En ‘Pancomido’, Raúl Mesino y Ángela Borrero combinan los saberes de muchos años de experiencia en el mundo de la cocina e incursionan en el ramo de la panadería y de la pastelería.

Almuerzos que saben a la comida de mamá; panes y tortas con auténtico sabor casero; pastelería deliciosa, crujiente, irresistible… Esas cualidades son el sello del emprendimiento que una pareja de esposos, Raúl Mesino y Ángela Borrero, inició hacen ya varios años en la modalidad de cocina oculta, pero que a comienzos de 2022 abrieron su establecimiento.

Lo curioso es que la pareja no solo abrió un restaurante bajo su marca ‘Las recetas de la casa’, sino que por cosas del destino se aventuró a probar en el ramo de la panadería, pues se enamoraron de un local en el que hace varios años funcionaba la panadería ‘Pancomido’, que contaba con la dotación necesaria para seguir siéndolo.

Tras quedar cesante en 2022, Raúl Mesino decide con su esposa Angela retomar un negocio que años atrás les había permitido sacar adelante a su familia, la preparación de almuerzos sobre pedido, con el que atendían grupos empresariales. Eran los días de la pandemia, y entonces hubo necesidad de estrechar aún más las medidas de higiene tanto en la preparación como en la entrega a domicilio.

“Heredé de mi mamá el gusto por la cocina, y muchas de las recetas y de los secretos de ella especialmente en la preparación de carnes. Y por fortuna mi esposo también es muy buen cocinero, sus asados y sus sancochos eran célebres en nuestras reuniones familiares, por eso no lo pensamos dos veces y decidimos formalizar ese emprendimiento, pero ahora ya ”, cuenta Ángela.

Fue entonces cuando decidieron establecerse en un punto, y lo encontraron cerca de la Universidad Metropolitana, pero era conocido como panadería, bajo la marca ‘Pancomido’. “Optamos entonces por seguir con nuestra marca, Las recetas de la casa’ en los almuerzos, pero seguir con la tradición de la panadería, que además le serviría como lugar de aprendizaje y de prácticas a nuestro hijo menor, Renzo”, relata Raúl.

Renzo, de 36 años, tiene una discapacidad cognitiva que lo llevó hace unos años a estudiar en el centro de educación especial San Camilo, en el barrio La Paz, donde aprendió panadería. Hoy, en ‘Pancomido’ es el auxiliar del panadero, ayuda a limpiar las placas y empaca los panes, integrándose así al negocio familiar. Los hijos mayores, Karolaine, administradora de empresas, y Raúl Armando, ingeniero, también siguen de cerca y apoyan el emprendimiento familiar.

Una particularidad de los almuerzos, muy apetecidos especialmente por la comunidad educativa de la Metropolitana, es que siendo económicos, no solo están hechos con ingredientes de primera, sino que superan el tradicional ‘corrientazo’ por su oferta especial, estilo gourmet.

La panadería ofrece desde las clásicas piñitas, pan de queso, pan de queso dulce, roscones de guayaba y arequipe, croissans, pan de espinaca y baguette, entre otros, hasta postres como los brazos de reina, tornillo, borrachos, milhojas, bicicletas, galletas, brownies, deditos y pastelitos surtidos etc, y tortas de zanahora, banano, vainilla y marmolada. Esto sin contar con las líneas de desayuno (buñuelos, arepas, empanadas, sánduches, café, jugos, avena, etc).

La acogida a la propuesta gastronómica de esta empresa familiar ha sido grande. El secreto está, coinciden los esposos, en la calidad de la oferta, en no sacrificar por nada los ingredientes de primera –ni en la cocina ni en la panadería—y en mantener una oferta asequible para todo tipo de públicos.

“Lo otro es el ambiente familiar, lo acogedor del lugar y el amor que le ponemos a cada cosa que hacemos. Este es un negocio de mucho sacrificio, pero la recompensa grande la recibimos en cada elogio que nos hacen. El que prueba lo que hacemos de seguro repite. Ahí está el secreto”, aseguran.