelante.

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