En la Nota / 6 de marzo de 2021

‘El Morre’ Romero, un artista y maestro de música sin límites

Patricia Escobar

Integrante de una de las grandes familias vallenatas, este joven acordeonista dirige en Valledupar la Fundación Musical Dinastía Romero que forma artistas, incluso en condición de discapacidad.

El Morre, en el centro, con un grupo de estudiantes. Con ellos, si esposa Paulina Cabello (izq), su papá Rafael, su tío Norberto y Sol Saurit (der).

José Fernando Romero Quintero, hijo de Rafa, sobrino de Israel, Rosendo y Misael, y nieto de Escolástico, no es solo un miembro más de esta dinastía vallenata villanuevera, sino un enamorado de la música que está convencido de que la transmisión de conocimiento, especialmente a niños y jóvenes con alguna discapacidad, permite que el vallenato viva por siempre, y le brinde alegría y posibilidades de superación a quienes se dedican a él.

Con una muy buena carrera profesional que combina la herencia, el medio y la academia, ‘El Morre’, como se le conoce nacional e internacionalmente, comenzó desde muy niño a incursionar en el mundo artístico pero su foco, su centro, en los últimos siete años ha sido su academia musical.

‘El Morre’ es el diminutivo de “mi amor” en la ‘jerga’ de Villanueva, una población del sur de La Guajira donde a todo el mundo le colocan un apodo. Como los grandes, comenzó tocando acordeón en el colegio, y cuando era un jovencito, estudiando en Valledupar, hizo su debut en una agrupación llamada Juventud show. Después estuvo en Los príncipes del Vallenato y de allí pasó a la orquesta de Armando Pulido, que marcó una época al mezclar orquesta con acordeón. Terminado el bachillerato viajó a Bogotá a estudiar música impulsado y apoyado por ‘El Papa’ Pastor, e hizo ocho semestres en la Universidad Nacional.

‘El Morre’ es sobrino de Israel Romero y miembro de una de las familias de artistas más reconocidas de Villanueva, en el sur de La Guajira..

Estando en esas, su tío Israel lo llama para que ingrese al Binomio de Oro y su talento comenzó a ser reconocido a nivel internacional. Alcanzó a participar diez discos compactos. Ha hecho pareja musical con importantes figuras del canto: Jean Carlos Centeno, Junior Santiago, Nelson Velásquez, y hoy tiene su propia agrupación llamada El Combo del Morre, de la que hace parte su hijo José Rafael y los cantantes Jonathan Bolaños y Aldair Jiménez.

La Fundación Musical Dinastía Romero es una escuela donde los niños en condición de discapacidad son la prioridad. Se materializó hace 8 años por iniciativa del Morre y su esposa Paulina Cabello con la complicidad y apoyo de Rafael y Norberto. Ellos son los “profesores titulares” que transmiten los conocimientos a niños de todas las edades con alguna discapacidad, pertenecientes en su mayoría al rango de población vulnerable. Pero también tienen talleres para otros niños que quieren aprender a interpretar vallenato con instrumentos o con su voz.

De esas clases a los que muchos padres llevan los niños para “mantenerlos distraídos” han surgido varios grupos musicales que se mantienen activos. “No solo estamos impartiendo conocimientos, estamos permitiendo la realización como personas a muchos que llegan a nuestra sede sin ilusión y que no sólo mejoran en el manejo de sus discapacidades, sino que se muestran más felices, optimistas y hasta productivos”, afirma con orgullo este artista.

La idea de la academia que en un principio solo buscaba ayudar a otros, le ha servido al Morre y a su familia para capacitarse como profesionales. “Manejamos niños con distintas discapacidades: físicas, sensoriales, intelectuales, pero todos con la necesidad de ser felices y la música es una gran aliada para conseguirlo. Sin embargo, a nosotros nos ha tocado aprender cómo transmitir nuestros conocimientos, cómo tratar a los chicos, cómo guiarlos de la mejor manera. Es decir, ellos y nosotros hemos crecido juntos en estos años”, explica José Fernando.

Con su hijo José Rafael, con el que ya grabó un disco.

Los resultados saltan a la vista. La motricidad y el comportamiento de sus alumnos mejora considerablemente, y lo más importante es que los niños se muestran felices, se presentan en festivales y en eventos como grandes profesionales y en sus rostros la sonrisa lo demuestra.

Más de mil niños han pasado por la Academia. Y en cada uno de ellos hay sembrada la semilla de la cultura, del folclor, de la música que cambia vidas y logra milagros. La institución en la que se imparten clases en doble jornada y ahora en pandemia, a través de la virtualidad, es también un gran semillero de talentos donde se aprende música, se adquieren valores y todos, alumnos y profesores, se sienten útiles. Allí las clases son de acordeón, piano, guitarra, técnica vocal y percusión, pero sobre todo, son clases de dignidad y vida.

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