Nuestra Gente / 18 de marzo de 2023

‘Toño rifa’, el vendedor que recorrer las calles con un ‘almacén ambulante’

José Antonio Arias, conocido como ‘Toño rifa’, muestra orgulloso su principal fuente de trabajo en las calles: su carretilla con los premios que puede ganarse la gente que salga favorecida en los sorteos.

Miguel Utria

A bordo de una carretilla acondicionada con llantas de bicileta, José Antonio Arias exhibe televisores, lavadoras y otros electrodomésticos, que son parte de los premios que pueden ganarse quienes le compran boletas para participar en los sorteos.

Si hay alguien que le saca provecho a su trabajo, por arduo que sea, es José Antonio Arias Cervantes, un hombre que a diario recorre las calles del sur de Barranquilla vendiendo rifas que ofrecen jugosos premios.

“Yo vivo en el barrio Moderno (inmediaciones del Universal y San Nicolás), al sur oriente de la ciudad, y de ahí salgo a las 8 de la mañana a vender las boletas en mi carretilla, toda la mañana, porque en la tarde lo hacen otras personas”.

El día para José Antonio inicia las 4 de la mañana apenas se levanta; reza y ayuda a su esposa e hija a alistar a sus nietas para ir al colegio. A las 7 de la mañana se organiza y dispone los talonarios de las boletas, e iniciar su recorrido.

En la calle, la gente le compra las boletas de las rifas para ganarse uno de los jugosos premios.

Desde su barrio, llega hasta San José, lo que le obliga a pasar por sectores populares como La Victoria, Unión y  Boyacá, donde dice que tiene un gran potencial de clientes.

Asegura que por donde quiera que pasa la gente le saluda y lo llaman para conversar, escuchar sus bromas y conocer qué premios hacen parte del sorteo de la semana. Y muchas veces, sin que las personas tengan intención de comprar boleta, termina convenciéndolos de que se queden con una.

Los premios de las rifas incluyen televisores y hasta neveras, pasando por columnas de sonido, lavadoras, planchas y otros electrodomésticos, juguetes  y, a veces, dinero en efectivo.

Desde que inició este oficio han pasado más de 15 años, inicialmente fueron 10 años ininterrumpidos, cuando residía en San José; luego trabajó en supermercados de la ciudad como cortador de carnes, y desde que se decretó la pandemia, cuando quedó cesante, retomó la venta de boletas.

No es el propietario de la empresa responsable de los premios, pero se ha ganado la confianza de sus jefes que no dudaron en emplearlo nuevamente después de casi tres años de no trabajar con ellos, porque lo consideran responsable, serio y cumplidor de su deber.

Su paso por este trabajo le ha dejado anécdotas y sin sabores, como la de una humilde mujer que se ganó un jugoso premio con una boleta que ya había vendido, pero cuando fue a cobrarlo se la regresaron porque el comprador dijo que no tenía dinero para pagarla.

“Eso me desanimó porque ya yo había cuadrado mis ingresos con las ventas, y una sola boleta que me regresen me toca buscar cómo venderla o pagarla yo, y a veces no tengo plata, y esa boleta era de las más costosas. Pero tenía mi ángel ahí ese día, quien con un gran esfuerzo me la compró”.

Dice que la señora que le compró la boleta es una señora que trabajaba como ayudante de un negocio, que ganaba solo propinas, y quien la había cogido y regresado era uno de los jefes de ella.

“Ella reunió de moneda en moneda, de sus propinas, y me pagó la boleta, que costaba 20 mil pesos. Esa ha sido mi mayor satisfacción porque siendo una señora tan humilde fue responsable. Recuerdo que se ganó un televisor de 50 pulgadas, una nevera, una lavadora, una estufa, dos botellas de whisky de las grandes y dos cajas de cerveza”.

Asegura ‘Toño Rifa’ que ha vendido los premios varias veces, que sus clientes en agradecimiento le dan propinas y le siguen postando a sus rifas, aunque hay algunos que no son tan generosos como uno que se ganó un premio gordo; él lo acompañó a reclamar el premio, y fue testigo de que vendió varios de  los elementos del premio por más de un millón de pesos, y solo le ofreció una cerveza.

“Casi se me salen las lágrimas. Pero igual, no es obligación que le den algo a uno. Cada quien da de lo que tiene en su corazón. Lo bueno de es que en la cuadra  donde vive ese señor me volví popular y gané varios clientes”.

Dice que tiene más de 50 clientes fijos que le compran boletas todas las semanas, y que muchos lo hacen solo por colaborarle. Algunos de ellos han ganado y él los llama para decirles que fueron ganadores para que reclamen el premio, porque el cliente ni se había dado por enterado.

“Tengo cleintela en Bogotá, en Medellín y dos que viven en Estados Unidos, ellos me mandan el dinero por transferencia o buscan de que algún contacto suyo acá me pague”.

Uno de sus clientes foráneos ganó una rifa cuyo cambio en efectivo llegaba a 1 millón 500 mil pesos, y el cliente le pidió que le enviara 1 millón 100 mil pesos y se quedara con lo demás como  propina.

Con la venta de las boletas adquiere lo suficiente para colaborarle a su hija quien es la propietaria de la casa donde él y su esposa viven. Pero le da gracias a Dios porque con su trabajo de toda la vida, su hija es profesional, y ella vive agradecida con ellos.

Y si bien las ventas de boletas no le dan ingresos como si tuviera un sueldo con prestaciones, con su esposa también venden pasteles y comidas los fines de semana, que les permite vivir sin angustias.

“Gracias a Dios nos va bien. Y yo siempre he dicho que prefiero vender rifas o hacer cualquier cosa y no robar ni estar pidiendo en las calles”.

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