Lo último / 1 de febrero de 2025

«Soy alguacil de las nostalgias de Barranquilla y vigilante de su pasado»: Alfredo De la Espriella

Reproducción de la foto tomada por Samuel Tcherassi para el libro ‘Retratos costeños’.

Zoraida Noriega

El historiador que falleció el jueves a los 98 años, deja un legado que seguirá vivo en cada rincón de la ciudad que tanto amó.

“No soy historiador matriculado. Tal vez, cronista espontáneo de la ciudad, o, quizás alguacil de las nostalgias de Barranquilla, vigilante de su pasado, notario del presente, albacea del futuro”. Esas palabras que escribió Alfredo De la Espriella en 1995 que respaldan una fotografía que le tomó Samuel Therassi  (q.e.p.d.) para el libro ‘Retratos costeños’, recogen la humildad, sencillez de este barranquillero de corazón, que jamás presumió de sus conocimientos y brillante memoria.

«He recibido tantas condecoraciones y trofeos, que nada más me ha faltado el de la Medalla Milagrosa».

Así era De la Espriella,  el reconocido historiador, escritor  y gestor cultural que falleció este jueves a los 98 años, en el hogar geriátrico Siervas de Jesús, tras sufrir serios quebrantos de salud.

Fue fundador y director del Museo Romántico, prestó sus servicios en la Sociedad de Mejoras Pública y director del Departamento de Extensión Cultural de la Uniautónoma.

Además de haber sido actor en obras teatrales locales y divertidos sainetes, como ‘Presentación en sociedad’ en el otrora Teatro Metro, fue locutor, colaborador casi permanente de El Heraldo, el Tiempo, en boletines de la Cátedra Cívica, revistas culturales de las universidades; escribió prólogos para varios libros, y fue autor de obras como ‘Dimes y diretes’.

Este último, es un diccionario netamente costeño con  sus significados que van desde la A hasta la Z, en el que combina refranes y crónicas graciosas como la ‘Genealogía del corroncho’, el ‘Disfraz de relámpago’, ’ Idiotismos y extranjerismos’ las casas de cita y la historia ‘voluptuosa de un barrio llamado Chino’ entre muchísimas otras.  

Instalaciones del Museo Romántico.

La trayectoria de ‘El Cabo’, como cariñosamente lo llamaban amigos de su generación’ hizo que recibiera numerosas distinciones como la Orden de San Carlos, Medalla del Civismo, galardón Puerta de Oro y trofeo Congo de Oro.

”Nada más me falta.. la Medalla Milagrosa”, nos dijo en una de nuestras tantas entrevistas.

LOS MEJORES BANDOS

«He aquí pintorescamente, la historia y el porqué… ¡marica el último que no lea este libro de un tirón! Y el que no lo compre le va la Buela… ¡tapón!», escribió el autor en el prólogo.

Dialogar con Alfredo, y sobre todo escuchar sus anécdotas, era muy divertido. Siempre tenía un apunte para todo, era ‘mamador de gallo’, como un libro abierto; estaba enterado del acontecer diario de Barranquilla y el país, y en virtud de su memoria prodigiosa (que en los últimos años fue perdiendo por culpa del Alzheimer)  recordaba hechos con exactitud de fechas.

Su buen sentido del humor,  lo ponía de manifiesto en el más tradicional pregón carnavalero: el Bando.

Según las cuentas, escribió por lo menos 59 bandos, en los que siempre con su pluma les metía befa y sátira, dirigidas más que todo a funcionarios públicos en turno.

Para el Carnaval que presidió María Cecilia Donado (1996), por ejemplo, unos de los artículos del Bando dice: “ durante mi mandato, Barranquilla será un arroyo de fiesta y jolgorio que invada con toda su fuerza los corazones y que ponga a bailar a todos los ñeros auténticos y visitantes que lleguen a Curramba”.

“Serán vinculados al proceso 8.000 de la jartera todos aquellos que no bailen, ni se disfracen, ni participen en los espectáculos carnavaleros, también a quienes cometan el crimen de abandonar a Barranquilla en época de Carnaval”.

Y en el Bando de Ilse Margarita Cuello (2001), una de las advertencias fue: “Declárese Barranquilla en libertad incondicional de rascabuches para que mis vasallos secuestren sus propias energías y pidan el rescate que se merecen como ejemplo de convivencia que debe reinar entre todos los colombianos”.

EL MUSEO ROMÁNTICO, SU JOYA

“Al único banco que le debo todavía es al del Colegio Biffi, mi escuela. Y la única letra que he sobregirado: la que mis padres me grabaron para siempre, y que he ido mejorando conforme mi nostalgia ha permitido superar el stress cívico”, escribió De la Espriella.

Una de las salas del museo en sus años de gloria, cuando lo dirigía Alfredo De la Espriella.

Para él, el Museo Romántico nunca fue “una casa de antigüedades ni una colección de paradojas viejas”. Fue el testimonio sentimental, grato  y efusivo. Un legado de las hermanas Carmen y Esther Freund Strunz, que le fue entregado a Alfredo para expresar en 24 salas la historia de la Puerta de Oro a través de 15 mil objetos, entre fotografías, recortes de periódicos y revistas de la época, trofeos, muebles y documentos originales como las partituras del Himno de Barranquilla

Como nunca tuvo automóvil, prefería movilizarse a pie, luciendo su habitual corbata llegaba todos los días al museo para recibir a los visitantes, sobre todo, estudiantes.  

Allí, en los jardines también se celebró por varios años el Bando de Antaño que también escribía, igualmente en esa casa de estilo republicano se hicieron muchos eventos artísticos, exposiciones y cátedras cívicas. Todo para el sostenimiento.

Con el paso de los años, las deudas de los servicios públicos y otros gastos, fueron aumentando a la par de la falta de reparaciones locativas que necesitaba el centro cultural.

El detrimento del museo (por falta de apoyo económico),  se fue haciendo insostenible. El estado deplorable llevó a que su director entrara en una etapa de depresión.

En 2018 anunció su retiro por problemas de salud, solicitando, eso sí, que no dejaran que el museo se acabara. Y hoy tiene cerrada sus puertas. Paz en la tumba de su gestor.

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