Vivian Saad, gran defensora de patr
Con su lente, esta destacada fotógrafa y artista plástica barranquillera es una de las que más conoce del patrimonio arquitectónico de la ciudad. En su obra pide a gritos la restauración de los bienes históricos.
Vivian Saad Orozco comenzó a conocer la ciudad en la que nació el día que ingresó a El Heraldo como reportera gráfica, y con el pasó de los meses se convirtió en una guerrera del patrimonio, sobre todo arquitectónico, convirtiéndose en una de las personas que más conoce del tema y la que más ha dado la batalla para conservarlo.
Graduada de bachiller viajó a Bogotá y comenzó a estudiar fotografía de mano de los expertos, en talleres dirigidos por prestigiosos maestros como Abdu Eljaieck y Nereo López. Para la época esa no era una “profesión” y menos de mujeres.
En su perfil profesional se autodefine como fotógrafa y artista plástica, experta en proyectos urbanos de patrimonio y tradiciones de los colombianos. Es investigadora de censos de inmuebles patrimoniales del Atlántico y Valledupar. A través de fotografías intervenidas y exposiciones en plazas públicas y sitios de gran influencia de público ha logrado llamar la atención sobre edificaciones abandonadas, ignoradas, muchas veces invisibles a los ojos de todos.
A El Heraldo ingresó al periódico en el año 80, cuando la fotografía allí y en el país era dominada por hombres, y a pulso se ganó el respeto de sus compañeros. Pero, antes de cumplir los dos años, se le presentó la oportunidad de viajar a los Estados Unidos para profundizar más en lo que le apasiona y deja el periódico por un año. Al volver, su mira era más fuerte, sus ansias por descubrir mucho más grandes y su compromiso con el entorno mucho mayor.
Sus inicios no fueron fáciles. Los veteranos de las cámaras la veían como una «amenaza» a pesar de sus 18 años. Además, llegaba con “métodos muy modernos de trabajo”. Esa guerra, duró unos dos meses porque después se convirtieron en sus grandes amigos.
Con Rigel Castro y Fabiana Flores constituyeron un trío de guerreras que se le midieron a todo lo que encierra la fotografía periodística. Y se hicieron famosas e importantes. Con el paso de los años, Rigel se convirtió en una reportera más social, Fabiana, en una más periodística y Vivian en una férrea denunciante del abandono patrimonial, pero también en una proponente de ideas para salvarlo.
No olvida que un día se presentó un grave incendio en Barranquilla y todos sus compañeros fotógrafos se escondieron para que ella tuviera que ir a cubrir el hecho que la dejó tan impactada que durante más de dos meses no fue capaz de comer carne.
Para ella la fotografía tiene “la virtud de mantenerte en constante movimiento y ser testigo de primera mano de la historia”. Asegura que desde siempre se imaginó haciendo una fotografía distinta a la social, al registro de acontecimientos festivos”.
La fotografía periodística le permitió ver sin filtros la realidad del país, con crudeza y sin adornos. Lo que está ahí es así como lo ve el lente y el ojo, sin que nadie lo explique o justifique.
En ese descubrimiento de su ciudad se da cuenta de nuestra riqueza cultural, de nuestro patrimonio. Y se dedicó no sólo a fotografiarlo, sino a investigarlo. Ese amor por el patrimonio afloró con fuerza en el 2016 y ya tiene a su haber 5 libros que son tan importantes como cualquier hijo para una madre abnegada, o sus hermosos gatos a los que mima como si fueran niños.
Ella anhela que los barranquilleros entiendan que esta ciudad tiene muchos más patrimonios que el Carnaval, manifestación cultural que ama y en la que ha participado en distintos roles. “Entre más nos reencontremos con todo lo que tenemos y especialmente con el patrimonio arquitectónico que fue testigo de la brillantez o el deterioro de una ciudad, más podremos construir ciudades amables, prósperas, respetuosas”, dice.
Su obra, por ello, es una petición a gritos de restauración. Lo ha mostrado en sus hermosísimos libros, en vestuarios, en elementos decorativos, en pocillos, en gigantescas lonas. Es reiterativa en hablar del tema. Ha llorado de rabia e impotencia frente a la indiferencia y las acciones que vayan contra el patrimonio. Y aunque a veces ha querido tirar la toalla, no se cansa, tal vez porque como buena nacida en septiembre, tiene una personalidad con alta dosis de responsabilidad y compromiso.