Tubará, un municipio del Atlántico situado a 40 minutos de Barranquilla, fue el lugar escogido por la cantante Shakira para respirar aire puro, recibir el sol, estar a orillas del mar y poder hacer giros y maniobras en su tabla de surf.

En ese paraíso casi secreto, que tanto le sigue poniendo su mirada la Gobernación del Atlántico para convertirlo en uno de los sitios turísticos más atractivos, la cantante decidió esta vez pasar unos días de descanso en una cabaña junto con sus dos hijos. Eso sí, con un equipo de seguridad.

Además de practicar el deporte acuático, la artista aprovechó para recorrer anoche parte de la ciudad  para apreciar el alumbrado navideño cumpliendo con todos los protocolos que exige la pandemia.

Huyéndole al frío invierno de Barcelona, donde reside, llegó el miércoles en un avión privado en horas de la noche al aeropuerto Ernesto Cortissoz sin que muy pocos se enteraran de su arribo. Tal cual como lo hace siempre, para evitar el acoso de fans y de la prensa.

Por esa razón escogió Tubará para hospedarse, y no en el apartamento de sus padres en Barranquilla, donde seguramente se dará ciertos gustos gastronómicos que hacía rato no había probado, como buena costeña.