Mujeres islámicas apoyando a su equipo en uno de los estadios. AFP
Por estos días en que el Mundial de Fútbol en Qatar acapara la atención, no hay medio de comunicación que no se refiera también a la cultura de ese país islámico.
A las qataríes no se les prohíbe asistir a los estadios para ver los partidos, pero sí deben cumplir las leyes de su nación que están asociadas a la religión que profesan.
Las mujeres originarias de Qatar no pueden mezclarse con los hombres en los estadios y deben asistir con la vestimenta obligatoria.
Se trata del shayla o niqab, un velo que debe cubrir su cabello y un vestido largo negro llamado abaya. Algunas también acostumbran cubrir su rostro dejando solo al descubierto sus ojos que pueden maquillarlos.
A las cataríes en su mayoría, les encantan las joyas. Van a los almacenes, siempre en compañía de un hombre, para comprar costosas alhajas en oro puro y piedras preciosas. Estos accesorios solo los deben lucir cuando están dentro de sus casas, donde pueden desprenderse de la túnica negra, el velo, ponerse tacones y maquillarse, para lucir lo que dictamina la moda. Es decir, se visten solo para su esposo e hijos.
Y si alguien las va a visitar deben colocarse la vestimenta tradicional.
Si es feminista o habla abiertamente de política en Qatar, especialmente en público, será arrestada, desaparecida por la fuerza y hasta encarcelada.
El tema de los derechos humanos en ese país aún sigue siendo cuestionado. Es un sistema discriminatorio porque niega a las mujeres el derecho de tomar decisiones claves sobre sus vidas.
La sharia es el sistema legal islámico, que en árabe significa «el camino claro hacia el agua» y proviene de los textos sagrados de los musulmanes. Para su aplicación es necesario una tarea de interpretaciones, por lo cual se admiten varias y diversas lecturas del texto.
En este sentido y en cumplimiento de estos mandatos, las mujeres no pueden tomar sus propias decisiones, sino que existe un sistema de tutela masculina Esto restringe la posibilidad de llevar adelante vidas plenas, productivas e independientes. No se les permite obtener la custodia de sus hijos, deben pedir permiso para trabajar o para viajar al extranjero hasta cierta edad y recibir algunas formas de atención de la salud reproductiva.