Hacen manualmente copias exactas a la original, pero también elaboran llaves para abrir un candado o cerradura cuando se pierde o se parte.
El oficio de quienes hacen copias de llaves, reparan cerraduras y candados, y abren puestas atascadas, mantienen su actividad en pleno centro de Barranquilla desde hace décadas.
Bajando por la carrera La Paz, antes de llegar al Paseo Bolívar, en pleno distrito central de Barranquilla, un grupo de cerrajeros ofrece sus servicios diariamente en un oficio tan tradicional para esta ciudad como el Junior y el Carnaval.
Cada uno de ellos con historias diferentes, pero con muchas cosas en común, trabajan en sendos locales, y aunque la principal actividad que realizan es hacer copias de llaves, en sus puestos de trabajo ofrecen otros servicios relacionados.
Álvaro Torres y Eduardo Jordán accedieron a dialogar con nosotros y contarnos su experiencia en esta labor que si bien no les ha generado millonarias riquezas, les ha dado la satisfacción de llevar el sustento a sus familias y tener una vida digna y tranquila, como ellos mismo aseguran.
Aunque trabajan cada uno en su local, y cada uno tiene sus propios clientes, en ocasiones se dan la mano cuando se trata de servicios que no pueden entregar en el tiempo que exige el cliente o cuando les solicitan un trabajo a domicilio, al que Eduardo se le mide, pero que Álvaro prefiere no realizar.
Sus locales están a escasos pasos uno del otro, y en la misma cuadra otros tres cerrajeros, también prestan sus servicios. Pero como ellos mismos dicen: “todos trabajan en llave”.
Álvaro, quien vivió más de 10 años en la ciudad de Bogotá, donde trabajaba cono guarda de seguridad, y prestaba su servicio en una de las sedes de Home Center. Allí observó que había un local de una empresa que prestaba los servicios de cerrajería para el mismo complejo comercial, y además hacía el mantenimiento de puertas y cerraduras de todos los locales de las dos sedes del centro empresarial.
Se fue interesando por el trabajo que realizaban allí, le pareció entretenido y un día, de manera espontánea, se sentó a aprender el oficio que ahora lleva desempeñando desde hace casi 25 años.
“Como yo pasaba casi todos los días al local del señor que hacía ese trabajo un día, que estaba de descanso, él me dijo: ‘costeño, véngase conmigo y le enseño y trabaje conmigo’. Así fue que empecé a aprender este oficio que en ese entonces era muy bien remunerado, y cuando estaba de descanso trabajaba con el señor”.
Hace casi 15 años se vino a la ciudad de Barranquilla, y sabiendo un nuevo oficio, ubicó el local donde está actualmente, hizo todo lo necesario para que legalizar su posesión y desde entonces está allí.
Llega a las 7:00 de la mañana, y atiende a sus clientes hasta las 5:00 de la tarde, de lunes a domingo, descansando pocos días al año porque segura que es un hombre que siempre le ha gustado trabajar, que el trabajo le hace sentir bien, y que el descanso no le hace falta.
Ambos cerrajeros, además de realizar copias de llaves que le solicitan los clientes también reparan cerraduras y candados que le llevan, igualmente abre las puertas de carros o de casas que se quedan con las llaves adentro.
“Los domicilios se los paso a Jordán, él sí va a las casas o a los locales si es aquí en el centro. Aquí yo le hago las copias de las llaves y le reparo los candados. Pero además yo aprendí el oficio de la reparación de calzado, y en eso también tengo mi clientela. Así que cuando no tengo trabajo en una cosa, tengo en otra”, manifiesta Álvaro Torres.
Eduardo es más joven que Álvaro, y dice que aprendió el trabajo desde que era muy niño porque su papá, quien también es cerrajero, lo llevaba a su puesto de trabajo y le inculcó que debía trabajar desde temprano para que pudiera abrirse camino en la vida por sí solo. Por eso cuando aprendió el oficio repartía el tiempo entre ir al colegio, hacer las tareas e irse al puesto de la cerrajería, y eso es lo que ha hecho siempre.
“Yo inicio mi labor a las 8 de la mañana hasta las cinco o seis de la tarde. Esto es de todos los días, y aunque no es un trabajo que hace millonario, gracias a Dios es lo que me ha dado para vivir y mantener a mi familia”.
El tiene una motocicleta, por eso se le hace fácil hacer servicios en domicilios. De hecho es el único de los cerrajeros de esa parte del centro que hace trabajos en los domicilios. Sin embargo, tiene una delimitación de la ciudad. “Yo no agarro ni para el norte ni muy al sur, ni a Soledad. Voy a los sectores que quedan cerca del centro para no dejar el trabajo de acá mucho tiempo solo.”, afirma Jordán.
Mientras conversábamos con Eduardo, reparaba un candado de marca Yale, el cual terminó en menos de cinco minutos, y de inmediato tomó otro, lo desarmó y comenzó a hacerle las reparaciones que necesitaba el elemento de seguridad.
“Estos candados como muchos otros tienen repuestos en el mercado, y son muy duraderos, ellos se desarman, uno los repara y quedan sirviendo como si estuvieran nuevos. Yo sé de personas que han traído candados que los han acompañado toda la vida porque era de su mamá o de otra persona que se los dejó, y aquí se los reparamos. Ellos necesitan mantenimiento de vez en cuando”, nos asegura.
Estos cerrajeros, se tardan menos de un minuto en realizar una copia de llave sencilla, por esa copia cobran 4 mil pesos. Sin embargo el precio de las mismas varía cuando se trata de llaves de seguridad, cuya copia tiene un costo hasta de 40 mil pesos y se hace en máquinas de moldes diferentes.
Aunque trabajan las copias de llaves en máquinas, en la que se demoran entre 30 y 45 segundos, en ocasiones, cuando no hay fluido eléctrico la hacen solo utilizando una lima, ese trabajo les demora alrededor de 10 minutos, según comentan.
En días de bastante movimiento pueden hacer alrededor de 30 llaves, y cuando no hay mucha demanda, pueden llegar a realizar entre 10 y 15. Pero siempre tienen trabajo que hacer, pues además está la reparación de cerraduras y demás servicios que les dejan ganancias para llevar a su casa.
Tanto Álvaro como Eduardo, y sus otros vecinos, aunque trabajan en el espacio público, esa ocupación está autorizada y legalizada por la oficina de Espacio público del distrito.