Juan Alejandro Tapia
Columnista / 23 de noviembre de 2024

Señor X

¿De dónde salió este tipo de cachetes rosados y sonrisa de villano de cómic? Elon Musk me recuerda al Lex Luthor sobreactuado de Gene Hackman que casi vence a Cristopher Reeve en la película Superman, de 1978. Lleno de humor negro y con gesticulaciones marcadas, frío, calculador, brillante, un genio loco que sueña con tener el mundo a sus pies y para conseguirlo debe explorar el espacio en busca de la kryptonita para debilitar a su enemigo.

De genios locos como Luthor han estado repletas las historietas y la vida real también, pero ninguno ha tenido el dinero de Musk para financiar sus proyectos y lograr sus metas. La fortuna del sudafricano de 53 años llegó esta semana a 348 mil millones de dólares, cifra que resulta imposible dimensionar. ¿Para qué alcanza? ¿Qué puede comprar?

Musk pretende llevar a la humanidad a Marte en un plazo no mayor a diez años en los cohetes fabricados por su compañía SpaceX, lo que, como los emperadores de antaño, le daría el título de conquistador de otros mundos; controlar todas las actividades en la Tierra con su empresa de inteligencia artificial xAI e implantar chips en el cerebro humano con otra de sus firmas, Neuralink, con el pretexto de curar enfermedades.

Mientras lo logra, y no hay mayor duda de que lo hará, Musk se ha convertido en el nuevo mejor amigo de Donald Trump y contribuyó a su campaña a la presidencia de Estados Unidos con 200 millones de dólares, que fue lo mismo que quitarle un pelo a un gato. Pero su gran aporte no fue económico, sino propagandístico: desde la tribuna de X, otra de sus compañías, difundió en persona toda suerte de mentiras y teorías conspirativas que favorecieron al republicano.

¿Alguien puede imaginar al hombre más rico de la historia moderna, el genio detrás de los carros eléctricos de Tesla, creerse el cuento de que los migrantes haitianos son capaces de comerse a las mascotas de los estadounidenses blancos de Springfield (Ohio) como denució el propio Trump?

Para empezar, Musk también es un migrante. Hijo de madre canadiense y padre sudafricano, ahora tendrá a su cargo la tarea de reformar la Administración de Estados Unidos para recortar gastos y hacerla más eficiente, labor que ejercerá sin poseer categoría de funcionario y por lo tanto no podrá ser requerido como tal, pero le permitirá -y Trump lo sabe- tener en sus manos a los reguladores que han puesto trabas a la expansión de sus negocios.

A la vuelta de unos años, Elon Musk controlará los viajes a Marte y será el primer humano con propiedad privada en otro planeta. Con su matriz de inteligencia artificial supervisará desde las tareas escolares hasta la fabricación de amas nucleares jamás vistas, y a través de su red social nos convencerá a todos de los beneficios de llevar uno de sus chips en la cabeza. Los sueños más ambiciosos de Lex Luthor no fueron tan lejos como los del Señor X.

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