Como las de Bocagrande es una de las playas más frecuentadas por los bañistas, es el escenario propicio para que muchas de las vendedoras se rebusquen.
Vendedoras de frutas, masajistas y peinadoras de las playas de Bocagrande (Cartagena) fueron beneficiadas con un bono gracias a la campaña ‘Corazón solidario’.
A raíz de la pandemia, cuando el Gobierno anunció el cierre de las playas en Colombia, especialmente las de Cartagena por las condiciones especiales que tiene esa ciudad de ser gran receptora de turistas de todas partes, los vendedores ambulantes de esa ciudad sintieron que se les vino el mundo encima. Sobre todo las mujeres cabeza de hogar que recorriendo bajo al el sol las playas de Bocagrande se venían ganando la vida vendiendo frutas, ofreciendo masajes y servicios de peinados afro.
Todavía no tienen forma de ganarse el sustento, pese a que recientemente el alcalde de Cartagena anunció que las playas serán habilitadas para que la gente pueda hacer ejercicios como caminar y trotar. Estas personas son como aves de paso, porque todavía no está permitido que se queden tomando sol y bañarse en el mar.
Viendo las necesidades de estas mujeres afrodescendientes y para mitigar el impacto del COVID-19, el Hotel Intercontinental emprendió una campaña ejemplar liderada por el gerente Raúl Bustamante Miller llamada “Corazón Solidario” que fue virtual.
El hotel venía ofreciendo un coctel los 1º de junio para conmemorar la fundación de Cartagena, al cual asistían personalidades de la política, empresarios y hoteleros, pero como la fecha cayó en plena cuarentena, entonces la relacionista Sonia Gedeón, columnista de MiREDvista, le planteó a Bustamante la idea de hacer una colecta entre los infaltables invitados. Así nació ‘Corazón Solidario’.
Entre donación y donación se recaudaron $10. 740.000, que fueron repartidos entre las 260 mujeres vinculadas a Orica y Asopec (asociaciones destinadas a ayudar a peinadoras, masajistas y vendedoras de frutas tropicales y dulces). Sus representantes legales son Cornelia Reyes y María Márquez Herrera, respectivamente.
Las masajistas playeras, por ejemplo, no tienen una formación en masoterapia (masaje manual), pero saben que palpando o sobando la espalda o los pies a una persona, por espacio de 20 o 30 minutos, ayuda a relajarse y más con el sonido del mar de fondo. Entre $10.000 y $20.000 cobran por un masaje dependiendo el tiempo que desee el cliente. Pero a raíz de la pandemia y a falta de bañistas están pasando “el Niagara en bicicleta”.
Igual ocurre con las llamadas peinadoras que en cualquier improvisada silla realizan su artístico oficio con admirable destreza. Estas mujeres, en su mayoría con sabiduría ancestral, tejen el cabello a quienes desean tener un look afro con trenzados que adornan con cuentas y chaquiras de múltiples formas y colores. Me comentan que esos peinados tienen su significado, que en su mayoría representan rutas de escape hacia Palenque. Por ser un trabajo muy laborioso, su valor está entre los $30.000 y $50.000; varía de acuerdo también a la cantidad de trenzas, figuras y largo del cabello.
Cornelia Reyes es la representante legal de Orica y María Márquez Herrera, de Asopec. Como el resto de asociadas son mujeres luchadoras que día a día trabajan para sostener sus familias.
El dinero que se les entregó a las beneficiadas de ‘Corazón solidario’ fue a través de bonos de mercado que podían redimir en productos de la canasta familiar según sus necesidades. Eso sí, no podían utilizar los donativos en licores, cigarrillos y artículos de belleza. Gracias a esta campaña las negras volvieron a sonreír.